Quinto, el estilema y la reculada
Opinión

Quinto, el estilema y la reculada

“…yo no sé ni cuántos saqué, yo lo único que sé es que gané”: Quinto Guerra, alcalde de Cartagena

Por:
mayo 20, 2018
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El estilema

Cuando uno estaba convencido de que sería imposible superar las espontáneas frases del Alcalde Pop (Manolo Duque), aparecieron sin prisa y sin vergüenza las de Quinto Guerra (léase de quinta). Quinto es un político de trapo azul y apoyos de trapo rojo, con apellido de equipo de softball o bola lenta, quien minutos después de haber sido elegido primer mandatario de Cartagena, soltó una especie de aforismo que va en vía de convertirse en su más brillante estilema.

“…yo no sé ni cuántos saqué, yo lo único que sé es que gané”. Al tiempo que extendía sus brazos como pulpo en playa baja.

Quinto se refería a la votación obtenida (72 111 votos), con una abstención del 77 %. Su estilema tuvo de inmediato el aprecio de los más radicales estructuralistas. Fue calificado como genialidad, debido a la perfecta disposición de sus elementos, referente imprescindible de próximos discursos. La consonancia vocálica de cada inciso, dan al estilema un vuelo poético innegable, el cual se hermana con versos de los mejores sonetistas del Siglo de Oro.

Su contundente frase aplastó el intento de un discurso demagógico, correcto, que hablara sobre la confianza perdida, la democracia en crisis, los liderazgos extraviados, el asomo de la corrupción y concluir que llegaba a ese cargo para transformar ese pasado accidentado y despreciable… pero no, no dijo eso, ni sus asesores en comunicación lo guiaron. Lo dijo de manera abierta, encubriendo quizá su desvergüenza:

“…yo no sé ni cuántos saqué, yo lo único que sé es que gané”.

Si el estilema hace carrera y los estructuralistas lo ratifican, pronto se escucharán frases como:

“Yo no sé ni cuánto me gasté, yo lo único que sé es que me lo gocé”.

“Yo no sé cuánto dinero se perdió, yo lo único que sé es que se entregó”.

“Yo no sé ni cuántas OPS di, yo lo único que sé es que a todos les repartí”

“Yo no sé si la Procuraduría demanda, yo lo único que sé es que el CNE me aguanta”.

 

La reculada

Quinto llega a la Alcaldía de Cartagena luego de dos sinfonías inconclusas, escritas por dos periodistas, quienes dejaron sus micrófonos en RCN Radio para descabezar la administración de la ciudad.

Ambos ganaron con votaciones muy altas. “Históricas”, calificaban los medios. El Manolo Duque de Primero la gente obtuvo más de 125 000 votos; El Campo Elías de Hay campo para todos, 160 176. Pudo ser un buen dato para Quinto, y argumentar que la cantidad de votos no es garantía de éxito, y que él, con sus 72 000 confía en que llevará a Cartagena por la ruta de la transparencia.

Dos días después de su elección, a Quinto se le ocurrió atacar a los medios nacionales con un verbo doble faz como hoja de caimito. Dejó filtrar su molestia con aquellos periodistas que cuestionan, indagan, preguntan y repreguntan. Sus ataques hacia el periodista Antonio Canchila, quien ha revelado los aliados de Quinto; ha establecido de qué casa, troja o cueva política provienen; qué condenas han recibido o qué delitos han cometido. Canchila ha explicado cómo ciertos sujetos han ido legando su tradición política, en un ejercicio que entrega contextos y datos certeros. Eso es ejemplo de un ejercicio periodístico que da respuesta a las inquietudes del lector y que molesta al poder.

Las dos administraciones pasadas de Cartagena concentraron favores y dádivas en grandes grupos de periodistas y comunicadores locales. Quizá sea esa la razón para que Alberto Martínez, en su reciente columna de El Heraldo, asegure que “la ciudad ni prensa tiene”. Aquellas dos administraciones perdieron la oportunidad para construir una nueva forma de hacer periodismo. Campo y Manolo impusieron un sistema de prácticas en su relacionamiento con la dependiente prensa local, que al parecer, la administración Quinto no se empeñará en acabar.

En la entrevista entregada a los medios, dos días después de su elección, Quinto fue claro, aseguró que no escucha (pero sabe quiénes son y qué dicen) medios nacionales: “Yo como no escucho a ustedes, sino los locales, a mí me interesa más son estos manes que están aquí”. El comentario se dio luego de pedirle al “señor Canchila” que le enviara un mensaje a sus jefes en Bogotá, que los previniera sobre la posibilidad de ser atracados en la urbe. “Primo, que nos ayuden, les decimos, oiga señor, venga a Cartagena, usted que a veces viene, pilas que te pueden atracar, dile a tu jefe que de pronto lo pueden atracar, mándale el mensaje…”, dijo Quinto, dirigiéndose a Antonio Canchila.  

Luego, aseguró: “Vamos a crear una dependencia y vamos en esa dependencia a concertar… Ojo, para que vean la autonomía… Señores Canchila… de este Gobierno… (Se escuchan risas de “estos manes” que celebran el hecho) y vamos a concertar, se la tengo adentro (La risa de “estos manes” es más fuerte).

Antonio Canchila pregunta: “¿A mí?, con relación a la frese de quinta “Se la tengo adentro”. Quinto entonces comienza la reculada, y miente. Dice: “No, a la comunidad”. A esa, aseguró se la tiene adentro. Ese pequeño acto, me hace pensar que es un tipo peligroso.

 

El hecho no solo merece una pública retractación de Quinto, sino también el rechazo de los periodistas decentes
y el repudio de esa comunidad que el mandatario usa como burladero

 

El hecho no solo merece una pública retractación de Quinto, sino también el rechazo de los periodistas decentes (sabemos que “estos manes” no lo harán) y el repudio de esa  comunidad que el mandatario usa como burladero. Estamos ante un sujeto que es incapaz de sostener su palabra, y reafirmase en su legítima intención. Un ser débil, incoherente, que soslaya una discusión abierta, pública y sensata, como se lo propuso de manera reiterada Antonio Canchila, un periodista cuyo ejercicio no solo es valiente (teniendo en cuenta los condenados cercanos a Quinto) sino también preclaro e inspirador.

Ante la capacidad discursiva de Quinto, habríamos preferido un estilema sensato, sincero, algo como: “Yo no sé ni a quién insulté, yo lo único que sé fue que reculé

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