¿Por qué teméis a la revolución?

¿Por qué teméis a la revolución?

Ahora las FARC aterroriza no con fusiles sino con ideas que podrían sobreponerse a tanto masoquismo proselitista. Es un nuevo escenario que propone cosas distintas

Por: Iván Antonio Jurado Cortés
septiembre 01, 2017
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¿Por qué teméis a la revolución?
Foto: laizquierdadiario.com

En un pasaje bíblico alguna frase como: “¿Por qué lloráis si sabéis que estoy vivo?”, enseña una reflexión que dosifica el grado de estabilidad emocional de una persona, traduciéndose en desasosiego o profundo dolor que solo a través del llanto puede liberar esas aflicciones que desgastan el alma y debilitan el cuerpo. El sentimiento humano instintivamente procede acorde a las circunstancias, reflejando nerviosismo o seguridad, mucho tiene que ver las actuaciones y la personalidad que prácticamente trazan el sendero por donde debe proseguir la vida de cada quien.

Ahora se podría decir, ¿por qué teméis a la revolución?, es algo que hasta la fecha los políticos no han podido explicar, simplemente se limitan a dar opiniones inconsistentes y salidas de la realidad que en nada apuntan a responder a un cuestionamiento que popularmente hace la gente. Desde las conversaciones en la Habana hasta la etapa del posconflicto, se nota que ha crecido el temor de ciertos dirigentes que hasta hace poco yacían como las ‘vacas sagradas’ de la política-electoral. La insistencia de estos personajes a veces raya en la sinvergüencería más espuria.

Como decían mis ancestros, "el que la debe la teme", o como reza este refrán, "el que tiene rabo de paja no se arrime a la candela", son muchísimas las metáforas en torno a demostrar que cuando una persona no procede bien, en cualquier momento puede hacerse justicia. Se ha convertido en retahíla el cuento del famoso "castrochavismo" o de que el demonio se lleva a los malos y a los buenos el cielo los espera para convivir en santa gloria por los siglos de los siglos. El sistema educativo ha sido permeable hasta el extremo de que sean los intereses capitalistas los que se sobrepongan a los principios humanos, siendo estas mentiras su mayor anclaje.

Ha quedado al descubierto la verdadera preocupación de la mayoría de políticos tradicionales del país, aunque ellos insistan que el proceso de pacificación con las Farc fue débil frente a la petición popular, insistiendo que la exagrupación armada fue privilegiada por encima de la sociedad civil,  en el fondo lo que les quita el sueño a los "padres de la patria" es que ya no tienen argumentos creíbles que puedan seguir hipnotizando a la masa. El nerviosismo es evidente en estos personajes de ‘paño inglés’ porque sienten pasos de animal grande que podrían dañar su continuidad como ‘políticos’.

Lógicamente ellos seguirán expresando que les preocupa la justicia transicional, el manejo de las tierras y las víctimas, pero todo esto es carreta. Quien les puede creer con semejante corrupción de alto calado que se maneja a nivel nacional que ni las altas cortes que supuestamente son las que imparten justicia, están libres, que será de lo demás. A medida que se agita el abanico electoral, la mayoría cuestionan el proceso de paz; muchos que al inicio aplaudieron la iniciativa, ahora les preocupa el articulado del acuerdo. Hay que entenderlos, son gajes del oficio como decía mi abuelo.

Además de que se evita un sinnúmero de muertes, lisiados, secuestros, atentados a la infraestructura estatal y otro tipo de crímenes, este acuerdo de paz sirve para desenmascarar una madeja de solapados que venía haciendo de la suyas, y eso que falta que entre a funcionar la Justicia Especial para la Paz, que indudablemente pondrá contra las cuerdas a tantos ‘machos’ que hasta hoy cacaraquean dándoselas de "café en leche". Amanecerá y veremos. No se necesita ser neurólogo para entender la enfermedad que viene socavando la tranquila salud de los "doctores".

Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común ‘FARC’ es el nuevo partido político que empieza a abrirse paso en un convulsionado mundo político-electoral, donde la gente del común es la damnificada, solicitando en medio de su timidez otra opción que por lo menos garantice mayor participación, permitiendo expresar sentimientos acumulados de muchos años de impotencia. A los partidos políticos tradicionales les preocupa sobremanera que la recién creada fuerza alternativa sea el escampadero de millones de constituyentes primarios sometidos hasta la fecha por una soberbia esclavitud electoral.

Al carajo la letanía del ‘castrochavismo’, invento uribista y de otros convencidos que la patria es el sonajero para entretener bebes de la élite. En el corazón de las noches de caviar, la amenaza contra la pasividad burgués arrecia sin titubeos. Ahora las FARC aterroriza no con fusiles sino con ideas que podrían sobreponerse a tanto masoquismo proselitista. Por supuesto que el generalizado temor de que prospere el nuevo partido revolucionario es porque la verborrea de los de siempre está demasiada resquebrajada. Es un nuevo escenario que propone cosas distintas y otras oportunidades.

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