Sinfonía de un tieso combate
Opinión

Sinfonía de un tieso combate

Andrés Manuel López Obrador, sería, en su tercer intento, el nuevo presidente de México. Ni meter miedo ni castrochavizarlo podrán atajarlo a estas alturas

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mayo 10, 2018
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En menos de dos meses los Estados Unidos Mexicanos elegirán un nuevo presidente para el próximo sexenio (2018-2.024) y parece ser que el exalcalde de su capital, Andrés Manuel López Obrador, sería, en su tercer intento, el ganador de la liza según las encuestas. No por simples sacudidas de la suerte cuenta con aceptación la presencia de López Obrador en la política mexicana. El hombre convence y aglutina.

México ha sido un país de caudillos y los mexicanos caudillistas hasta los tuétanos. Suficiente con revisar, usando la expresión de Enrique Krauze, la biografía del poder a lo largo de la historia para confirmarlo, desde Juárez hasta Porfirio Díaz y desde la Revolución (1910) hasta la caída del PRI, luego de 80 años de un presidencialismo magistralmente examinado por Jorge Carpizo en un libro que es ya un clásico sobre el fenómeno.

En el atardecer del gobierno de Salinas de Gortari, un período de corruptelas administrativas y vicios políticos desembozados, y a raíz del asesinato del candidato Donaldo Colosio, hubo en México un punto de quiebre que redujo a escombros el estilo político dominante. Escindido el PRI por la fundación del Partido de la Revolución Democrática (PRD) de Cuauhtémoc Cárdenas, el Partido de Acción Nacional (PAN) se alzó con la Presidencia en el 2000 con Vicente Fox, de manera holgada.

Durante el sexenio de Fox, el alcalde de la capital, Andrés Manuel López Obrador, surge como émulo de los dirigentes tradicionales y, empinado sobre algunos logros de su gestión, pelea el poder contra Felipe Calderón y pierde por un raquítico 0,5 % de los guarismos, en 2006. Creó un hecho inusitado (gobierno paralelo con plaza tomada) que bien pudo desembocar en otra Noche de Tlatelolco, pero se alistó, resignado ya, a custodiar su potencial político.

Transcurrieron los seis años de Calderón, nada apacibles para él y su partido, y López Obrador esperó su segunda oportunidad. El narcotráfico le mordió bastante tiempo al gobierno con su crecimiento inusitado y con la inseguridad que acarrearon las masacres de los capos en el norte del país. Asesinaron alcaldes, políticos, jefes de policía, periodistas, estudiantes y gente de los vecindarios. No había treguas ni intermedios, pero los Estados Unidos presionaban de modo incesante. AMLO volvió a la carga y perdió de nuevo con Peña Nieto.

Resonaron, incluso fuera de las fronteras mexicanas, los juicios severos del escritor Carlos Fuentes y de otros intelectuales sobre la mediocridad de los aspirantes más cotizados, aparte de las angustias que suscitaba el renacimiento del PRI. También cayó México en la crisis de liderazgo que se ha esparcido por el mundo entero y una lluvia de sospechas fundadas deterioró la imagen del presidente por un turbio negocio (pago en especie de un contratista agradecido) con su residencia particular.

 

La inferioridad de Peña Nieto y el asedio sangriento de los carteles de la droga
reencaucharon la popularidad del dómine de Morena
que acobarda a los heliotropos de la fracasada élite de políticos y empresarios

 

Así las cosas, la inferioridad de Peña Nieto y el asedio sangriento de los carteles de la droga reencaucharon la popularidad del dómine del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y tiene acobardados a los heliotropos de la también fracasada élite de políticos y empresarios, pues el pueblo raso considera, si no fallan los sondeos, que llegó el momento de brindarle la oportunidad, y ofrece aprovecharla aceptando el modelo económico y anunciando mejoras en su aplicación.

En resumidas cuentas, la incertidumbre tiene a prueba el destino de México y de los mexicanos porque los candidatos no garantizan que su aparente vocación de modernidad arraigue, libre de tropiezos, cuando la desorientación popular demuestra que, al contrario de lo que supuso Octavio Paz, en el suelo azteca podían reconciliarse pasado, presente y futuro.

Con solo meter miedo por los antecedentes e ideas del populista insistente, no les alcanzará a sus oponentes el tiempo para atajarlo. Castrochavizarlo, lejos de diezmarlo, lo fortalece por el fastidio de los mexicanos con ese lado oscuro del capitalismo que se globalizó de la mano de las empresas criminales. La riqueza del tráfico delictivo atrae a los negocios legales a través de los insumos y de los nexos comunes con el poder político. Y en México no se requiere mayor esfuerzo para comprobar el punible connubio entre la política, el empresariado y el delito.

 

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