Sean realistas: pidan lo imposible

Sean realistas: pidan lo imposible

"Es posible señalar un nuevo valor a la existencia, dotarla de sentido, soñarla. Reapropiémonos del espíritu del Mayo del 68. Recuperemos la alegría"

Por: Alexander Hurtado Albarracín
junio 13, 2018
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Sean realistas: pidan lo imposible
Foto: petro.com.co

Entre los meses de marzo y abril de 1968, una serie de disposiciones administrativas en algunas Universidades de París (Francia), favorecieron la efervescencia de un renovado movimiento estudiantil que precipitaría los acontecimientos del denominado “Mayo francés”.

50 años hace de las barricadas, los mítines, y los adoquines del Barrio Latino. Eventos que aquí no se discutirán, en tanto que el cometido de este escrito es concentrarnos en el sentido de posibilidad que legó el 68, y cuál es su relación con la actual contienda electoral como oportunidad única de cambio histórico.

El mayo despertó en los jóvenes a más de un compromiso político, una sensibilidad estética, reavivando la técnica del grafiti como expresión del deseo de transformación, así: en la ciudad universitaria se leía “Cambiar la vida. Transformar la sociedad”; en el Teatro del Odeón se declaraba “Para poder discutir la sociedad en que se 'vive', es necesario antes ser capaz de discutirse a sí mismo”; en la Facultad de Medicina se veía “Construir una revolución, es también romper todas las cadenas interiores”, y con aguda brevedad en la Sorbona se afirmababa “La vida está más allá”.

Los estudiantes descentraban la pregunta política por sobre la sociedad para situarla primero sobre el sí mismo: transformarse para transformar. Reivindicando el poder liberador de la fantasía, la utopía o la imaginación, ampliando las fronteras de la vida, conquistando nuevos espacios para la creatividad y la democracia [1]. Pretendían recuperar la vida cotidiana, el tiempo perdido entre la rutina monótona del transporte a la fábrica o la vacía televisión en casa: “En el lapso de una semana, millones de personas habían expresado su deseo de cambiar la vida, de romper los condicionantes de una vida enajenada, de mera supervivencia, sin sentido, de manipulación ideológica” [2, p. 125].

El más visible dirigente estudiantil, Daniel Cohn-Bendit, conocido como Danny le Rouge, en la actualidad sostiene: “A lo que aspiraba la mayoría de manifestantes, [era] tomar el poder sobre su propia vida, fuera en la fábrica, en la facultad o en la vida privada o sexual…” [3, p. 28]. Toda vez que las demandas y propuestas de los huelguistas aspiraban revalorizar los sentidos de la existencia, denunciar al capitalismo tanto por crítica social: como fuente de miseria, desigualdad, oportunismo y egoísmo, como por crítica artística: germen del desencanto, la inautenticidad y la opresión [4].

En síntesis, en el Mayo del 68 no se rechazaba el presente, se repudiaba el futuro. Un “porvenir” que sólo ofrecía conformismo, desocupación, y decadencia [5]. Por lo que era necesario plantear nuevas formas de pensar la política, lejos de la dignidad, la seriedad, y el sacrificio estatal, ahora, desde la “irresponsabilidad” de redefinir la vida en términos del individuo antepuesto a la institución, la humanidad previa a la oficialidad, lo que en últimas es nada más que el ejercicio exitoso de los derechos civiles, y con esto: despertar a la sociedad —francesa— de un gran letargo [6].

Pero, ¿lo anterior cómo se relaciona con nuestro presente electorero? Volvamos a las paredes parisinas, en la Sorbona se apuntaba: "Profesores: nos estáis haciendo viejos", máxima que en justicia es posible aplicarla con toda precisión al joven Iván Duque Márquez que con apenas 41 años se metamorfosea en un Benjamin Button vaciado de alma, carente de espíritu, un mancebo que posa de anciano, el mozo que engaña con parecer viejo, apenas fingirlo, un simulacro, una impostura, protésico, reemplazable, tal es su ansia de poder que renuncia a su individualidad lozana para ser el objeto de otro, de un carcamal, que pierde su humanidad en la evidente manipulación desde los arcaísmos paralíticos. Otra pared de la Sorbona sentenciaba: "Un pensamiento que se estanca es un pensamiento que se pudre", tal como el joven Duque: el rostro más fresco de la gangrena.

El 68 parisino enseñó, en su momento, una tercera vía de representar la política, lejos de la instrumentalización institucional, o el egocentrismo particular, demostró una política de la civilización, que se pregunta primero: “¿qué clase de personas somos, qué podemos esperar de un nivel mínimo básico de la justicia y la igualdad en nuestros asuntos?” [7, p. 14], una política que razona en que no se puede seguir como antes: gobernando para una minoría utilitaria. Proyecto de cambio reflexivo que se manifiesta en la propuesta de Gustavo Petro Urrego, que, aún en su altivez, tiene la entereza de cejar, virar, y aprender —forzosamente— de sus errores. Que superpone el sujeto a la exigencia del capital, la humanidad a la codicia, invirtiendo la lógica instrumental del establecimiento como en la proposición de un muro en la Facultad de Ciencias Políticas: "Nuestra esperanza solo puede venir de los sin esperanza".

