Sin agua bendita: luchemos contra el zancudo
Opinión

Sin agua bendita: luchemos contra el zancudo

Como tardaremos diez años en tener vacuna contra el Zika, debemos controlar el zancudo con una guerra frontal en los sitios donde se desarrolla. Probado que funciona

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febrero 05, 2016
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aedes_aegypti2No podemos vacunarnos contra todo. Tenemos una docena de vacunas probadas y eficaces que debemos usar, subrayo debemos, para controlar unas enfermedades que han acosado al género humano por siglos (difteria, tosferina, tétanos, polio, cáncer de cuello uterino, etc.). Pero nunca tendremos vacunas contra todas las bacterias y virus que pueden atacarnos. Eso es una fantasía de ciencia ficción. Ahora que estamos muertos de miedo ante el virus Zika los expertos nos informan que tardaremos por lo menos diez años para desarrollar una vacuna “efectiva y ampliamente disponible” contra ese patógeno. No solo es descubrir la vacuna, probarla en estudios clínicos controlados sino también colocarla en millones de personas en riesgo en países pobres tropicales y en todo el mundo debido a la inmigración masiva y los viajes. La globalización ha convertido la vieja medicina tropical en una especialidad médica universal. Pero no perdamos la calma, podemos hacer otras cosas para disminuir el riesgo.

Hace poco más de cien años se inauguró el Canal de Panamá. Esa gran obra tardó casi diez años en construirse. Eso no fue posible sin controlar parcialmente la malaria (nunca la hemos vencido) y totalmente la fiebre amarilla. Aquí considero especialmente esta última enfermedad pues es causada por un virus similar al Zika y se erradicó completamente del Istmo hasta 1979 cuando ocurrieron de nuevo unos pocos casos. Es famosa la anécdota del médico William Gorgas, Jefe de Sanidad del Canal, quien hace un siglo tras una autopsia de fiebre amarilla afirmó: “Este es el último caso de fiebre amarilla en Panamá”. Y así fue por varias décadas. Ojalá pudiéramos decir en alguno de nuestros países: este es el último caso de enfermedad por Zika. Sería posible con un control estricto del Aedes, el mosquito vector del virus. No necesitaríamos la vacuna.

Gorgas y su equipo lo alcanzaron en Panamá (y La Habana) con una serie de medidas draconianas basadas en el descubrimiento del médico cubano Carlos Finlay del zancudo como eslabón del ciclo de transmisión de la enfermedad donde podíamos intervenir preventivamente. Entonces además de limpiar y vigilar arroyos, pantanos y charquitos en Panamá se prohibieron de manera estricta los depósitos abiertos de agua. Entre ellos las piletas de agua bendita a la entrada de la Catedral y otras iglesias. Me imagino que fue una sorpresa para mi abuela y otras señoras devotas de aquella época.  Pero se impuso educando con el escándalo pedagógico a la población. Sin agua bendita ni vacuna se pudo luchar eficazmente contra el vector previniendo la fiebre amarilla y otras enfermedades virales transmitidas por el molestoso insecto.

En esos días no había llantas viejas en patios, bodegas y terrenos abandonados. Hoy es más difícil la cosa pues coleccionamos, no sé para qué, llantas viejas y mil cosas inservibles (refrigeradoras, botellas, tazas de inodoro) en nuestros “jardines” y “garajes”  Son jardines, garajes y “basuros” típicos de nuestra sociedad de consumo. Una campaña eficaz contra el Aedes en nuestras ciudades latinoamericanas es batalla perdida en esas circunstancias.  Pero debemos intentarla con mayor compromiso social, familiar y personal. No guardemos cosas viejas (seguro que todos hemos encontrado zancudos en nuestros closets) reciclemos, ordenemos, limpiemos nuestros espacios domésticos. Cerremos o vaciemos los depósitos innecesarios de agua. Una medida particular que es de mis favoritas: no lleve ni mantenga flores en jarrones con agua en hospitales y clínicas.

No guardemos cosas viejas,
ordenemos, limpiemos nuestros espacios domésticos.
Cerremos o vaciemos los depósitos innecesarios de agua

Y por supuesto infórmese sobre el virus Zika Nunca está de más saber detalles de la enfermedad y sus causas cercanas (el virus, el zancudo) y lejanas (el calentamiento global, el crecimiento explosivo de nuestras mal planeadas ciudades, los viajes excesivos, la migración de poblaciones a riesgo, etc.). Pero no entremos en histeria colectiva. El miedo público y exagerado a ciertas enfermedades pocas veces ha ayudado a controlarlas. Aunque comprendo que es a veces el único medio que tienen las autoridades sanitarias para cambiar nuestros hábitos de conducta pues somos tercos animales de costumbres.

A mí me preocupan mucho los casos de microcefalia y síndrome de Guillain-Barré. Aunque los estudios no se han completado sé que durante el embarazo, sobre todo en el primer trimestre cuando se forman los órganos del niño, la mujer embarazada presenta niveles altos de anticuerpos. Esto para defenderse de las enfermedades y del mismo individuo, distinto inmunológicamente, que está creciendo aceleradamente en sus entrañas. Si en ese momento el virus del Zika suscita un anticuerpo causante de daño cerebral, imagínese los resultados.  Entonces las madres gestantes deben prevenir las infecciones.

La polineuropatía de Guillain-Barré es otra enfermedad, también producida por anticuerpos, con parálisis ascendente en adultos. Recuerdo pacientes que necesitaron respirador por meses con gran costo para el sistema de salud y graves complicaciones. Aún sin agua bendita hagamos algo: concentremos nuestros esfuerzos en controlar el zancudo. Es una estrategia probada.

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