Silicona y lagartos: lo que usted no vio en la fiesta de SoHo

Silicona y lagartos: lo que usted no vio en la fiesta de SoHo

“Fue el espectáculo de la mujer como objeto” dice el periodista Enrique Trheebilcock sobre la exclusiva fiesta de la revista. calcula que esta velada pudo haber costado más de 500 millones.

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septiembre 08, 2014
Silicona y lagartos: lo que usted no vio en la fiesta de SoHo

Antes que nada, debo aclarar que esto es una percepción netamente personal de alguien que fue delegado como periodista a cubrir la fiesta de 15 años de la revista SoHo. Es decir, no escribo desde el periodista sino desde la persona.

En ese orden de ideas ¿Qué fue lo que vi? La verdad, nada que no se muestre en el vídeo ni en las fotos, con la diferencia de que no solo lo vi sino que lo respiré. Lo que más me impactó fue chocar de frente con la forma en que la mujer, por medio de su feminidad -y su sexualidad-, es reducida a un simple objeto, lo cual sucedía todo el tiempo, en todos los momentos de la fiesta; de hecho, siento que la celebración era en torno a la “objetización” de la mujer.

Para dar ejemplos, la modelo María Claudia Cueter estaba en una esquina posando en traje de baño para que cualquiera viniera y le sacara fotos. Lo anterior no me habría impactado tanto si no es por los ligeros recuerdos que tengo de María Claudia en la infancia cuando ella estaba un curso por debajo de mí en el Colegio Británico de Montería. Solamente tengo un recuerdo reciente de haber tratado a esta mujer, hace aproximadamente un par de años. Debo decir que aunque fue muy breve, pude palpar la belleza de ser humano que hay en ella y por esa misma razón, me disgustó enormemente ver a esta estudiante de psicología reducida en un rincón a nada más que su cuerpo, como si fuera una pieza de museo. Hasta alcancé a sentir culpa cuando le saqué un par de tomas en ese contexto.

Igual culpa fue la que sentí cuando le pedí a Sara Uribe que le arrojara un beso a la cámara. Creo que Sara no entendió muy bien lo que le pedí y por eso la toma no sirvió, pero en todo caso le agradecí el gesto. De hecho, me dio la impresión que no le gustó mucho y la entiendo; a mí no me gustaría tener que andar fingiendo una sonrisa ante gente que ni conozco con más o menos unas siete cámaras grabándome mientras estoy sentado en una silla.

Peor fue el caso de Elizabeth Loaiza y Natalia Betancourt. Ellas estaban en el lobby de la fiesta tomándose fotos tipo selfie con quien quisiera hacerlo –tengo entendido que el objetivo era publicitar a un celular-. También hice el ejercicio de ponerme en su lugar y no sé ellas qué habrán sentido, pero a mí no me gustaría en lo más mínimo tener que mostrarme complaciente ante cuanto tipo –en su mayoría morbosos- viniera a pasarme la mano para tomarse fotos conmigo, en esta ocasión exhibiéndome sólo por mi físico como si fuera un trofeo. Ni hablemos de la niña que estaba en el lobby expuesta como una estatua mientras su cuerpo era pintado con motivos de una empresa patrocinadora, la portada en vivo que se hizo o el show alusivo al lesbianismo protagonizado por Catalina Otálvaro y la cantante Chelo.

Modelos como Elizabeth Loaiza y Natalia Betancourt estaban tomándose selfies con distintos caballeros para promocionar un celular.

Modelos como Elizabeth Loaiza y Natalia Betancourt estaban tomándose selfies con distintos caballeros para promocionar un celular.

En algún momento alcancé a preguntarme por lo que sentirá una mujer en estas condiciones, por el ser -igual al mío- que hay detrás de esa imagen. Es decir, entiendo que claramente estas mujeres son seres humanos como yo pero el contexto las hacía ver de una forma tal, que desde mi perspectiva, era imposible divisar un ser humano entre tanta silicona, maquillaje, piel descubierta y sonrisas prostituidas. En todo caso, no creo que la respuesta a mi pregunta sea algo muy alegre; cuando pueda se la voy a hacer a Amada Rosa Pérez a quien he escuchado hablar del tema. Lina Marulanda también habría podido decir muchas cosas interesantes al respecto.

Ahora bien, saqué imágenes de todo esto las cuales reconozco que son bellísimas. El cuerpo femenino me parece por naturaleza estético, también creo que debe ser exaltado en su belleza y creo que esto es lo que hace la revista, acompañado de una línea editorial impecable dirigida por alguien cuyo estilo periodístico admiro, como lo es Daniel Samper. Si hay algo que estoy criticando, que quede claro que no es la revista como tal, ni mucho menos el modelaje o la exposición del cuerpo femenino. Nunca me va a desagradar que una mujer pose desnuda ni que haga representaciones alusivas al lesbianismo.

Lo que me pareció burdo, y por demás vulgar, es que todo esto haya sucedido enmarcado en el contexto de una fiesta perfectamente comparable a las famosas bacanales griegas, en la cual fácilmente se han podido ir 500 millones de pesos. A la “objetización” de la mujer que hablo, súmele el ambiente propio de las apariencias, la ostentación y la hipocresía típicas en la farándula colombiana en dónde aún hay personajes que por salir en televisión en este país –o tener alguna relación con ella- son igualables a las grandes leyendas del cine clásico de Hollywood.

Irónicamente, la invitación a la fiesta bien podría parecer la de una primera comunión o un bautismo.

Irónicamente, la invitación a la fiesta bien podría parecer la de una primera comunión o un bautismo.

Obviamente, fui la envidia entre todos mis amigos al saber que estuve en la exclusiva fiesta de SoHo, en dónde las niñas lindas abundan como escasas son en la mayoría de rumbas. Lo que ellos no saben es que salvo por las de la entrada, que muy amablemente bromearon con mi apellido al llegar pasé totalmente desapercibido como si fuera invisible. Teniendo en cuenta que la mayoría de invitados llegaban en carros último modelo que dejaban para ser estacionados por el valet parking del Hotel Tequendama, entonces debí ser el único que llegó a esa fiesta tomando un bus por la trece. Los amigos que me envidian por haber ido a esta fiesta desconocen que durante las dos horas que aguanté este ambiente, no levanté ni una sola mirada entre tanto escote largo y falda corta.

@enriquecart

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