Qué muestra y qué esconde la reforma tributaria

Qué muestra y qué esconde la reforma tributaria

"En este caso los llamados a sacrificarse para que los demás no se sientan lastimados son los de siempre, la clase media media y media baja"

Por: Jorge Ramírez Aljure
marzo 26, 2021
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Qué muestra y qué esconde la reforma tributaria

De todo lo dicho en materia de reforma tributaria por las comisiones de expertos y centros de estudios económicos que siempre han dirigido sus recomendaciones para gravar a las clases medias, mientras favorecen como agentes del capitalismo neoliberal a las empresas y clases altas, se debe rescatar el propósito general de que en esta ocasión —por cuenta de la pandemia y poniendo sordina a la  situación económica previa que no era un jardín de rosas— consideran necesario que los favorecidos de siempre se metan la mano al bolsillo si queremos salir de la peligrosa situación económica y social en que nos encontramos.

Una política que no de ahora sino desde siempre han debido tener clara todos los gobiernos, de manera que la crisis intempestiva de salud  no nos hubiera tomado fuera de base con una infraestructura deficiente, buena parte de la población en la pobreza y su juventud sin oportunidades de estudio y  menos de empleo, como no sea transitar hacia el delito en un país cuya economía en buena proporción es abiertamente ilegal. En otras palabras, que no permaneciéramos en el eterno subdesarrollo, donde las cosas empeoran, pero se mantiene el cuento que vamos  para adelante.

Sin embargo, todo lo que se haga en este sentido de justicia y necesidad apremiante no parece por sí mismo convertirse en una salida a la situación de inviabilidad en que poco a poco han venido entrando todos los países que se confiaron en que por el camino industrialista progresivo que les indicaron terminarían siendo ricos y sus pueblos disfrutando de una vida si no de lujos, sí de dignidad y estabilidad económica.

Lamentablemente no fue así, y la alta cuota que hemos pagado por  conseguirlo no solo nos precipitó por el camino de la extracción bruta de nuestras riquezas naturales con el deterioro consecuente del medio ambiente excepcional con que contábamos, sino prohijó el abandono de cualquier esfuerzo por hacer investigación y ciencia propias sobre aquellas riquezas excepcionales en camino de un desarrollo autónomo y diferente al que nos impusieron como meta única.

Camino errado que nuestros dirigentes pretenden proseguir, pues la incompetencia del sector industrial, el abandono secular del campo y su reforma y el atraso en materia de investigación y ciencia propia y novedosa —para no quedarnos en cadenas de valor entre pobres sino irrrumpir en los mercados desarrollados donde se encuentra el dinero y alimentar así nuestra economía— los impulsa a seguir en las mismas sin importar el deterioro de nuestras verdaderas riquezas y el irreversible panorama de degeneración económica y social que continuarán creando.

Riquezas naturales que solo ameritan, en el mejor de los casos, adecuaciones para proyectos turísticos de carácter pasivo, avistamiento de aves y alimentar el eterno bla, bla, bla sobre su singularidad trascendental, pero nada sobre el desarrollo científico y económico de los secretos de vida que guarda, en áreas inexploradas del conocimiento, una biodiversidad incomparable, que de partida -con cuidar únicamente lo que va quedando- nos permitiría recoger CO2 de la atmósfera terrestre para detener el calentamiento.

Un esfuerzo tributario robusto, pero sin que la economía agregue recursos externos nuevos ni genere internos que compensen a toda la sociedad, los ricos estarán poco satisfechos con los recortes que reciban, las clases medias pudientes limitarán necesariamente sus consumos y la industria tradicional no encontrará el mercado interno suficiente para favorecerse y servirle de motor insustituible al desarrollo de la economía.

Y si llegara a ser cierto que el Estado limitara sus gastos, en muchísimos casos más que justificables, la demanda por bienes y servicios será aún menor como para hablar que el consumo no será el motor de la recuperación y se recurrirá como siempre al viejo truco de conseguir dólares fruto de la explotación y exportación de bienes primarios y acudiendo a incrementar la deuda externa para sobrevivir, con lo que no habremos solucionado nada en materia de desarrollo y sí hecho más difícil nuestro creciente  e insostenible subdesarrollo.

Y si a todo lo anterior se suma que los gremios económicos, centros de investigación y políticos de centro y derecha agregan a su dictamen sobre la grave situación económica y la necesidad de una reforma tributaria, que esta no funcionará si no está acompañada por las reformas integrales que en materia laboral, de salud y pensiones que fueron recomendadas hace más de 30 años por el libertarismo capitalista cuando aterrizó en nuestro medio, anunciando que seríamos bienvenidos al futuro sin aclarar que este podría ser más comprometido que el del momento cuando nos sorprendió con su funesto aviso.

Porque en este caso los llamados a sacrificarse para que los demás no se sientan lastimados son los de siempre, la clase media media y media baja, constituida por la gran masa de empleados y trabajadores que verán sus ingresos por trabajo recortados al máximo y los servicios compensatorios de salud, vivienda y recreación de origen parafiscal eliminados, pues estos aportes han sido el trompo de poner de los grandes sectores económicos para alegar que su no eliminación es la que ha frenado la formalización del empleo, la consolidación de las empresas y el desarrollo del país.

Al tiempo que buena parte de esta población vería sus artículos de consumo obligado, como el café y el chocolate, sometidos al IVA y sin derecho a que el aparatoso sistema de devolución del mismo los cubra, con lo que muchos irán a engrosar las filas de los 20 millones de pobres que ya el sistema hipercapitalista consideró irredimibles para sus limitadas miras económicas. Con lo que tendremos pronto otros diez millones de deshauciados a los que apaciguará el Estado con un ingreso solidario de unos infelices pesos mensuales que quien sabe cuánto puedan servir de algo. Cifras escandalosas de degradación humana esperadas y que parecen previstas por el gobierno, pues parte del destino de lo recogido por la reforma, 7,6 billones, un 30,4 %, se dedicará a paliarles su miseria.

Desolador resulta también que de los 25 billones que se aspiran a recoger, nada vaya encaminado a fomentar la ciencia propia y más de la mitad, 15.9 billones, el 64 por ciento, estarán dedicados al pago de la deuda externa. Es decir, no habrá indicios de fomentar un camino diferente al frustrado que llevamos y continuaremos en materia de recursos con limitaciones insalvables, pues más de la mitad del esfuerzo tributario de los colombianos terminará haciendo parte del capital financiero internacional como pago de los préstamos que hemos recibido sin que nuestra situación en realidad haya progresado y, en cambio, la penuria general aumente.

El modelo económico que continúa prolongando este rumbo infame no se nombra, precisamente por sus resultados injustificados, y sus seguidores se limitan a cobijarse tras posturas políticas de conservación de lo que precisamente estamos obligados a cambiar para evitar que sus apesadumbrados e ingenuos votantes los rechacen.

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