Todo fue un espejismo

Todo fue un espejismo

Creíamos poder solucionarlo todo, pero no. Muchas de nuestras certezas resultaron banales e inocuas. Si algo ha demostrado el coronavirus es que somos frágiles e inermes

Por: Fernando Botero Valencia
marzo 26, 2020
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Todo fue un espejismo
Foto: Pixabay

No puedo sustraerme de traer a la realidad de nuestros días la ficción de algunas películas donde vemos cantidad de amenazas que se ciernen sobre la humanidad y bla bla bla; el resto es parte de libretos muy bien elaborados y meticulosamente calculados para crear asombro y perplejidad en los espectadores.

Y ya hemos visto que la ficción en muchas ocasiones ha superado la realidad.

En dichas películas nos han mostrado la pequeñez del ser humano frente al letal peligro de un asteroide cayendo sobre nuestro planeta o de una plaga enfermándonos y matándonos; pero a la vez nos muestran que los seres humanos con su insignificancia en el universo, sacamos el gigante de su interior y resurgimos para luchar y vencer esos peligros... ¡Pasa en las películas!

¿Y en la vida real?

La lección que nos está dejando la pandemia del COVID-19, que tiene arrodillado todo el planeta, es que muchas de las certezas que hasta hoy teníamos eran banales, inocuas y que todo ha sido un espejismo.

Pues siempre hemos creído que las grandes potencias o por lo menos los países más desarrollados de la Tierra deberían tener la solución a grandes problemas. Siempre creímos que con toda la ciencia actual, con tantos premios Nobel a científicos eminentes y descubrimientos médicos, estaríamos a salvo de cualquier plaga o virus, que solo sería cuestión de unos pocos días y la solución la tendríamos; de hecho, el cáncer cada día se propaga como una pandemia y la ciencia del hombre nada que puede neutralizarla.

¿Y que pudimos comprobar? Que somos frágiles e inermes.

Qué decir de Nueva York, la capital del mundo, la ciudad futurista, de los trillones de negocios y de dólares, la ciudad de los capitalistas y jeques petroleros, la ciudad más enorme de los Estados Unidos; pues que solo tiene dos mil quinientas unidades de cuidados intensivos ¡Dos mil quinientas!

Un verdadero espejismo lo que siempre creímos tener en frente.

Quién se puede imaginar que la primera potencia del planeta, el país más rico de cuantos existen, la economía más exuberante, no tenga la capacidad médica de atender a sus ciudadanos en caso de una tragedia sanitaria.

Y cómo no evitar mencionar a Italia y España, dos países europeos, la meca de la civilización de culturas milenarias, primermundistas, estados hipermillonarios y desarrollados; hoy cuentan por cientos sus muertos a causa de un virus que se ha ensañado con los viejitos.

Estos dos países no tienen la capacidad de atender en sus sistemas de salud a los enfermos, cuando creíamos que lo tenían todo cubierto, calculado y presupuestado.

Un espejismo más...

Y cuando estamos viviendo un momento tenso y difícil en todo el mundo, nos llegan noticias de que varios asteroides pasarán muy cerca de nuestro planeta en abril.

Claro que la omnisciente Nasa ya nos tranquilizó diciendo que no ninguno representa peligro de colisión, excepto claro, que ninguno cambie su órbita. ¡Ojalá a ninguno le dé!

Pero como en otros asuntos, también creímos que ante esa eventualidad no nos deberíamos preocupar porque “las grandes potencias” deberían tener un plan B, y cualquier gran roca del espacio puede ser destruida camino a nuestro planeta.

Pero si ante un imperceptible virus nos hemos casi que diezmado, ya nos podremos imaginar frente a un enorme asteroide, simplemente solo nos quedaríamos viéndolo caer sobre nosotros tal como en la película “Impacto profundo”.

Estas cosas que nos están haciendo daño y tantas otras que siempre han estado allí acechándonos y esperando el momento nos envían el mensaje de que los seres humanos no estamos preparados para enfrentar peligros inminentes que nos puedan borrar de la faz de la tierra.

Y como un karma que se devuelve, estas tragedias a menudo nos dan la oportunidad malamente de ver el hueso a través de la herida, y es cuando podemos vernos tal y como somos a pesar de tanto dinero, ciencia y zalamería: pequeños, muy pequeños.

Como una vez más comprobamos que muchas de las cosas que creíamos ciertas son solo un espejismo, debemos hacer que estas amenazas siempre sean una oportunidad.

Y lo digo en el sentido individual, de cada uno. Y me refiero a que muchos de los grandes problemas del mundo lo provocan personas que detentan el poder y las decisiones que afectan a millones de personas; entonces mi teoría es que como eso es algo que nos limita, nos impide y nos subordina, desde nosotros mismos produzcamos los cambios que pueden hacer la diferencia, siendo más conscientes con el medio ambiente, ser mejores personas, ser mejores ciudadanos, investigar y aprender, dar ejemplo, mitigar nuestros defectos.

Estamos viviendo épocas de grandes cambios, muy difíciles.

Y cuando volvamos a nuestra normalidad que tendrá que ser, debemos ser conscientes que muchas cosas habrán cambiado; es como creer que hubo un “reseteo” del mundo, donde muchos habrán de empezar de cero y otros continuar pero con más dificultades, donde a muchos les dará más duro lo que ya no es, pero también donde muchos verán oportunidades nuevas.

Nuestro país y el planeta están “cerrados” hasta nueva orden, y eso ya no es un espejismo es la realidad que vemos de frente para volver reinventados, para empezar a hacer cosas mejores y buenas y contrarrestar las cosas malas; para volver más fuertes y solidarios.

Esta pandemia debe tener algo positivo también. Nos hemos unido más como familia y hemos extrañado más a nuestros amigos, nos hemos visto más compasivos con los animales que reclaman el planeta como suyo, hemos aprendido a disfrutar sencillos momentos en casa con nuestros seres queridos y viendo que los momentos felices no solo se viven en una playa. La pandemia nos ha dejado que ricos y pobres somos iguales y que las ideologías políticas son algo irrelevante ante la vida.

Los espejismos nunca enseñan nada, las dificultades nos preparan y nos hacen crecer.

¡Feliz cuarentena!

 

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