Se trata de prudencia y sabiduría, no de cizaña
Opinión

Se trata de prudencia y sabiduría, no de cizaña

La Farc rodea a Timo, respalda su carta dirigida al partido con relación a Iván Márquez y recoge el consejo de Fidel: “Sumen y no resten”

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mayo 31, 2019
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En reciente circular, el Consejo Político Nacional del Partido Farc, su dirección permanente, nacida de la votación democrática del Consejo Nacional de los Comunes, o dirección de 111 miembros elegidos en el Congreso Nacional del Partido, expresa de modo contundente su identidad con la carta dirigida al partido por Rodrigo Londoño Echeverry, Timo, a quien de paso reconoce como vocero natural de la Farc.

La dirección democráticamente elegida del partido, se declara completamente de acuerdo con el contenido y el sentido del mensaje de su presidente, con lo que pone fin a diversas especulaciones y malintencionados comentarios. Es el Partido Farc quien piensa oficialmente así en torno a la posición asumida por Iván Márquez y un reducido grupo de antiguos mandos de la guerrilla que firmó el Acuerdo Final de La Habana.

La circular recuerda a algunos de sus militantes, que nadie en el partido está autorizado o legitimado para contradecir públicamente las decisiones o declaraciones de su dirección o su presidente, por muy importante que sea su función. Los disensos, las inconformidades o desacuerdos pueden y deben ser expresados internamente, empleando los espacios, los mecanismos y las instancias existentes en los estatutos del partido.

Llama la atención el epígrafe elegido por el CPN para su importante declaración. Se trata de una frase del comandante Fidel Castro Ruz, extractada de su discurso pronunciado en la Universidad Central de Venezuela, ante miles y miles de estudiantes que atestaban el aula máxima del claustro, a los pocos días de la posesión de Hugo Chávez Frías como presidente del país hermano, el 3 de febrero de 1999.

 

Fidel recomendaba al nuevo gobierno:
Más por viejo que por diablo les sugiero que resten lo menos posible”

Entonces Fidel recomendaba al nuevo gobierno: “No vengo aquí a sembrar cizaña, ni mucho menos; al contrario, estaría planteando sabiduría con prudencia, con toda la prudencia necesaria, la necesaria y no más de la necesaria, pero tienen que ser ustedes hábiles políticos; tienen que ser, incluso, hábiles diplomáticos; no pueden asustar a mucha gente. Más por viejo que por diablo les sugiero que resten lo menos posible”.

Sabiduría con toda la prudencia necesaria, para asustar a la menor cantidad de gente posible, o en otras palabras, muchísimo tacto a la hora de adoptar decisiones que puedan generar inconformidad en sectores importantes de la población. Fidel reconocía, con base en su experiencia de 40 años al frente de la revolución cubana, que el pueblo que había sufrido tanto, naturalmente esperaba medidas profundas de gobierno, pero al respecto decía:

“A la tendenc­­ia, natural, lógica, en la población de soñar, desear que un gran número de problemas acumulados se resuelvan en cuestión de meses. Como amigo honesto de ustedes, y por mi propia cuenta, pienso que hay problemas que no se van a resolver ni en meses, ni en años”. Lo confesaba el hombre que había ordenado la confiscación de todas las grandes empresas norteamericanas en Cuba, el mismo que había decretado la reforma agraria más radical del continente.

Supuestamente el líder revolucionario más destacado del mundo, debería llegar a recomendar medidas radicales, de hondo calado anticapitalista. Pero aconsejaba prudencia. “Una transformación, un cambio, una revolución en el sentido que hoy tiene esa palabra, cuando se mira mucho más allá del pedazo de tierra que nos vio nacer, cuando se piensa en el mundo, cuando se piensa en la humanidad, entonces hay que sumar. Sumen y no resten”.

Hacer el menor número posible de enemigos y ganar en cambio la mayor cantidad de aliados, así podría sintetizarse su fórmula. Es que el viejo zorro Fidel, a las puertas del siglo XXI, tras acabar de superar el período especial sufrido en Cuba tras la desaparición de la Unión Soviética y el socialismo de Europa Oriental, el que veía la transformación económica de la China comunista en pleno auge, el que interpretaba la globalización neoliberal como un fenómeno imparable, reconocía:

“Si la Revolución Cubana hubiese triunfado en un momento como este, no habría podido sostenerse. La misma Revolución Cubana que ha hecho lo que ha hecho. Surgió, y no por cálculos, sino por una rara coincidencia histórica, 14 años después de la Segunda Guerra Mundial, en un mundo bipolar”. Y había contado para su continuidad con un hecho histórico único, la existencia de un poder alterno y solidario que le había brindado todo su apoyo, la URSS.

En 1999, como ahora, la revolución se movía en una correlación de fuerzas desfavorable a escala mundial. “…Lo que necesita no son armas nucleares ni grandes guerras; lo que necesita son ideas”. “Hay que buscar conceptos y hay que tener ideas que permitan un mundo viable, un mundo sostenible, un mundo mejor”. “Una revolución sólo puede ser hija de la cultura y las ideas”. Y se requiere tiempo para formar conciencias, para crear una nueva cultura política.

“La virtud se desarrolla en la lucha contra el vicio”, debemos aprender a trabajar en condiciones difíciles.

 

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