La capital es punto en desarrollo constante, por lo que la modernización del transporte fue algo progresivo. De hecho, es medianamente reciente, ya que en la Colonia los ‘cachacos’ se movilizaban a pie y, si salían de la ciudad, usaban mulas, asnos y caballos. Además, no tenía el tamaño que tiene en la actualidad, por lo que no era tan complicado ir de un lugar a otro. Pero fue el tranvía de Bogotá el que revolucionó todo y le dio un aire moderno y facilitó los desplazamientos de los ciudadanos de a pie a sus trabajos.
Primero, y como un dato curioso, es importante saber que interconectar a la capital con el resto del país no fue tarea fácil, algo que la llegada de la aviación resolvió. Pero en su momento, Bogotá era una ciudad casi aislada por la falta de vías de comunicación. Fue por eso que fueron tan importantes los populares caminos reales heredados de la Colonia.

Los primeros esfuerzos eran para darle a Bogotá una salida al mar que, además, sirviera para comunicar a las distintas regiones del territorio nacional. Algo que verdaderamente funcionó bastante bien. A medida que se fueron mejorando las vías de comunicación, también se fue ampliando la oferta de medios de transporte en la ciudad.
Cómo se creó el Tranvía de Bogotá
La historia de este gran paso en la capital remonta a 1882, cuando William W. Randall, diplomático norteamericano en Barranquilla y empresario ferrocarrilero de Terranova, con su empresa The Bogotá City Railway Company, firmó un contrato y se elevó a escritura pública en la Notaría Tercera de Bogotá. En este se comprometía a construir pasos de rieles, a mantenerlos en perfecto estado, limpio y aseado, y a brindar un servicio de calidad y pagar una suma al distrito por el permiso para el establecimiento del ferrocarril urbano.
Por su parte, Randall vendió los derechos de la concesión al empresario ferrocarrilero Frank W. Allen, quien pidió 16 tranvías de 2 ejes a la J. G. Brill Co. en Filadelfia, Estados Unidos. Estos estaban compuestos por ocho carros cerrados, numerados del 1 al 8, y ocho carros abiertos, numerados del 9 al 16, con capacidad de 20 pasajeros. El nombre de la empresa en ese momento era Ferrocarril de Bogotá. Quien estuvo a cargo de ensamblar todo fue el ingeniero H. M. James.

El hombre lo hizo realidad por supuesto, y así fue que el tranvía inició su operación el 24 de diciembre de 1884 como el primero de la ciudad. Además, era jalado por mulas y, en primera instancia, pasaba por la Plaza de Bolívar, la plazoleta San Diego, la calle 26 y terminaba su recorrido en Chapinero. Aunque más adelante se amplió a más zonas de la ciudad. Pero para nada era miel en hojuelas, a la Gobernación de Cundinamarca y la Alcaldía de Bogotá llegaron muchas quejas sobre el mal estado de las vías por donde pasaba el tranvía y su suciedad.
Por si lo anterior no fuese suficiente motivo, sumado a las constantes inconformidades de los ciudadanos, la empresa no estaba cumpliendo con la construcción de nuevas vías ferroviarias, ni estaba pagando el permiso para su uso. Así que el municipio puso una demanda contra la Compañía del Tranvía. Lo cierto es que el contrato, como el permiso, quedaron anulados y en 1910 pasó a manos reales de Bogotá.
El día que mejoraron el servicio y luego desapareció

Ese mismo año llegó a la ciudad el tranvía eléctrico, anulando los ya obsoletos vehículos llevados por animales. Por otra parte, y en simultáneo, nació la Empresa del Tranvía Municipal de Bogotá, lo que permitió ampliar las rutas a más barrios de la ciudad y en 1922 había cerca de 29 carros eléctricos, lo que representaría una mejora significativa.
Sin embargo, en 1948, varios vagones del tranvía fueron quemados debido a los hechos de orden público que se desataron por el asesinato del caudillo liberal, Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril. Pero el tranvía seguía siendo el medio de transporte de la capital por excelencia, y fue en 1951 cuando dejó de funcionar en la ciudad por decisión del alcalde de esa época, Fernando Mazuera Villegas, dando paso a los famosos Trolebuses, otra historia aparte.
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