Reabrir las iglesias, eso sí es pecado

Reabrir las iglesias, eso sí es pecado

"No es correcto y no es justo, sobre todo en momentos como estos, asistir a un lugar de estos, más cuando la misma biblia dice que Dios está en todas partes"

Por: Alfonso Acosta Caparros
julio 09, 2020
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Reabrir las iglesias, eso sí es pecado

La apertura de la economía, aparte de ser en estos momentos “un mal necesario”, es también el conjunto de los gremios haciendo lobby (es decir, lagarteando palancas para que el gobierno les conceda la apertura) y así apurar ventas, para empezar a medio enderezar sus negocios y poder cumplirle al gobierno, entre otros rubros, con el respectivo e ineludible pago de impuestos (aunque aun así muchos van a quebrar). Toda la economía es una cadena.

Sin embargo, llama la atención cómo una entidad ha logrado que les permitan abrir sus puertas antes que a otros rubros como la hotelería, los vuelos, el turismo, los bares, las discotecas, los restaurantes, los cines, los deportes al aire libre, etc. Me refiero a la apertura de las iglesias.

Aún con medidas de bioseguridad y distanciamiento social, estos son lugares de gran aforo, que reciben muchas personas y en los que por ser cerrados y gigantescos flotan como incienso el oxígeno y el gas carbónico, que respiran las personas por más tapabocas que se pongan. Todo esto durante 30 a 40 minutos, que es lo que dura la misa, rito de esa religión.

Lo grave de todo es que es un rubro que contagia y no paga impuestos. Así que de qué le sirve que abra antes que los otros rubros si lo que menos hace es fortalecer la economía, excepto la de los curas y pastores y a través del diezmo.

Todo esto nació con el famoso Concordato, un acuerdo entre la Iglesia y el Estado, donde una persona no puede hacer prácticamente nada sino está “amarrado” por la iglesia. Por eso los colegios piden la partida de bautismo católica y los novios que se quieran casar deben presentarla también. Es la forma que tiene la iglesia desde tiempos inmemoriales para “reclutar” a la brava su base de católicos en todo el mundo.

La religión, "opio del pueblo", como se le ha llamado por intelectuales durante generaciones, se asegura que la familia debe asistir a misa los domingos llevando a los niños, quienes, sin tener la menor idea de nada al respecto, se ven al principio obligados a asistir y luego a fuerza de ir a misa desde niños los obligan a pasar por el bautismo, la confirmación, la primera comunión, el matrimonio y la extremaunción a cambio de generosos diezmos. Es decir, los convierten a esa religión por la fuerza y la costumbre disimulada.

Sin embargo, las ganancias no van para el Estado, sino para ellos; es decir, para las mismas iglesias. Además, sin pagar un solo centavo de impuestos. Y lógicamente, ante los demás rubros que sí pagan impuestos, causa sorpresa y desagrado que primero se dé permiso para abrir recintos tanto iguales o más peligrosos que otros, teniendo en cuenta que su gran porcentaje de asistentes, en promedio general, son personas de la tercera edad (los más vulnerables al contagio), algunos jóvenes y también muchas camanduleras.

No es correcto y no es justo, sobre todo en momentos como estos, asistir a una iglesia, si la misma biblia dice que... Dios está en todas partes.

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