Rionegro (Antioquia), un tour por el desierto

Rionegro (Antioquia), un tour por el desierto

"Enormes montañas de arena y ladrillos se levantan como torres monumentales sobre la extinción de la naturaleza que vio crecer a más de uno aquí"

Por: Juan Esteban Trujillo Marín
julio 03, 2018
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Rionegro (Antioquia), un tour por el desierto
Foto: rionegro.gov.co

A veces, en los cielos ajenos descubrimos nuestros abismos individuales. Y quizás el cielo, en estos casos que presentaré con la esperanza de que me entiendan, se personifique completamente en lo que es el municipio de Rionegro hoy en día, excelso, en la disputa en contra de la naturaleza, del ecosistema y del cuerpo de su ambiente en general. Disputa cuya bandera cadavérica y tiránica, es ondeada por las enormes maquinarias políticas cuyo único propósito, es hacerse sentir; su siniestro deseo de que se vea una huella política en un futuro, aplastó a pasos agigantados a la ciudad, casi por completo, gigantes de acero que escupen gasolina y derriten casas y vías, son la adoración de un dudoso POT (Plan de Ordenamiento Territorial). El abismo ha echado raíces, y ahora hace parte de nuestro relieve, también hace parte de nosotros, y pronto querrán que haga parte de nuestra riqueza cultural. Ya veo los letreros vergonzantes: “Señor turista, a derecha e izquierda, puede ver nuestras ruinas”.

La construcción es evolución, pero el problema de la evolución es que en su esquizofrénico afán de crecimiento deje de tomar en cuenta las medidas correctas de sanción y que, en ese barullo invasivo, se pierda toda conciencia, y que en ese desperdicio mental, todo se convierta en un sinónimo sublime de la palabra destrucción (quizás un axioma singularizado a lo que nos pasa hoy en día, como raza humana, nos matamos a nosotros mismos y acabamos con todo lo que vale la pena). Es curioso por lo menos de resaltar que con ninguna de las varias manifestaciones y muestras de controversia, que se han presentado en el municipio, se haya logrado que los árboles en Rionegro (Antioquia) que son integrantes estelares del equipo de biodiversidad que corona al oriente como una región de deslumbrantes paisajes y bellísima fauna, ahora son los amantes egoístas del suelo. Sus maderas y sus hojas, son masacradas sin ninguna autoridad moral, sin ninguna revisión respaldada y sin ningún debate público que se le entregue a toda la comunidad; ya bajo el sol casi no hay sombras en donde podamos descansar de éste infierno “democrático”, y el oxígeno que los mismos producían, empieza a escasear, solo hay una luz enfermiza que choca contra un desierto polvoriento, en donde más de un político, se cree el último vaso de agua, y créanme, hay quien se arrodilla aunque sea por un sorbo, se envenenan con un honor nauseabundo.

Las aves, ardillas y otros animales han quedado huérfanos de hogar; la libertad decidió llevárselas a un lugar mejor, y los viejos tiempos, ahora también son huérfanos de memoria, la tristeza los ha enjaulado y pronto morirán de hambre. Basta salir a pasearnos por nuestras calles para divisar de cerca y a lo lejos lo que fue y el temor de lo que será; enormes montañas de arena y ladrillos se levantan como torres monumentales sobre la extinción de la naturaleza que vio crecer a más de uno aquí, en este municipio de héroes, de héroes que, lastimosamente, también parecen estar extintos u ocultos y resignados (quizás decidieron crear sus propios mundos y no salir de ahí nunca, hasta que la catástrofe culmine). Las sierras gotean en sus afilados dientes la sabia sagrada de los árboles, se resbalan por el metal como lágrimas de un dolor profundo, y los cierres peatonales que nos han cercado los caminos con telas verdes, parecen haber forjado un lánguido laberinto, donde el Minotauro guardián, descansa al final, impenetrable, en una oficina de cristal blindado; allí todos los días un lambón diferente hace guardia, con las iniciales de Álvaro Uribe Vélez tatuadas en el cuello, los ojos y la lengua, y con un guion de mentiras compulsivas pegado en la palma de la mano. Estos proyectos como diría mi abuela, nos hacen encaminarnos a dar la famosa: “Vuelta del bobo”… Sí, como siempre, nos lo dicen en la cara y todos nos ponemos el dedo índice en la mitad de los labios, y ay del loco que se atreva a gritar la verdad de esa mentira. Tal vez toda esta destrucción con el pretexto de progreso, no sea más que la forma más sutil de decirnos en lo que nos hemos convertido, unos conformistas por excelencia. El pueblo merece a sus gobernantes y los gobernantes a su pueblo, dicen los sabios, porque nosotros y solo nosotros, somos quien los elegimos (Ay, y ahora se viene la era Duque, espero que no sufran de los nervios). Por otro lado, ya como peatón en Rionegro, no solo se debe usar gorra, se debe usar casco, botas hasta las rodillas y guantes si hay que levantar uno que otro escombro para poder continuar con nuestro trayecto; profetizo que pronto empezaremos a ver camellos, pero ojo, no de empresas; sin embargo creo que no durarían mucho, morirían de sed cuando quieran hacer sus famosas pruebas con el agua del municipio. Eso ya se ha convertido en un ritual recurrente.

Ahora a lo puntual, hasta el momento no se ha terminado por completo el parque principal, con su museo incluido, no se han terminado varias intervenciones que las comienzan y las dejan a medias, vuelven cada mes, tiran unas cuantas palas, se ven las caras, se van y vuelven y recogen las palas ya oxidadas y así se la pasan, anotando con un marcador en una amarillenta hoja de papel, y pegándola con babas sobre un poste que está próximo a desplomarse la peliculera palabra: “Continuará”, ya están abriendo más agujeros por donde les plazca, unos dicen que buscan las caletas pérdidas de Escobar, pues no les basta con robarse el dinero del pueblo, y aquí todo es muy fácil y tan fantasioso, que ninguna ficción puede quedar por fuera. Señores, esto no es más que una verdad a voces. Respeto con la ciudadanía. Está bien que sean progresistas, líderes y caudillos en prospecto, pero tengan la amabilidad hacer una cosa a la vez, no estaría mal, y háganla bien hecha, completa, redonda, pensando en la dignidad cotidiana de la gente, no vuelvan a Rionegro un tierrero inconcluso y desviado. Procedan como su partido lo enuncia, con mano firme y corazón grande. Yo en lo personal, no veo la firmeza ni el corazón por ningún maldito lugar.

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