Un cuadrito para pensarnos la pandemia en Polombia y Latinoamérica

Un cuadrito para pensarnos la pandemia en Polombia y Latinoamérica

"Señores, no nos está matando el COVID-19, ni tampoco la 'indisciplina ciudadana', sino la banca"

Por: Susana E. Matallana Peláez
febrero 08, 2021
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Un cuadrito para pensarnos la pandemia en Polombia y Latinoamérica
Foto: Leonel Cordero

La pandemia no había llegado a Latinoamérica cuando el New York Times ya pronosticaba, en un artículo publicado en marzo del año pasado, que el continente sería el más afectado por el COVID-19.[1] Pues bien, casi un año después, el artículo se revela profético: América Latina presenta un panorama alarmante, con un crecimiento exponencial del contagio y un número de muertes que amenaza con sobrepasar rápidamente las cifras de la Unión Europea y Estados Unidos, sobre todo ahora que ya sabemos que la vacunación masiva en el continente no empezará antes del segundo trimestre del año.[2] Pero esto no es todo. Latinoamérica presenta niveles de contagio y muerte muy superiores — ¿quién lo creyera? — a los del continente africano. Y frente a los países del bloque asiático, con quienes a veces aspiramos a codearnos,  el resultado es francamente vergonzoso.

El artículo del New York Times ya lo anunciaba, pues aducía que debido principalmente a la muy baja inversión del continente en salud, “incluso — óigase bien — por detrás del Norte de África y el Medio Oriente”, el continente podría “convertirse en la mayor víctima del COVID-19.” En Polombia, el gobierno de Duque y los medios de relaciones públicas (que no de información, pues hacen de todo, menos informar) nos repiten a diario, que el contagio y las muertes se deben fundamentalmente a la “indisciplina ciudadana.” Ignoro si en el resto de Latinoamérica se vende el mismo relato, pero sospecho dadas las tristes similitudes entre nuestros países que los noticieros y la prensa oficialista difunden una narrativa similar. Aunque la “indisciplina latinoamericana” es un cliché, que como todo cliché tiene algo de cierto, frente a la complejidad del problema que afrontamos, no puede ser sino una grosera simplificación. Simplificación que resulta aún más sospechosa al revisar los índices de densidad poblacional asiáticos, muy superiores a los latinoamericanos, como puede apreciarse en el siguiente cuadro.

¿Cómo explicar entonces que países como Malasia o Indonesia, con poblaciones superiores a la de Brasil y densidades relativas 4 o 5 veces mayores, tengan cifras de infectados y muertes notablemente inferiores a las del gigante latinoamericano? ¿Cómo explicar que un país como Japón, con una población similar a la de México, pero 5 veces la densidad relativa del país azteca, tenga tan solo 40.000 infectados y 5.000 muertos por COVID-19, mientras que México ronda los 2 millones de infectados y los 163.000 muertos? ¿Cómo explicar que un país como Singapur, con 6 millones de habitantes y una densidad poblacional de 7900 habitantes por kilómetro cuadrado (¡!) tenga únicamente 60.000 infectados y 29 muertos, mientras Panamá, con 4 millones de habitantes y una densidad relativa 141 veces inferior, tiene 325 000 infectados y 5400 muertos? Y en el caso de nuestra querida Polombia, ¿cómo explicar que países como Myanmar o Korea del Sur, con poblaciones equiparables, pero densidades relativas 2 y 11 veces mayores, tengan cifras de contagio 15 y hasta 26 veces inferiores a las de Colombia? ¿Cómo explicar que las muertes en Colombia sean 18 y 36 veces superiores a las de estos dos países? ¿Será que de verdad — seriamente — le podemos atribuir semejante desastre a nuestra indisciplina? Porque por más “disciplina ciudadana” que puedan tener los asiáticos, lo cierto es que viven literalmente apilados los unos encima de los otros — lo que sin duda hace difícil cualquier distanciamiento social.

¿No será más bien que las raíces de tamaño descalabro se remontan a la destrucción de los sistemas de salud pública en el continente? Y en el caso de nuestra fallida Polombia, ¿no será que la debacle a la que estamos asistiendo está íntimamente ligada al “sistema de salud” que implementara en la década de los noventa el padrino político de Duque?

El desastre que estamos presenciando en el país es el resultado de 30 años de un sistema criminal que convirtió a la salud en una puerta giratoria que le permite al sector bancario captar dineros públicos por cerca de 40 billones de pesos al año para rentabilizarlos, en lo que constituye el atraco más fabuloso a población alguna. En Polombia, señores, no nos está matando el COVID-19, ni tampoco la “indisciplina ciudadana”, sino la banca.

* Cifras a febrero 2021.

[1] América Latina puede convertirse en la mayor víctima del COVID-19

[2] Organización de las Naciones Unidas, febrero 2021.

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