La gran ausente del debate sobre la permanencia del Alcalde Mayor en su puesto es la ciudad. En el afán de sacar a Petro, se ha olvidado que el programa de la Bogotá Humana tiene que ejecutarse hasta el final.
Salvo unos políticos desahuciados, nadie en sus cabales aceptará terminar un proyecto al cuál le van a faltar menos de dos años en tiempo y uno en presupuesto, que seguramente no aprueba y que con seguridad ni siquiera conoce. Quién se puede imaginar a un Francisco Santos o un Jaime Castro trasnochándose estudiando la Bogotá Humana para para tratar de convencer a los electores que él puede ejecutar mejor el programa de gobierno que el mismo Petro o su candidato a la sucesión.
Pero con qué maquinaria va a enfrentar la elección. ¿Qué gana un candidato a edil o concejal ya elegido haciéndole campaña?, ¿qué gana uno de los derrotados si ya la curul a que aspiraba va a seguir ocupada?, ¿Va a sacar a todos los secretarios faltando un año?, ¿ va a volver a iniciar un proceso de selección en la alcaldías locales para que los nuevos gobiernen tres meses?. Petro puede quedar políticamente muerto, pero no está sepultado, y como el Cid Campeador su sola presencia en la plaza pública va a inclinar drásticamente la balanza y seguramente ante la ausencia de maquinarias contrarias, va a ganar por W.O.
Lo más conveniente para la ciudad es la revocatoria. Porque permitirá barajar y empezar de nuevo. En caso de resultar derrotado no solo debe irse el Alcalde sino su programa, y el nuevo alcalde tiene las manos libres para impulsar su propuesta de ciudad.
Paradójicamente lo que más conviene a los que están beneficiándose de la administración es la salida de Petro y la revocatoria como lo ha solicitado el mismo Petro, es lo que más le conviene a la ciudad.
