El suicidio: un fenómeno en alza

El suicidio: un fenómeno en alza

Cada 40 segundos se suicida una persona en el mundo. En el 2015 se suicidaron 5.6 colombianos al día

Por: Annabell Manjarrés Freyle
noviembre 22, 2016
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
El suicidio: un fenómeno en alza
Foto: Pixabay.com

El suicidio es, para el escritor Albert Camus, la respuesta silenciosa ante el absurdo del mundo. Tales situaciones absurdas son vividas en distintas circunstancias. En nuestro país, por ejemplo, el principal motivo para quitarse la vida en los últimos cinco años ha sido la ruptura amorosa. Las tres causas siguientes son las enfermedades físicas y mentales, los problemas económicos y el desamor. Así puede leerse en la última edición de la revista Forensis (2015), órgano del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.

Sin embargo, más que las causas, preocupa el comportamiento ascendente del suicidio en el último lustro. A principio de la década, en 2011, hubo 1.889 casos mientras que en el 2015, 2.068 colombianos optaron por quitarse la vida, 10% más que en el año anterior cuando se suicidaron 1.878. Es decir, la tasa aumentó de 4,10 en el 2011 a 5,22 en el 2015 por cada 100 mil habitantes mayores de 5 años.

La revista Forensis trae otros datos perturbadores. De cada cinco suicidas cuatro son hombres, siendo los solteros los más propensos a quitarse la vida, sobre todo aquellos cuyas edades oscilan entre los 15 y 34 años, con mayor participación de jóvenes entre los 20 y 24. Según su ocupación, son los desempleados, los estudiantes y los trabajadores del campo quienes lideran la lista de casos. Las cifras del informe revelan que a menor escolaridad es mayor la tasa de suicidios.

Los colombianos, por otra parte, siguen prefiriendo el ahorcamiento y el uso de sustancias tóxicas como métodos a la hora de privarse de la vida, siendo el 100% de los infantes quienes acuden al primer método, y los adolescentes y jóvenes, al segundo. El empleo de las armas de fuego es el tercer método más socorrido, especialmente entre los adultos.

En 2014, 181 menores entre 10 y 17 años se quitaron la vida. Los días domingos son aquellos donde se registran más muertes por suicidio, seguido por los días lunes. El mayor número de casos suceden entre las 6:00 a.m. y 6:00 p.m., siendo el rango con mayor suicidio el comprendido entre las 3:00 y 6:00 de la tarde. Abril, agosto y marzo fueron en su orden los meses en que más colombianos se suicidaron.

Al igual que en el 2014, las tasas de suicidio más elevadas correspondieron en 2015 a Arauca (11,68), Amazonas (10,68), Caldas (8,45), Huila (7,75) y Quindío (7,59). Bogotá, Medellín, Cali Pasto e Ibagué son las ciudades con mayor número de suicidas. En la Costa, Cartagena y Barranquilla.

forensis-2013
Fuente: Forensis, 2013.

Suicidios en el Magdalena y Santa Marta  

En el período 2011–2015 hubo 9.546 suicidios en Colombia. En el Magdalena, para el mismo período, 176, de los cuales noventaicinco casos tuvieron como escenario Santa Marta.

El Magdalena y Santa Marta reproducen un patrón de crecimiento similar al registrado en el país. Resulta crítico el 2014, en donde hubo un incremento considerable en el número de suicidio tanto en el Magdalena (52 casos) como en Santa Marta, que reportó el 46,2% de los mismos. Para 2015, después de Santa Marta, los municipios de Fundación y Ciénaga registraron las mayores cifras: 5 casos cada uno.

De los 34 suicidios reportados en el 2015 para el Magdalena, 15 fueron cometidos por adultos, 13 por jóvenes, tres por ancianos y tres por adolescentes. Las cifras para Santa Marta en el mismo año fueron: ocho adultos, tres ancianos, dos jóvenes y dos adolescentes. Siguen siendo los hombres los más vulnerables con el 87,5% de los casos registrados en el departamento.

Las anteriores cifras, si bien no pesan mucho en la estadística nacional, sí ameritan mayor atención de las autoridades del departamento y de manera especial de las de Santa Marta por su comportamiento creciente en el período estudiado (2011–2015).

cuadro

Santa Marta suicida

El suicidio no es un tema nuevo en Santa Marta. En junio de 1999,  el suicidio del joven mecánico Dalvis Daniel Domínguez Garizabal fue noticia nacional. El diario El Tiempo, al reseñar su suicidio de un disparo, anotó que era el quinto caso en menos de dos meses. La noticia fue titulada “Alerta en Santa Marta por suicidios”. Las autoridades policivas, alarmadas, iniciaron una campaña de concientización para evitar nuevos casos.

