Robert Daza, un luchador del Nariño profundo que corona en el Congreso

Robert Daza, un luchador del Nariño profundo que corona en el Congreso

Son más de 20 años recorriendo veredas, enfrentándose a paramilitares y persecución en tiempos de Uribe, pero la voz de los campesinos se oirá en el Senado

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julio 23, 2022
Robert Daza, un luchador del Nariño profundo que corona en el Congreso

Era el año 2003, en el municipio de San Pablo, Nariño, cuando Robert Daza Guevara y Duby, su esposa, madre de dos hijos y líder social campesina, se ven obligados a buscar refugio en la ciudad de Pasto para salvar sus vidas del Bloque Calima, los paramilitares dirigidos por HH.

“Ellos llegaron matando gente que consumía, pero también identificando supuestos colaboradores de la guerrilla y ahí a ellos también los iban matando”, recuerda Robert Daza Guevara con un sentimiento de impotencia que no responde a su desplazamiento forzado sino a la responsabilidad del Estado en la llegada del Bloque Calima a su comunidad.

Duby, su esposa, ha sido su compañera de todos los días y horas hasta llegar al Senado

Ellos llegaron con el batallón Boyacá de Nariño, que es la jurisdicción allí. Los posicionaron en cascos urbanos.  Ellos se quedaron allí y después empiezan, con el amparo de la Policía, a arrendar casas. La Policía los protegía y empezaron a hacer la labor de sicarios. Hubo 16 muertos en ese momento. Así como sesenta y siete personas desplazadas, entre profesores, gente campesina y líderes. Y la historia se repitió, con el mismo grupo armado, en Taminango, con un saldo de 50 muertos; en La Unión, 26; y en El Bordo, pasaron de 100 a 150. Eso está en la impunidad. Ni siquiera se ha hecho como una investigación, recuerda Robert con indignación

Pero esta no era su primera lucha: Robert y Duby ya habían tenido que enfrentar al frente 29 de las FARC que llegó al territorio del macizo colombiano del Norte de Nariño y Sur del Cauca donde vivían. Se mostraron como la autoridad. Esto chocó con los campesinos que ya tenían un trabajo y plan de organización decididos. No se iban a dejar someter a ningún grupo armado. Seis compañeros suyos murieron por negarse a cooperar con las FARC, entre ellos, el alcalde de Bolívar, Orlando Hoyos y Fugencio Ortega, concejal del municipio de San Pablo.

La defensa de Rober Daza del territorio campesino tiene mucho que ver con su vida rural en Cumbitara, pueblo de la cordillera nariñense, a donde había llegado de su natal Rosario. En Cumbitara no había vías, todo se hacía a lomo de mula, la yerba para los cuyes había que conseguirla a pie. Los fines de semana y en vacaciones de la escuela San Juan Bosco, donde estudió, tenía que buscar leña para la casa.

“Había una convivencia muy buena, porque era, prácticamente, todo un mundo. Éramos una misma familia. Las actividades culturales nacían de la gente y las deportivas y económicas iban muy ligadas a la producción de comida y de ganado”.

No conoció a su papá Segundo Daza, quien murió cuando tenía un año, y fue Mariana Guevara, su mamá, quien le transmitió la vocación de servicio y ayuda a la comunidad. Ella fue auxiliar de enfermería que para atender a la gente de su pueblo aprendió a realizar cirugías para curar accidentes y heridas de peleas; pero era también la partera de Cumbitara.

Allí vivió Robert hasta los 16 años y, durante ese tiempo, fue dándole fuerza a la esencia campesina que unía a la siembra del maíz, plátano, caña o fruta. Asimismo, mantenía potreros para la cría de animales, labores que le servirían para sus estudios de agronomía en la Universidad de Nariño. Ya desde el bachillerato surge su liderazgo donde se vinculó a las luchas estudiantiles y con los líderes sindicales y campesinos del macizo colombiano.

En el 87, cuando aún era estudiante de agronomía participé en la marcha de La Bota Caucana, que se hizo desde Santa Rosa al Mangue, del Bolívar, hacia Popayán, pero llegamos solo hasta Guachicono, vecino de El Bordo, en la vía Panamericana, en el sur del Cauca”.

