¿Torsión homosexual del lenguaje?

¿Torsión homosexual del lenguaje?

Si una persona no es exclusivamente heterosexual, ¿entonces qué es?, ¿bisexual? No, estos no abarcan la identidad que pretenden los queer

Por: Carlos Roberto Támara Gómez
agosto 17, 2018
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¿Torsión homosexual del lenguaje?
Foto: Pixabay

Hay que correr rápidamente, a velocidades supersónicas, para evitar que digan por ti lo que no estás queriendo decir. Leyendo el New York Times he encontrado esta perla acerca de cómo debe torcerse el lenguaje hispano para darle cabida en este caso a un término que resultó siendo intraducible o, digamos, embarazoso; y que hace relación a ciertas conductas indefinibles dentro de la hoy abigarrada condición “no heterosexual” según cierta retórica de marras del único colombiano ilustre. Cito:

“Según la Alianza Gay y Lésbica contra la Difamación (GLAAD, por su sigla en inglés), el adjetivo queer se usa para referirse a una persona cuya orientación sexual no es exclusivamente heterosexual, aunque también es común que se utilice para definir una identidad de género que no encaja con los estereotipos más comunes asociados a lo masculino/femenino”.

Si una persona no es exclusivamente heterosexual, ¿entonces qué es? Si recurriéramos al viejo principio aristotélico de la no contradicción —algo no puede ser y no ser al mismo tiempo— no tendríamos solución. No se admite una doble implicación. Eres o no eres. Si blanco es, gallina lo pone y frito se come, qué es. No es una adivinanza, es un verso formulaico para designar el huevo.

Tal parece que la aparición de las geometrías no euclidianas, las lógicas paraconsistentes, la matemática difusa, le teoría de la relatividad, la relatividad de escala, partículas y subpartículas atómicas, con ese bagaje, habría y posibilidades de resolver algunos de estos intríngulis (ojo con esta palabra).

Vamos a ponerla fácil. Según la matemática difusa el tramo entre el cero y el uno es infinito, incluso cualitativamente si asignamos criterios de valor; es decir, está tapiado de una gigantesca gama de grises. Ejemplos: del cero al uno existe el 0,1 el 0,0000001 y el 0,9999999999, etc. Así como el 0,000111222333 y toda suerte de figuras graciosas con los énfasis más insospechados. Al asignar valor tendríamos: el rango del 0,1 al 0,111 significa esto; del 0,112 al 0,222, significa eso; y así sucesivamente. Ad infinitum….

Lo obvio entonces, así parecería intonsamente, es que si puedes torcer la matemática, más facilidades tendrías para torcer el lenguaje. ¡Quieta Margarita! El asunto no es tan mamey. Es muy difícil inventar una palabra. Por ejemplo queer es una invención, hoy parece normal, que no se sabe qué quiere decir —sin duda razonable— ni siquiera en inglés. Necesitas ser ducho para imaginarlo. Peor, si intentas traducirla. Eso, admitiendo graciosamente que hay igual complejidad sexual inter fronteras transnacionales. Ejemplo demostrativo: será lo mismo decir queer que queeeeer o, q,uerr, o q,uuuueeerrrr. ¡Mamola! El asunto clave e insalvable es que las gramáticas son absolutamente diferentes, es más, inmiscibles.

Por qué no se usa el término bisexual. Es demasiado genérico, no tiene la precisión suficiente para aclarar la identidad que pretenden los queer.

Pero, será que se podría aprovechar la gramática matemática para resolver el chico. Intentémoslo. Necesitamos una definición extensiva, no se me ocurre por el momento otra. HHQ es el conjunto de hombres heterosexuales puros y queer. HHQ = hh + hq, tal que hh es hombres heterosexuales y hq es hombres queer. Pero qué pasa aquí: no hemos definido queer. Podría intentar otra: HHQ = HQ, tal que H puede ser Q, y Q puede ser H. Fin de este cortometraje.

A nadie se le ocurriría, suponiendo que esa barbaridad sea válida, escribir en alguna literatura una fantochería tal. Entonces argumentemos a ver qué es lo que pasa realmente, busquemos por otra parte.

¿Es que esto es algún problema social real? ¿Se va a caer el mundo? Patricia Hill Collins nos dice que sí. La importancia radica aquí en que las identidades sexuales, y de quién representa a quién, son un territorio de guerra terrible no solo en Estados Unidos. En un momento en que el capitalismo de gran profundidad busca identificar el consumo como estilo de vida, el asunto puede ser de importancia geoestratégica. Llegamos al punto preciso: se trata de un asunto de billete, de inversiones potencialmente gigantescas, y así por el estilo. Se desprende pues una quisquillosidad terrible y abrumadora entre los grandes escenarios de la homosexualidad, el lesbianismo, etc., etc.

Entonces cuál sería el final de esta película. Allí es cuando nos remitimos al título: debemos admitir una torsión homosexual del lenguaje. Es decir, el fenómeno homosexual ha llegado a tal grado de diversidad que el lenguaje se queda corto para inscribir las identidades. Recuerdan aquello de LGBT…, pronto no alcanzarán las letras.

Si queer demostró más allá de millones de intentos fallidos que es intraducible entonces admitámoslo tal cual y acostumbrémonos a usarlo así en los diferentes idiomas. Enésima fórmula salomónica. Esto será válido hasta cuando los queer empiecen a subdividirse. Imaginemos una queer femenina, que antes haya sido varón; es decir, que no solo le gusten los varones si no las féminas también. También: como ya el homosexual es un género, ¿existirá un queer homosexual?

Y no se vaya a creer que este fenómeno de las identidades es solo para la sexualidad. Imagínese cualquiera que sea queer republicano y persiga no ser confundido como demócrata, ni como hispanohablante.

¿Dónde fue Troya?

¿Ocurre en Colombia algo igual? Actualmente en el Congreso existe una endiablada pelea sobre en quién recaerá el nombramiento de contralor. César Gaviria pretende que un afín a su cauda sea elegido. ¿Será que Gaviria jugó a esto con la candidatura de De la Calle? ¿Qué identidad tendría? ¿Sería liberal simplemente? Germán Vargas también. Obviamente todo el tinglado de candidatos fue urdido casi inextricablemente por el único colombiano ilustre. Sabemos que la sexualidad en el senado es terriblemente abigarrada y en algún momento se especuló sobre cierta sociedad, digamos esotérica, del anillo, de manera que los votos decisorios podrían ser clasificados por difusa heteroclidad. Supongamos que Lafaurie sea alguien pura sangre de la entraña del único colombiano ilustre; ¿quién podría ganar que sea ilustrista heterosexual y al mismo tiempo gavirista no heterosexual y vargasllerista…? ¿Un contralor doble queer?

Abrogarse la libertad de inventar la palabra ilustrista es tan libre como en el pasado alguien lograrlo con la palabra queer.

¿Troya en Colombia? Puede ser….

Nota: la cita aparece en Una palabra es noticia: queer, escrito para el boletín diario de NYT en español por Paulina Chavira.

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