Trump y Uribe, dos locos que andan sueltos
Opinión

Trump y Uribe, dos locos que andan sueltos

Qué bicho le ha picado al exsenador y expresidente para que haya remplazado al castrochavismo de siempre por el socialismo que Trump esgrime contra su oponente demócrata

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octubre 16, 2020
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Uribe ha emprendido una nueva cruzada. Como en aquellas expediciones que con pretexto religioso ordenaban papas y reyes europeos contra los árabes, el expresidente invoca al cielo: Soy sobreviviente por la protección de Dios, de la Santísima Virgen y de los soldados y policías de Colombia. Razón poderosa para sentir que el reposo y la resignación no hacen parte de mis opciones. Su agitación y su soberbia, según él, son producto de la voluntad divina.

Sé que no tengo cupo en el tren del apaciguamiento, donde por evitar las dificultades de la lucha y congraciarse con el tigre, se termina en sus fauces, afirmó en su declaración al recuperar la libertad. Su misión está definida, acabar implacablemente con el monstruo llamado socialismo, exterminar ese peligro que pretende replicar el fracaso de Venezuela y Nicaragua y que tiende mantos de incertidumbre sobre otros países de la región.

No habrá paz ni entendimientos con nadie. Igual que Antonio Conselheiro, el fanático religioso del nordeste del Brasil magistralmente descrito por la pluma de Mario Vargas Llosa en su novela La guerra del fin del mundo, Uribe ha determinado que el mal se encuentra camuflado en la república social de derecho nacida de la Constitución de 1991. Por consiguiente hay que convocar un referendo que la derribe y cree el Estado de Opinión en su lugar.

Pensemos además en un Referendo que disminuya el Congreso y la burocracia, adopte una norma vértice para la cúpula de la justicia, garantice ingreso solidario a los más pobres, y confirme el decomiso de la droga sin criminalizar al consumidor. Que derogue la JEP y confiera garantías a los integrantes de las Fuerzas Armadas, también a los desmovilizados de buena fe.

Su meta se enmarca en un ideario rector: A las confiscaciones del socialismo, a sus impuestos y restricciones asfixiantes, que inhiben la creatividad, opongámonos con más seguridad, más empresas que ofrezcan más oportunidades, más cohesión social, más educación, más emprendimiento y más remuneración.

Su inconsecuencia es proverbial. Su partido se opone rotundamente a que los 14 millones de pesos que se pagan por gastos de representación a los congresistas, deje de pagarse a aquellos que no asisten a sus sesiones presenciales, la única causa que las justifica. Por otra parte, el Fondo Monetario Internacional, templo sagrado del capitalismo, está llamando a todos los Estados a cobrar más impuestos a los grupos más acaudalados y las empresas más rentables.

En palabras del mesiánico dirigente, tanto a unos, los congresistas uribistas, como a los otros, los funcionarios del Fondo Monetario Internacional, habría que condenarlos por defender ideas socialistas, pese a que en su parecer es el socialismo el que pregona el odio de clases. Cabe preguntarse qué bicho le ha picado al exsenador y expresidente para que haya remplazado al castrochavismo de siempre por el socialismo.

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En palabras del mesiánico dirigente, tanto a los congresistas uribistas, como a los funcionarios del Fondo Monetario Internacional, habría que condenarlos por defender ideas socialistas

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La respuesta no está lejos. Uribe y sus seguidores han decidido plegarse de rodillas ante la candidatura de Donald Trump, el orate que pretende hacerse reelegir el 3 de noviembre en los Estados Unidos. Hacerlo significa sumarse en coro al discurso del presidente norteamericano. Y este ha optado por tachar de socialista a su oponente demócrata y a todos los que al interior de su país y el mundo sientan alguna simpatía por Biden.

Son socialistas el expresidente Obama y los funcionarios de ese gobierno. Todos ellos tienen por objeto destruir el sistema capitalista y echar a pique la gran nación norteamericana. Igual lo son los congresistas del partido demócrata. La prueba que exhibe orgulloso es el acuerdo de normalización de las relaciones con Cuba que firmó Obama en 2017 con Raúl Castro, un propósito de humanidad y justicia que él se ufana de haber echado atrás.

El señor Trump se ha referido al Acuerdo de Paz suscrito entre el Estado colombiano y las FARC en noviembre de 2017, como la rendición del gobierno de Juan Manuel Santos al narcoterrorismo. Y lo que es más llamativo, expresamente ha afirmado que su nueva Administración trabajará conjuntamente con el gobierno de Colombia, en lo que él llama la estabilización de la región. Para los voceros de su campaña, Santos es un socialista.

Como lo son aquellos que incorporan a su lenguaje la palabra progreso. Petro, entre ellos. Trump ha retrotraído al mundo por lo menos cincuenta años. Su peligrosa obstinación contra Rusia y China amenaza la paz mundial. Uribe se declara su más ferviente seguidor, apostando a un apoyo para su partido en el 2022. Él y Trump ignoran olímpicamente que el socialismo desapareció hace tres décadas de la faz de la tierra.

Llaman socialistas a los defensores del medio ambiente y los derechos humanos, a los que trabajan por la paz y la justicia social, a los que se oponen al totalitarismo. Hasta a los indígenas que piden ser oídos. Están completamente locos.

 

 

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