En marzo de 2014, la Policía Metropolitana realizó la campaña “Crea conciencia, celebra la vida”, debido a una ola de cinco suicidios registrados entre 12  febrero y 12 marzo. Los suicidas eran hombres entre los 24 y 47 años.

En el 2015, la turista bogotana Claudia Patricia Bernal Ramírez se suicidó en el balneario El Rodadero, al lanzarse del séptimo piso del edificio Los Laureles. El de Claudia fue uno de los 15 casos de suicidios reportados en Santa Marta en dicho año.

En el mismo balneario, pero en enero de este año, sucedieron otros dos casos. El seis de enero, en el edificio Los Balcones, Alejandro Garrido Molina, piloto oriundo de Barranquilla, luego de asesinar a su mujer y a su hijo de cinco años, se quitó la vida. En mayo, un hombre en estado de embriaguez, decidió lanzarse del piso 12 del Edificio Diners.

Ese mismo mes, el periódico Hoy Diario del Magdalena publicó un informe titulado “Se ‘disparan’ los suicidios, van 18 este año”. Según la noticia, solo en enero se presentaron siete casos de suicidio: cuatro en Santa Marta y uno en cada uno de los municipios de Ciénaga, Sitionuevo y Plato. En febrero fueron dos casos de suicidios por problemas pasionales en Ciénaga y El Banco. En marzo, los suicidios en el Magdalena tuvieron como escenarios los municipios de El Banco, Nueva Granada, El Difícil y San Sebastián de Buenavista. En abril hubo un suicidio en Santa Marta y tres en mayo: dos en el Distrito y uno en El Banco. Las cifras no paran. En agosto, en el corregimiento de Tasajera se ahorcó un pescador de 46 años y, recientemente, en el Polideportivo de Santa Marta, un hombre de 53 años se ahorcó colgándose de un árbol, como puede constatarse en el diario El Informador del 26 de septiembre.

El fenómeno del suicidio también ha sido objeto de estudio para la academia. La Universidad del Magdalena publicó la investigación “Epidemiología del suicidio en la ciudad de Santa Marta (Colombia) durante los años 2004-2010”. Encontró que durante el período de estudio hubo 112 suicidios en Santa Marta. Según estas cifras, en la capital del Magdalena, la tasa aumentó de 2.4 en el 2009 a 4.0 en el 2010 por cada 100 mil habitantes. El  estudio se realizó con datos del Instituto Colombiano de Medicina y Ciencias Forenses, Regional Costa.

Qué dicen los planes de desarrollo sobre el suicidio

A pesar de que el fenómeno del suicidio ha sido mediático, en los planes de desarrollo departamental y distrital, paradójicamente llamados ·”Unidos por el cambio, Santa Marta ciudad del buen vivir” y “Lo Social es la Vía”, no proponen políticas concretas para prevenir el suicidio.

El Plan de Desarrollo del Distrito de Santa Marta, en su Línea de Salud (págs. 358-377) en ningún renglón aborda la problemática del suicidio de manera específica. Y aunque en el Plan de Desarrollo Departamental, en la tabla sobre metas sociales, propone reducir el suicidio en 6%, no contempla estrategias para prevenir el fenómeno.

Tampoco se escucha que un fenómeno creciente y latente en las viviendas, vías públicas y carreteras del departamento sea motivos de debates en los recintos de la asamblea departamental y los concejos distrital y municipales. El tema sigue siendo opaco, reducido al ámbito privado y de exclusivo manejo de las autoridades de Medicina Legal y policivas.

El Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018 tampoco contempla una política explicita para prevenir el suicidio en Colombia. De hecho, la palabra suicidio no aparece en ninguna de sus setecientas ochentaiún páginas.  Esta responsabilidad recae en el Ministerio de Salud, cuyo el Plan Nacional de Salud Mental 2012-2021 se propone disminuir la tasa de suicidios al 4.7 por 100 mil habitantes. También señala que las responsables de la disminución de la tasa de suicidio en el país son las seccionales de salud de los departamentos. Según el Plan, a 2021 el 100% de los municipios del país deberán tener implementada la notificación obligatoria del evento “Conducta Suicida” en el marco del Sistema de vigilancia en Salud Pública SIVIGILA.

Portada de Forensis 2014.
Portada de Forensis 2014.

