Una indígena de Tierradentro se la ganó con Coca Nasa a la gigante Coca-Cola

Una indígena de Tierradentro se la ganó con Coca Nasa a la gigante Coca-Cola

Fabiola Piñacue empezó vendiendo té de coca en la Javeriana y ahora produce pan, gel, el vino,  ron, pasta dental y jabón de coca con su marca

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octubre 03, 2020
Una indígena de Tierradentro se la ganó con Coca Nasa a la gigante Coca-Cola

Durante cuatro años, Fabiola Piñacue llevó sobre sus hombros un termo cargado con té de coca por los pasillos de la Universidad Javeriana en Bogotá. Era el año 1998 y recién había llegado a la capital para estudiar Ciencias Políticas después de haberse desempeñado como alcaldesa de Paez, Cauca, y haber sacado adelante a su pueblo de la avalancha que devastó la región de Tierradentro. Piñacue se había propuesto quitarle entre sus compañeros de pupitre el estigma a la planta, que había masticado desde que tenía 8 años como símbolo de protección.

En las clases le era común escuchar que la coca era el mal que estaba hundiendo a Colombia. Para entonces los aviones cargados con glifosato recorrían todo el país, los cocaleros habían iniciado marchas en los departamentos del sur, y Estados Unidos apretaba al presidente Andrés Pastrana en la lucha contra las drogas. Luego del té, Piñacue comenzó a empacar algunas hojas tostadas de su resguardo natal Calderas en bolsas de plástico que cerraba con velas para venderlas en $200.

                                                                      Aromática Coca Nasa

El salto para convertirse en el primer emprendimiento de coca legal en el país comenzó en 1999 cuando creó junto al resto de su comunidad en Calderas la cooperativa Coca Nasa, con el fin de producir y comercializar galletas y aromáticas de para la recuperación de Tierradentro. Eran cerca de 150 familias de los resguardos paeces. En 2002, la Asociación de Cabildos indígenas Juan Tama logró el registro sanitario del Invima, con el que consiguieron lanzar al mercado la gaseosa Coca Sek en diciembre de 2005 y otros productos.

El negocio comenzó entonces a crecer e industrializarse: alimentos de panadería, el gel de uso tópico Coca Cure, el vino Coca Beka, el ron, la pasta dental y el jabón. Las bolsas selladas con velas se convirtieron en cajas de cartón. Pero con su salto al mercado, llegó la primera demanda de Coca Cola por plagio de marca. Pero Fabiola Piñacue logró demostrar que su comunidad usaba el nombre de “coca” mucho antes de que la famosa gaseosa fuera la más consumida alrededor del mundo.

Pero la Junta Internacional para la Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), encargada de vigilar y controlar la producción de drogas, ya tenía en la mira a Coca Nasa. De allí habrían llegado presiones hacia el Invima, que en enero de 2007 emitió una circular ordenando el retiro de todos los productos a base de coca del mercado. Aunque Piñacue terminó ganando y el Consejo de Estado le dio la razón, el coletazo judicial acabó la producción de Coca Sek.

Sin dejarse tumbar, Fabiola Piñacue mantuvo a flote su emprendimiento por el que fue  fianalista del premio a la empresa más exitosa del mundo indígena en Toronto, Canadá, en 2004 y finalista del premio Ventures en 2006. Pero las multinacionales y el Invima no fueron los únicos obstáculos para Coca Nasa. En Tierradentro, desde donde sacaban las bolsadas de hoja tostada, la pelea era con los narcotraficantes y los demás grupos armados que convirtieron el negocio de la planta en su principal sustento. Cuando no estaba comprando directamente a los campesinos, Piñacue empezó a convencer familias indígenas para vincularse a su proyecto, triplicando casi el número con el que arrancó en 1999.

Pero su tarea para desatanizar la coca comenzó a ser torpedeado, según ella, desde 2008 cuando el extinto Departamento Nacional de Estupefacientes lanzó la campaña “No cultives la mata que mata”, para frenar el cultivo de amapola, coca y marihuana. Piñacue inició su última gran batalla: sacar esas propagandas para siempre de la televisión, la radio y los periódicos. En 2010, la Corte Suprema de Justicia dio la orden de retirar el contenido por ser ofensivo y violar los derechos de los pueblos indígenas.

Tras 20 años de batallas, Fabiola Piñacue sigue al frente de Coca Nasa. Es ella misma quien recorre los caceríos de Paez comprando a los cultivadores y cuando no consigue suficiente o no tiene las elevadas sumas de dinero que ofrecen los narcos, es ella quien seca las hojas ante el sol andino del Cauca para enviarlas a la fabrica en Bogotá. Este emprendimiento se mantiene como el único con el permiso para comercializar productos de coca y como una alternativa económica para los departamentos cocaleros, donde ahora se han desplegado operativos de erradicación forzada.

Piñacue tiene sucursales en Medellín, Cali y Bogotá, que surten unas 300 familias que cultivan cerca de 30 a 40 plantas de coca sin dejar de lado el pancoger: naranjas, plátanos y cebollas. Logró retornar además la gaseosa Coca Sek, que venden por $7.000, y ofrece cerca de 15 productos para terminar de convertir el oro verde, con el que los armados trafican y el gobierno mantiene una guerra sin tregua, para convertirlo en la hoja con la que tengan un sustentos propio y le digan adiós a la guerra en sus territorios.

 

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