“Solo la verdá”, gaitas sin pesares ni dolores
Opinión

“Solo la verdá”, gaitas sin pesares ni dolores

El tema de esta cumbia asuntada y profunda resuena como un clamor infinito en Los Montes de María, donde falta ahora que aparezcan las verdades ocultas o silenciadas por años

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enero 23, 2019
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El 29 de enero se cumplirán dos meses del inicio del mandato de la Comisión de la Verdad. Un mandato, que entre otros asuntos, deberá entregar en tres años un informe que revele  (la petición es alta), la verdad sobre el conflicto armado colombiano.

Aquel 29 de noviembre de 2018, la voz del gaitero Juan de Dios Narváez se escuchó plena, diáfana y adolorida al cantar el tema Solo la verdá, una cumbia asuntada y profunda que resuena en estos territorios como un clamor infinito.

Juan de Dios Narváez, nació en Ovejas. Sus compañeros del grupo Golpe Secó, dirigidos por el maestro Nando Coba son hijos todos de los Montes de María. Una región de cantos de río,  zafras de madrugada, cantos de vaquería, bullerengue sentao, gaitas cabeza e’ cera, de pitos de caña, latón y papaya, de tambores festivos, cantos fúnebres y vibrantes, de sones de negro y de indio, una geografía que ha sido reconocida en el país por dos razones. La primera, su diversa vida cultural. Una tradición que se ha venido transformando con brotes de modernidad, sin perder esencias ancestrales. La segunda, las muertes y masacres que ha dejado el conflicto, con la presencia de actores armados de toda laya, incluidos los estatales.

En Montes de María se ha sufrido y llorado tanto, como se ha gozado y se ha bailado (se sigue…) El tema Solo la verdá del compositor Adrián Villamizar, ganó en 2018 el concurso de canción inédita del Festival de Gaitas de San Jacinto.

Dos estrofas y el coro, de esta cumbia bella y dolorosa.

Vinieron para que hubiera/ Vinieron para que hubiera nuevamente orden y paz/ Dizque pa’ acabar la fiera/ Dizque pa’ acabar la fiera que nos quería gobernar/ Y aquel que no los siguiera era otro enemigo igual/ Y el remedio que nos dieran fue peor que la enfermedad//

Coro: Dime la verdá, solo la verdá, no hay reparación ni justicia, sino es con verdad.

Llegaron los guerrilleros/ Llegaron los guerrilleros, luego el paramilitar/ Y es claro que entre dos fuegos/ Es claro que entre dos fuegos/ Cualquiera es un blanco más/ La sangre te pone ciego y te torna un animal/ Contame quiénes lo hicieron/ Contame cómo lo hicieron/ Pa’ que pueda perdonar.

Las temáticas que se narran en canciones como la de Adrián Villamizar, fueron “bautizadas” en los tiempos de la lucha entre paramilitares, fuerza pública y guerrilla de las Farc, como canciones “protesta”, letras que no era bien recibidas por los jurados, que daban preferencia a las que mencionaban los sembrados de tabaco, maíz y plátano, o cantaban a una tranquilidad inexistente en sus tierras. Los temas preferidos por los jurados eran los que mencionaban los cantos del sinzonte, la rosita vieja o el azulejo.

La afirmación es compartida por el compositor Nando Coba, uno de los mejores de la región, quien tiene en su repertorio la gaita titulada Los Guáimaros, (ver: https://www.las2orillas.co/los-guaimaros-y-el-tapon-una-masacre-que-busca-la-verdad/) en la que intentó expresar el sufrimiento, dolor y desamparo de las víctimas de Los Guáimaros y El Tapón,  quienes aún desconocen la verdad de los hechos.

Coba es también autor del tema Conmigo que nadie se meta, que narra el momento en que un viejo campesino recibe la visita de la muerte. Desde el primer vero es un clamor por la vida: “La muerte me vino a buscá y yo le dije carajo respeta”.

Uno de los pioneros, quizá el primero, en este tema de las canciones que reflejan la realidad violenta de la zona es Gerson Vanegas, quien en los tiempos más crueles,  se subió a la tarima del Festival de Gaitas de Ovejas, para preguntar en su tema  Dime violencia por hechos que aún esperan una verdad. Vanegas también es compositor del tema Por qué nos llaman así. Una contagiosa melodía que en sus versos pregunta por qué la fuerza pública los estigmatiza como guerrilleros y la respuesta del compositor: Porque el ovejero es sano de nacimiento, y si dicen que cargan un fusil, seguramente es una gaita con cinco huecos.

Hay una verdad entre ser gaitero, ser músico y vivir en los Montes de María. Hay una conexión entre territorio, cultura, guerra y violencia que ha ido dejando historias sin resolver.

A la maestra Juana del Toro, cantadora del corregimiento de Playón, en la zona afro de Montes de María, le mataron a su tamborero Andrés, ella no volvió a cantar, aún no sabe por qué lo mataron.

El maestro Félix Contreras, que vive en El Piñal, es un virtuoso de la gaita corta y un compositor nato. Una mañana, en Ovejas, recibió la noticia que su hijo lo habían matado, justo cuando abría un pequeño negocio de fotografías en el que trabajaba. Fue ese hijo, también gaitero, quien le organizó a su papá un grupo para que se subiera de manera digna a la tarima del Festival de Gaitas de Ovejas y tocara sus canciones.

El compositor Andrés Narváez continúa su lucha por recuperar las tierras de La Europa. Fue víctima de un atentado en junio de 2014. Recibió cuatro impactos de bala, dos en su pecho, y dos en cada uno de sus brazos. “Lo que me duele —me dice Andrés— es que ahora no puedo empuñar bien mi machete”. Es campesino, sembrador de yuca, maíz y tabaco. Estuvo en España por seis meses, y cuando regresó, justo después de que le cambiaron su esquema de protección, recibió amenazas de muerte en su celular.

Hay historia parecidas en Guacamayal, en el departamento de Magdalena, en San Martín y Barranco de Loba, en el sur de Bolívar, en San Rafael y Flor del Monte, en Sucre, territorios donde la música y la cultura ha resistido, como han resistido músicos y compositores cuyos cantos promueven el goce, invitan a la convivencia y promueven comunidad.

Que el tema Solo la verdá haya sido escogido para expresar musicalmente el reclamo de todo un pueblo, es emocionalmente alentador, falta ahora que aparezcan esas verdades ocultas o silenciadas por años, para que sus protagonistas gocen de una tranquilidad plena y continúen cantando a los territorios sin pesares ni dolores.

 

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