Un poco más serio y más humano
Opinión

Un poco más serio y más humano

Noticias de la otra orilla

Por:
junio 02, 2018
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Ayer el mundo se enteró que el gobierno del Partido Popular de España había sido tumbado mediante una moción de censura que sacó al presidente Mariano Rajoy de su cargo para huir con el rabo entre las piernas del congreso de España rumbo a un restaurante donde pasó seis horas sin que se atreviera a regresar a dar la cara en el debate que había desenmascarado la gran maquinaria de corrupción del partido de gobierno.

Hace apenas unos meses el presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski, había tenido que renunciar envuelto también en una trama de corrupción y sobornos que hicieron insostenible su gobierno, luego de que la ciudadanía y parte del congreso de ese país iniciara un cerco hasta lograr su dimisión a pesar de que éste intentara en vano desmentir todas las acusaciones.

En Colombia parece que no veremos nada así. Cuántas tramas y redes de corrupción se han descubierto en las altas esferas de nuestros gobiernos; cuántas masacres de lesa humanidad se han cometido con la anuencia de un gobierno y de sus fuerzas del orden, sin que hayamos tenido siquiera el más tibio amago para sacar a un presidente del palacio de gobierno y meterlo en la guandoca. presidentes, ministros, altos magistrados, procuradores, congresistas, enterrados hasta el pescuezo en el asco del delito y en este país no parece que existiera ni la dignidad ni la vergüenza.

Hemos llegado al punto de ser, por igual, el hazmerreir y el horror de muchas democracias del mundo que no dan crédito, que no pueden siquiera concebir, que medio país nuestro desprecie el anhelo de la paz votando un No en un plebiscito y embarcándose casi todos, sin la menor reticencia,  en el tren paraco de la guerra, aceptando que prefieren matar a quien haya que matar con tal de que no llegue al poder otro animal político que no sea Uribe, u otro a quien el temible expresidente designe, ordene o mande.

No importa que los documentos que libera la memoria muestren al expresidente Gaviria gritando en un inusitado arrebato de histeria “Uribe mentiroso, Uribe mentiroso, Uribe mentiroso”; y al mismo expresidente llamar al otro expresidente “mafioso”, “paraco” y “delincuente”; y al inútil de Pastrana reclamarse que fue él el que denunció a Uribe como “narcotraficante”; y a Vargas Lleras  contar sobre los episodios judiciales de los alegatos que decían quién era o no era amigo y beneficiario de las chequeras del Mono Mancuso.

La nueva perla, no la última, de nuestra democracia es la del señor Fiscal General de la Nación anunciando la “repugnancia” de la corrupción electoral que va a escandalizar al país entero, pero que él, como si fuera el animador de un nuevo reality de la televisión colombiana, no denunciará sino hasta después de comerciales; es decir, después de elecciones, para que todos vean y valoren lo pulcro y transparente que este funcionario es. ¡No seamos tan pendejos!

Sólo queda la esperanza de que la mitad de ese país recapacite y logre, en la nueva oportunidad de la segunda vuelta, por milagro o por un extraño malestar de la consciencia, decidir su voto por la opción de un país distinto que de seguro ofrece la Colombia Humana de Gustavo Petro.

Estoy convencido de que no hay posibilidad de comparación alguna entre Duque y Petro. Que el primero tiene un libreto previamente escrito del que no va a mover una sola línea porque no va a atreverse a pensar por sí mismo. Y que Petro, difícil y disociador como es, egocéntrico pero no bruto, ha aprendido duras e importantes lecciones que pueden permitirle gobernar con un talante diferente al que lució gobernando a Bogotá. Porque capacidades tiene. Lamentablemente las reservas que inspira a diestra y siniestra impidieron que el país aprendiera la gran lección política de ver juntos a De la Calle, Petro y Fajardo empujando juntos el vagón rezagado de la Paz, mientras Robledo, Mockus, Navarro y la López, le quitaban la cantidad de palos y piedras que el uribismo le ha atravesado para verlo descarrilarse hacia el carajo.

 

Ad portas de una segunda vuelta electoral,
enfrentamos la mezquindad de quienes argumentan
un voto en blanco que sólo sirve a los corruptos

 

Perdimos la oportunidad de esa gran lección que le hubiera hecho un bien enorme a esta Colombia descuartizada por los odios y la idiotez. Ahora, ad portas de una segunda vuelta electoral, en donde quedan vivas aún las chispas de una posibilidad de cambio histórico, enfrentamos la grosera mezquindad de quienes argumentan un voto en blanco que sólo sirve a los corruptos, a esos que están hechos hoy un solo cuerpo informe y pegajoso de mafia y de intereses malsanos, pero unidos en su búsqueda del poder; mientras los otros quedan desgranando las minucias de la pequeñez y los resentimientos personales. Esa vaina en nada ayuda.

Así que si los unos no y los otros tampoco, tocó entonces redoblar los votos que petristas y no petristas pusimos en la primera vuelta para ver si sacamos adelante un proyecto de país un poco más serio y más humano.

 

 

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