Pero, a la luz de los acontecimientos materiales, el Mayo del 68 fue: “las vísperas de una revolución que no aconteció, que sólo dejó abierto el largo desierto de esperanzas que iba a apoderarse del inmediato fin de siglo” [8, p. 223]. Aunque no por esta evidencia debemos ser ahora, nosotros, descorazonados, es posible asistir a la apertura de un nuevo ciclo histórico. El filósofo Herbert Marcuse se refería así del 68 que pudo ser: “No hay que hacerse ilusiones, pero tampoco se debe ser derrotista. Es inútil esperar, en semejante conflicto, que las masas vengan a integrarse al Movimiento, participar en el proceso” [9, p. 55], y el existencialista Jean-Paul Sartre escribía contra todo pesimismo, en artículo de 1968 titulado Los comunistas tienen miedo de la revolución: “Lo importante es que la acción haya tenido lugar, mientras que todo el mundo la creía impensable. Si tuvo lugar esta vez, puede volver a producirse…” [10, p. 8]. Y a eso es precisamente a lo que estamos próximos a abocarnos, como en las paredes de la Sorbona: “La imaginación toma el poder”.

Con esta conciencia, tampoco habrá que desalentarse por las posturas abatidas de los excandidatos Sergio Fajardo Valderrama o Humberto de la Calle Lombana, o del exprecandidato Jorge Enrique Robledo Castillo, recordemos que grandes intelectuales franceses no se encontraban ni cerca de la París agitada: Foucault estaba en Túnez; Althusser estaba enfermo, Lévi-Strauss odió siempre el 68, Derrida desconfiaba del movimiento, y Bourdieu lo observaba con escepticismo [11], la intelectualidad que resultó hostil al mayo fue porque no lo previó y los desbordó, tal como a nuestro trio criollo blancuzco. Pues total, en Colombia, como en las paredes de la Facultad de Ciencias Políticas: “Tenemos una izquierda prehistórica”. Por lo que es necesario, como experiencia del mayo, sustraerles el mundo a estos vetustos “reformadores” [12], ora de izquierda, ora de derecha.

Finalmente, es menester concluir con lo que Sartre colegia en su diálogo con Cohn-Bendit el 20 de mayo de 1968, en el núcleo de la conmoción: “Lo interesante de la acción que ustedes desarrollan es que lleva la imaginación al poder. Ustedes poseen una imaginación limitada como todo el mundo, pero tienen muchas más ideas que sus mayores. Nosotros estamos formados de un modo tal que tenemos ideas precisas sobre lo que es posible y lo que no lo es. [...] Ustedes tienen una imaginación mucho más rica y las frases que se leen en los muros de la Sorbona lo prueban. Hay algo que ha surgido de ustedes que asombra, que trastorna, que reniega de todo lo que ha hecho de nuestra sociedad lo que ella es. Se trata de lo que yo llamaría la expansión del campo de lo posible. No renuncien a eso” [13].

Entonces, es posible señalar un nuevo valor a la existencia, dotarla de sentido, soñarla. Reapropiémonos del espíritu del Mayo del 68. Recuperemos la alegría. ¡Volvamos a sonreír! Y la Colombia Humana de Petro representa esa condición de posibilidad, pues como se advertía en los muros de la Facultad de Medicina: "Los que tienen miedo estarán con nosotros si nos mantenemos firmes".

En la estación de Censier se escribió: "Sean realistas: pidan lo imposible".

Referencias:

[1]      S. de Zubiría, “Mayo de 1968: enigma y fin de un tipo de revolución”, Colomb. Int., núm. 42, pp. 27–35, 1998.

[2]      A. Revueltas, “1968: la Revolución de Mayo en Francia”, Sociológica, vol. 13, núm. 38, pp. 119–162, 1998.

[3]      A. Elorza, “Introducción. Fragmentos de utopía”, en Utopías del 68. De París y Praga a China y México, Barcelona: Pasado & Presente, 2018, pp. 11–33.

[4]      J. Pastor, “Mayo 68, de la revuelta estudiantil a la Huelga General. Su impacto en la sociedad francesa y en el mundo”, Dossiers Fem., núm. 12, pp. 31–47, 2008.

[5]      Action, “Documentos. ¿Por qué luchamos?”, en La imaginación al poder. París Mayo 1968, Quinta edi., M. Pellegrini, Ed. Barcelona: Editorial Argonauta, 1982, pp. 57–60.

[6]      M. Fabregat, “Mayo del 68: una experiencia urbana”, Contextos, núm. 28, pp. 57–68, 2012.

[7]      A. Feenberg, “Los archivos de Mayo de 1968: Una Presentación de la Lucha Anti-Tecnocrática en Mayo de 68”, Rev. Digit. EM Debate, núm. 6, pp. 3–14, 2011.

[8]      G. Albiac, “Mayo del 68: el crepúsculo de una ilusión”, Cuad. Pensam. Político, núm. 17, pp. 223–237, 2008.

[9]      Le Monde y Le Nouvel, “Herbert Marcuse. Declaraciones”, en La imaginación al poder. París Mayo 1968, Quinta edi., M. Pellegrini, Ed. Barcelona: Editorial Argonauta, 1982, pp. 51–56.

[10]    E. Barot, “Mayo de 1968. El peligroso presente del pasado”, Ideas Izqda., núm. 42, pp. 5–8, 2018.

[11]     P. Rieznik, P. Rabey, L. Poy, D. Duarte, y D. Bruno, “Mayo Francés, crisis mundial, intelectuales y clase obrera”, en 1968, un año revolucionario, Buenos Aires: Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires, 2010, pp. 17–23.

[12]    I. Plante, “Afiches del Mayo Francés. Gráfica, autoría y alteridad sudamericana en 1968”, Rev. VIS Rev. do Programa Pós-Graduação em Arte, vol. 15, núm. 2, pp. 171–192, 2016.

[13]    Le Nouvel Observateur, “Un diálogo entre Jean Paul Sartre y Daniel Cohn-Bendit”, Carpetas Docentes de Historia, 1968. [En línea]. Disponible en: http://carpetashistoria.fahce.unlp.edu.ar/carpeta-3/fuentes/el-68-1/un-dialogo-entre-jean-paul-sartre-y-daniel-cohn-bendit. [Consultado: 13-jun-2018].

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