Cuatro años después en una asamblea en Almaguer Robert se convirtió en el líder de la recién nacida organización territorial indígena, afro y campesina, el Comité del Macizo Colombiano (CIMA). Se en ruta entonces a fortalecer las organizaciones, las asociaciones campesinas y a defender el territorio de los intentos de hacer represas y exploraciones de minería. CIMA agrupa cuarenta municipios que defienden el derecho a la tierra y al territorio no únicamente como espacios de producción sino como fuente de agua y de biodiversidad.  Robert afirma que “Es una propuesta de desarrollo sostenible. Una agricultura basada en agroecología, respeto por el suelo, por la diversidad, por el bosque, por la gente y el fortalecimiento de la autonomía. El aprovechar la riqueza local. Potenciar esa riqueza local”.

El sombrero que siempre lleva es una prenda tradicional tejida por las mujeres nariñenses que protege del sol en las labores del campo. El poncho se suele usar como abrigo y ante cualquier necesidad que se tenga en el camino, dice. El berraquillo, que también suele cargar, simboliza la autoridad campesina y ha servido a los labriegos en el Valle del Patía para arrear el ganado, las bestias o para espantar perros. Robert asegura que “si ven una persona con berraquillo, lo piensan dos veces para armarle pelea. Esos tres símbolos son los que yo cargo como por encargo de las comunidades campesinas que yo represento”.

Las luchas de Robert no han parado con la persecución legal de la que ha sido objeto: en 2008, sin orden judicial alguna, la Policía lo detuvo sin ningún argumento legal y luego se repitió la misma situación en el 2012. Posteriormente, en diciembre de 2020, fue allanado y detenido por la Fiscalía General de la Nación y la Policía Nacional en la llamada “Operación Santa Marta”, señalado de ser un comandante del ELN que actuaba de manera clandestina. Estaba junto a Adelso Gallo y Teófilo Acuña, quien fue asesinado a comienzos de este año, en febrero de 2022, en el sur de Bolívar.

El senador Iván Cepeda fue clave para apoyar a Daza cuando falsos señalamientos judiciales intentaron atajarlo

En ese momento el arraigo de su lucha se vió representado por los vecinos de distintas veredas, asociaciones campesinas, juntas de acción comunal, curas y párrocos que salieron en su defensa y por el senador Iván Cepeda quién difundió la declaración del Congreso de los Pueblos en el que hablaban de su relación con esta organización como líder social. Incluso el comandante de la Policía de San Pablo, Leonardo Hurtado, quien lo conocía desde el 2008 reconoció su liderazgo campesino.

Robert no olvida las más de 470 cartas de distintas organizaciones campesinas de toda Colombia que le dieron su apoyo. Y fueron estas las que lo impulsaron a buscar una curul en el Senado, el consejo fue claro: “¡Viejito, le toca subir el perfil!”. Su postulación buscó suceder a otro líder campesino, Alberto Castilla, quien había cumplido dos períodos, y cuya Unidad de Trabajo Legislativo (UTL) había integrado en el 2019.

La campaña fue la oportunidad para reencontrarse con viejos conocidos desde su infancia en Cumbitara. Se reencontró con Óscar Bolaños con quien llevaba diez años sin verse y se fueron armando cadenas de WhatsApp, al tiempo que construían comités de trabajo municipio por municipio en Nariño para escuchar las ideas de las distintas comunidades campesinas. También se encontró con César Pachón, el otro dirigente campesino en el senado. Juntos harán una dupla para defender la reforma rural en el Congreso.

Ahora comienza su trayectoria como representante campesino en la capital. Bogotá no le es desconocida a Robert Daza: participó del paro agrario y de la cumbre agraria en 2012, 2014, 2015. Sin embargo, no es el lugar que más le gusta para vivir: “se exacerban las alergias respiratorias. Me da migraña, me da rinitis. Entonces yo estoy en un tratamiento de medicina natural y de medicina espiritual para armonizar la ciudad con lo que uno es  porque uno se pone a pelear con los espacios y termina como enfermándose”.

En esta nueva etapa, Robert se acompaña de su cultura: la música andina que tiene los sonidos de las zampoñas y de las quenas, instrumentos musicales que vienen de una influencia del Ecuador, Bolivia y Perú. También resalta la música fiestera del Norte del Nariño y Sur del Cauca, también disfruta de la salsa que escucha en su territorio.

Su trabajo en el Senado no solo será el de defender la vida campesina sino lograr que se haga una reforma agraria. Se propone fortalecer también las mesas departamentales agrarias, reconocidas por el decreto 870/14; dice que deben constituirse en todo el país porque permitirán la unificación del campesinado colombiano. Su rol lo tiene más que claro: “No llego al Senado por una decisión personal, ni tampoco voy por designación de algún poder económico o político. Yo voy a cumplir unos mandatos de una comunidad campesina que están consignados en el pliego de la Cumbre Agraria”.

 

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