En Barranquilla, donde la tasa de suicidio es de 4.6 por 100 mil habitantes, su plan de desarrollo tampoco propone una política concreta para prevenir el suicidio. Montería en cambio, cuyo Plan de Desarrollo “Montería adelante” está diseñado en concordancia con el Plan Nacional de Salud Mental 2014-2021, se fija como propósito del cuatrienio reducir la tasa de suicidios del 3,71 al 3,6. Cartagena a su vez, en el Plan de Desarrollo “Primero la gente”, dentro de sus cuatro desafíos en materia de salud propone “Reestructurar y generar políticas públicas, de educación, conciencia ciudadana, pensamiento colectivo, formación, resocialización, rehabilitación, reparación, inclusión ciudadana, recreación, deporte y cultura sostenidas en el tiempo”, para mejorar, la percepción social, reducir el consumo de sustancias psicoactivas, la tasa de suicidios, entre otras.

Como puede verse, en la Costa Caribe solo Cartagena y Montería han asumido, en concordancia con los planes nacionales, la responsabilidad de diseñar instrumentos para prevenir y reducir las tasas de suicidio.

Algunas explicaciones de Forensis

A la luz de las cifras presentadas no queda duda de que el suicido, dado el crecimiento de su comportamiento en los últimos años, es un problema de salud pública y social que requiere de mayores esfuerzos a distintos niveles. La tendencia creciente observada para el país corresponde con el aumento a nivel mundial, según reportes de la Organización Mundial de la Salud.

La tendencia observada advierte no solo de la incapacidad del Estado sino de la sociedad en general para frenar este fenómeno.

“Parece ser que las políticas y/o proyectos de prevención de suicidio, o no están llegando a la población más vulnerable, no se desarrollan con la oportunidad, constancia, recursos y atención que amerita; no involucra y coordina a todos los sectores que les compete (educación, salud, vivienda, bienestar social, etc.) o están inadecuadamente definidas y/o ejecutadas. El seguimiento de las cifras de suicidio en Colombia, año tras año, son inversas a la pretensión de disminución de la conducta autodestructiva.” (2015, p.48), concluye el estudio.

Se hace necesario, según el informe, fortalecer los programas de prevención y de salud para todos los grupos etarios e incrementar la investigación de este fenómeno. Asimismo, propone trabajar en la focalización de los factores de riesgo,  una labor que requiere del concurso de las entidades públicas, la familia, los organismos de salud, las escuelas, entre otros, en razón de la complejidad de un fenómeno en el que intervienen factores biológicos, genéticos, psicológicos, sociológicos, culturales y ambientales.

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Fuente: Forensis, 2015.

Una conducta evitable

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud la prevención del suicidio es posible si se tienen en cuenta tres aspectos: mayor control y supervisión de los mecanismos más frecuentes utilizados en la conducta suicida (poseer armas de fuego, plaguicidas, disculparse con todo el mundo, mensajes inquietantes en redes sociales, etc.); seguimiento a individuos con antecedentes de intentos de suicidio y a sus familiares; y garantizar el acceso a los servicios de salud a las personas con trastornos asociados como la depresión, la esquizofrenia y el trastorno bipolar.

El reto para las autoridades territoriales es grande. Las campañas episódicas, desarrolladas después de una ola de suicidio, aunque bien intencionadas no son eficaces en el largo plazo. El ejercicio de diseño de políticas para reducir el suicidio, debe partir de la necesidad de investigar más las causas del fenómeno y formar equipos humanos en condiciones de detectar las poblaciones en riesgo.

El suicidio y la filosofía contemporánea

El suicidio es el acto de privarse de la propia vida. Censurado, acto pasional o un derecho legítimo como argumentan algunos, será siempre un tema polémico, abierto.

El escritor y pensador argelino Albert Camus (1913–1960), en su famoso ensayo “Un razonamiento absurdo”, expresó: “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no vale la pena de vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía”. Más cerca a nuestros años, también en París, el excéntrico filósofo rumano Emil Cioran (1911–1995) escribió: “Vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera: sin la idea del suicidio, hace tiempo que me hubiera matado”.  Jules Renard (1864–1910), menos transcendente y antes que ellos, había anotado en su Diario: “¡Cuántos han querido suicidarse, y se han conformado por romper sus fotografías!”. Cioran murió de muerte natural en su amada París y Camus en un accidente de auto en su natal Argel.

“No existe un derecho a la muerte, dado que la finitud de la existencia es parte de la condición humana” ha dicho recientemente la doctora Eva Martínez Sempere, profesora de la Universidad de Sevilla, España.

@annabellmf

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