Tierras y cultivos en Colombia

Tierras y cultivos en Colombia

"Cambiar la orientación de la política agropecuaria y retomar la senda de la autosuficiencia alimentaria es inaplazable"

Por: Oscar E Gutiérrez Reyes
abril 13, 2021
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Tierras y cultivos en Colombia
Foto: pxfuel

Colombia dispone de más de 50 millones de hectáreas para adelantar labores agrícolas y pecuarias que, si se hubieran podido desarrollar, nos habrían convertido, seguramente, en un país moderno y, sin duda, en una potencia en la producción agropecuaria mundial. Sin embargo, esa transformación no se dio. No porque los colombianos no seamos capaces de hacerlo sino, por qué, quienes estuvieron encargados de adelantar los cambios que conllevaran a esas modificaciones —en el tipo de agricultura que podíamos tener— no lo hicieron o no fueron capaces de hacerlo o lo intentaron, pero fallidamente. Lo cierto es que la tarea quedó pendiente.

Eso llevo a un desarrollo agrícola nacional enclenque, parcial, fortuito y atrasado que nos tiene en la condición de producir algunos bienes del agro para la exportación, café, bananos, flores, commodities como los llaman los economistas y que, por la circunstancia misma de ser materias primas, están sometidos a las imposiciones de monopolios que manejan el comercio mundial e imponen condiciones de intercambio sumamente ruinosas para los productores y países sometidos a su control.

También, en medio del desarrollo azaroso por la violencia de todo tipo que viven las zonas agrarias, el agro nacional logró alimentar a los pobladores de estos terruños, pero, a partir de 1990, ha perdido la capacidad de hacerlo. Ya se está importando el 35% de los alimentos que consume el país como resultado de la otra condición que se nos impone, la de dejar de producir lo que podemos producir para importar la dieta básica de los colombianos.

Un desarrollo agrícola atrasado y el férreo control de los monopolios y de una potencia extranjera llevaron a que el país, según la Encuesta Nacional Agropecuaria, ENA, 2019, “en el total del uso del suelo, durante 2019, haya sido de 50.102.269 hectáreas, encontrando que, predomina el uso pecuario con 39.017.179 hectáreas y una participación del 77,9%, seguido de los bosques con 5.175.846 hectáreas (10,3%), el uso agrícola con 4.617.116 hectáreas (9,2%) y otros usos con 1.292.128 hectáreas (2,6%)”.

El área total sembrada o plantada en cultivos agroindustriales en 2019, según la misma encuesta, “fue de 2.186.389 hectáreas. Las mayores participaciones corresponden al cultivo de café (38,4%) con 839.661 hectáreas, palma de aceite (25,0%) con 546.085 hectáreas y caña para azúcar (13,7%) con 299.407 hectáreas y caña panelera con 234.519”.

Pero, además, según la distribución por cultivos, tenemos que, en café, caña para azúcar y para panela y palma aceitera, hay sembradas más de un millón 900 mil hectáreas y, si se agregan las cultivadas en banano -111 mil 250 hectáreas- el resultado es que el área sembrada con estos monocultivos sobrepasa los dos millones de hectáreas, de los 4 millones 617 mil que tenemos cultivadas.

La misma encuesta (ENA 2019) indicó que,“la producción total registrada fue de 63.247.863 toneladas de las cuales 42.208.363 toneladas corresponden al grupo de agroindustriales (66,7%), 6.712.167 toneladas a frutales (10,6%), 6.404.514 toneladas a tubérculos y plátano (10,1%), 4.423.183 toneladas a cereales (7,0%), 3.051.481 toneladas a las hortalizas, verduras y legumbres (4,8%) y 448.154 toneladas (0,7%) a árboles frutales dispersos”.

Y si se mira con mayor detalle se encuentra que, de los llamados agroindustriales, 41 millones 800.000 toneladas son azúcar, palma aceitera, caña panelera y café. Solamente nos queda, 4 millones 423.000 toneladas de cereales, 3 millones 51.000 toneladas de hortalizas, verduras y legumbres y ¡oh sorpresa! 6 millones 404.000 toneladas de tubérculos y plátano.

En conclusión, muy poco hemos avanzado en todos estos años, en la dieta básica que debe incluir granos, cereales, verduras, frutas, leche y sus derivados y proteínas, es decir, carnes, pescado, huevos y frutos secos. En muchos de ellos, nuestra producción disminuyó con la apertura económica y con los TLC se redujo, sustancialmente, su producción. TLC y libre mercado nos llevaron a dejar de sembrar gran parte de la dieta básica. Nos arrasaron con importaciones de casi todos los granos y cereales, y avanzan las importaciones de pescado, algunas frutas, lácteos, ciertas oleaginosas, carnes y otros alimentos más.

Cambiar la orientación de la política agropecuaria y retomar la senda de la autosuficiencia alimentaria es inaplazable. Esforzarnos para que los colombianos lo entiendan y lo hagan es indispensable.

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