Respirando incomunicación

Respirando incomunicación

La reciente controversia de María Antonia Pardo, directora de comunicaciones de la campaña de Gustavo Petro, no es el único ejemplo de esto

Por: Rodrigo Beltrán
mayo 27, 2021
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Respirando incomunicación

Es entendible que una situación de crisis social conlleve a la fractura y el caos en la interrelación entre todos, con el combustible que calienta y prende segundo a segundo la hoguera y la atmósfera, ya en inmenso porcentaje contaminada de las redes sociales y la disparada de las fake news o noticias falsas, panfletos con amenazas, desinformación en general  que invaden los mensajes en los canales digitales. Todo lo anterior está haciendo un daño irreparable ante la comunidad virtual y la opinión en general. Estamos respirando la incomunicación.

Hoy estamos sometidos entre todos a lo que popularmente se conoce como “oídos sordos”, pero lo que sí es imperdonable es que organizaciones, entidades estatales, funcionarios, líderes, etcétera, cometan errores elementales en sus protocolos de información hacia lo público en medio de la crisis.

Veamos algunos casos: la representante de comunicaciones del senador Gustavo Petro, María Antonia Pardo, salió adelante en declaraciones poco afortunadas a un medio radial y en redes sociales frente al caso de la dolorosa muerte de un bebé recién nacido que era transportado en ambulancia desde Buenaventura hacia Cali y que finalmente falleció al impedírsele el paso a la ambulancia en unos de los bloqueos de esta vía principal que conecta al puerto con  la capital del departamento del Valle. "Habría muerto igual”, afirmó Pardo y causó reacciones de toda clase. En este caso hay que entender:

1) Un director de prensa o comunicaciones no puede tomar la vocería pública de su jefe, en este caso (así ella haya afirmado que no era la posición del senador, sino la personal) para que en un tema tan sensible y en medio de una crisis tan profunda se pronuncie públicamente.

2) Es imperdonable el tono e intensión de la respuesta de esta comunicadora. Le faltó olfato, sentido común y respirar profundo antes de pronunciarse. Aquí el único afectado fue el propio Gustavo Petro, y una lección para su equipo de comunicaciones estratégicas.

Otro ejemplo desafortunado es el que hace referencia a la entrevista que concedió al periódico El Mundo de España, Diego Molano, ministro de Defensa Nacional, cuando afirmó  que “los ataques cibernéticos que se han perpetrado vienen de Rusia particularmente”. Esto por poco alcanza graves consecuencias internacionales y una afectación a la relación diplomática activa de nuestro país con esa nación. En relación con estas declaraciones, la Embajada de Rusia manifestó su “profunda perplejidad”. La pregunta es: de ser cierta esta información, ¿el ministro tiene las pruebas suficientes? ¿Era el momento y el funcionario de gobierno más indicado para denunciar esto?, ¿o le correspondía en tono diplomático hacerlo a la canciller de la República si es que existen pruebas contundentes?

Lo más reciente fue la audaz, pero a la vez riesgosa estrategia de la Casa de Nariño, consistente en la realización de una entrevista dividida en 9 cápsulas en video con el presidente Duque con perfil y atmósfera internacional, hecha en inglés y donde se logró establecer que no tuvo periodista abordo, sino que se trató de unas declaraciones libres para invadir en redes sociales fundamentalmente. Uno de los aportes más polémicos fue en donde el jefe de estado acusa al líder de la oposición  de ser el autor del crítico movimiento social que atraviesa el país y que no lo ha dejado gobernar, textualmente afirma: “Cuando yo gané la elección, el candidato que derroté dijo que él estaría en las calles todo mi mandato que iba a protestar todo mi mandato, que su propósito era no dejarme gobernar el país”. Muchos medios calificaron esta pieza de comunicación como un engaño, una autoentrevista que no aceptaba contrapregunta y por ende con una intensión muy clara, como una suplantación del periodismo la calificó en su columna digital Daniel Coronell, quien siempre ha sido un crítico del gobierno.

Aunque esta pieza de comunicación digital seguramente no tuvo el alcance que deseaban sus asesores, sinceramente a mí no me pareció mala estrategia, tanto así que dio noticia sobre el tema de responsabilidad que según el presidente Duque tiene el líder de la oposición por el caos que vive el país. El hecho que no hubiera tácitamente un periodista para contra preguntar, no le quita el valor de los testimonios libres de un jefe de estado sobre una nación en crisis. Tal vez jaló mucho el afán periodístico de no estar allí, para controvertir los testimonios, pero como quedó, dio para hablar y conocer el punto de vista de Duque sin el acoso muchas veces visceral, pasional y en varios casos, poco neutral  de entrevistadores nacionales o internacionales.

Bien por Casa de Nariño y por el atrevimiento se la jugó a salir de esquemas tradicionales y dejó la libertad para el que quiera opinar, se lleve sus propias conclusiones, desacuerdos o interrogantes en las respuestas del jefe de estado. Un formato innovador que blindó a Duque de tener que entrar en  el juego en el cual a veces se  esconde las encerronas con intereses personales, políticos y demás. Estos últimos salidos de toda ética periodística.

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