Recuerdo de familia: un virrey en la metrópoli
Opinión

Recuerdo de familia: un virrey en la metrópoli

Los neogranadinos exportamos a España un virrey en plena colonia, el criollito privilegiado fue D. Pedro de Agar y Bustillo.

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octubre 06, 2017
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Camilo Pardo Umaña, Ramón Mesonero Romanos, Felipe Larrazábal y Daniel Samper Pizano descubrieron que los neogranadinos habíamos exportado a España un virrey en plena colonia, y el honor de haber aportado el ejemplar de exportación recayó en la familia De Agar y Bustillo. El criollito privilegiado fue D. Pedro de Agar y Bustillo.

Pedro, un cachaquito nacido en junio de 1773 en Bogotá, fue el único hijo del aplomado D. Benito de Agar y Bustillo. Este, su esposa y su vástago no se trastearon a Cartagena de Indias, como Juan Tomás de Agar y Bustillo Holguín y su familia, por miedo a lo que entonces era una aventura con más riesgos que posibilidades. Despacharon a Pedro para España luego de su grado de bachiller, porque quiso seguir la carrera militar en la Madre Patria. Al año de estar allá, en mayo de 1790, se pavoneaba por las calles de Cádiz con los atavíos de guardiamarina.

Los hechos le demostraron a Pedro que no se había ido a conquistar andalucitas coquetonas. Los ingleses se revolvieron de nuevo con la obstinación de que Andalucía era de ellos, y fueron a rescatarla a sangre y fuego. Se jugó la vida en las batallas navales de Gibraltar, con tan buen suceso que sus superiores no esperaron a que completara tiempo para ascenderlo a capitán, sino que lo alzaron a la brava. Además, lo nombraron profesor en la Academia Naval de El Ferrol, donde dicen que profetizó el nacimiento del Generalísimo Francisco Franco y el de Ángel María Castro Argiz, el padre de Fidel y de Raúl.

El orgullo de D. Benito y de su esposa no tuvo rajaduras, y lo disfrutaron con envidiable discreción. A nadie le confiaron que las proezas del muchacho se asemejaban a las de los más celebrados estrategas militares europeos de los siglos XVIII y XIX.

 

 Dos meses después de la camorra del 20 de julio
las Cortes crearon un Consejo de Regencia para España y las Indias,
y designaron un triunvirato, entre ellos D. Pedro de Agar y Bustillo.

 

 

Dos meses después de la camorra del 20 de julio entre los Morales y González Llorente, las Cortes del Reino crearon un Consejo de Regencia para España y las Indias, y designaron un triunvirato que se hiciera cargo del mando supremo con atribuciones estrictas. Escogieron a tres caballeros distinguidos y preparados para asumir semejante compromiso, entre los cuales figuró, para honra y prez de la Nueva Granada, D. Pedro de Agar y Bustillo.

Daniel Samper dijo que aquél fue un triunvirato de uno, o sea, de D. Pedro, pues “Al escogerlo, las Cortes sabían que iba a ser el hombre más importante del reino, ya que el general Blake tendría que marcharse para la guerra y el pobre don Gabriel Císgar se hallaba bastante impedido por la gota”. De modo que el primer año y medio de ese serenísimo Consejo lo presidió nuestro personaje como un virrey en la Metrópoli.

Durante esos meses, D. Pedro mandó con la espada en alto porque continuó cuidando a España del hostigamiento de los ingleses, bien provisto de diplomacia y pantalones, y enfrentó sin miedo una epidemia de fiebre amarilla con tanta eficacia que, de haberse conocido en Colombia los pormenores de esa emergencia, nos habríamos evitado los paseos de la muerte de estos últimos años.

En marzo de 1813, D. Pedro fue reelegido para el Consejo de Regencia, esta vez al lado de un Borbón, el inexpresivo D. Luis, y del mismo D. Gabriel de Císgar, quien mejoró de la gota con el antiinflamatorio de la reelección. De Agar y Bustillo, D. Luis y D. Gabriel entraron en hombros y vitoreados a Madrid. Pero a los cinco meses cabales Fernando VII reconquistó su trono y los botó sin misericordia.

Un genealogista asturiano (se presentaba como descendiente del rey  Pelayo), que anduvo rastreando la parentela de D. Pedro por estos lares, me preguntó una tarde en la Academia de la Historia de Cartagena de Indias, al enterarse de mi segundo apellido, si el Agar que precedía al Bustillo desapareció por voluntad familiar, como el Gutiérrez en algunos Piñeres y el Ibarnadó en los Zubiría. Le di la versión que yo conocía: lo suprimieron porque se volvió sicalíptico llamar a cualquiera de ellos con el consabido “Ven acá, Agar”.

 

 

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