Qué futuro tiene el sindicalismo en Colombia

Qué futuro tiene el sindicalismo en Colombia

A raíz del triunfo de Gustavo Petro el pasado 19 de junio, se empiezan a ver fracturas internas dentro del sindicalismo. ¿Cómo fortalecerse?

Por: Ariel Peña González
julio 14, 2022
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Qué futuro tiene el sindicalismo en Colombia
Foto: Leonel Cordero

Tiempo después de que  Chávez se tomó el poder en Venezuela, ante la rebeldía de la mayoría del movimiento sindical frente a  su gobierno, el dictador arremetió  en contra de la autonomía y afirmó que  la revolución no necesitaba de los sindicatos, desatando una persecución feroz en contra de los dirigentes que no se plegaron  a su proyecto totalitario; y en Colombia a raíz del triunfo de Gustavo Petro el pasado 19 de junio, se empiezan a ver fracturas internas dentro del sindicalismo como lo destacan los medios de comunicación en medio de la llegada de  Petro  al poder, dichas contradicciones  no solo se dan por razones burocráticas, sino por diferencias ideológicas y políticas; de ahí  que frente al futuro del sindicalismo en Colombia se deben organizar foros y encuentros   a corto plazo, para poder dilucidar lo que le espera al movimiento de los trabajadores en materia de libertad sindical, especialmente.

Es evidente que dentro de la Reforma Tributaria del próximo gobierno que pretende recaudar un 5,5% del PIB, y  que implicaría conseguir más de 55 billones de pesos,  personas de las capas  medias y bajas de la población tendrán que pagar más impuestos; de modo que así como el sindicalismo en el pasado se movilizó  para rechazar las iniciativas lacerantes en contra del bolsillo de los colombianos, ahora no  puede haber  excusas de tipo retorico burocrático para no hacer lo mismo, además hay que estar alerta en asuntos como el de las pensiones, los hidrocarburos, la capacidad energética, el estatuto del trabajo(artículo 53 de la Constitución Política de Colombia), el sistema de salud, la reforma a los créditos de vivienda, el incremento del  IVA, entre otros asuntos.

Debido a que no se puede renunciar a la independencia sindical en ningún  gobierno, puesto que las organizaciones obreras especialmente las  de tercer grado  que es el caso de las centrales, bajo ninguna circunstancia  se tienen que convertir en gobierneras, sin importar el signo ideológico de quien esté al frente del manejo del estado; dado que es aberrante imitar a la Central de Trabajadores de Cuba que es un simple apéndice del partido comunista, igual sucede con la Federación Nacional de Sindicatos de China, la Federación de Sindicatos de Norcorea y  la Confederación General del Trabajo de Vietnam, teniendo como común denominador en estos países, que las centrales mencionadas son las  únicas sin ninguna clase de disenso, puesto que son manejadas por las dictaduras marxistas, a lo que se debe agregar el remedo de sindicalismo que tiene la tiranía de  Venezuela con  su Central Bolivariana Socialista de Trabajadores, debido a lo cual para el caso  colombiano la mejor manera de impulsar la lucha social se hace  conservando  la autonomía del sindicalismo en el futuro gobierno.

Es una maña de la secta marxista-leninista, confundir la lucha social que es inherente a los seres humanos con la lucha de clases, que es un sofisma del comunismo totalitario, para crear una asimetría maquiavélica  y así confundir a las personas y sembrar el odio buscando satisfacer sus  apetitos burocráticos. El “sindicalismo clasista” es una invención para vender la idea de que la doctrina de  los trabajadores como por arte de magia es la marxista,  constituye un exabrupto que ofende la democracia, la independencia y el pluralismo que son los pilares del movimiento de los trabajadores.

Las contradicciones entre el  capital y el  trabajo con las que se desgañitan los miembros  de la gruperia, recibió una fuerte bofetada hace 44 años, cuando el partido comunista chino se alió con las grandes transnacionales especialmente las norteamericanas, para  desarrollar una gran producción manufacturera en el país asiático, lo que tiró por la borda la tan cacareada contradicción, ya que la esencia del marxismo es tener  la hegemonía en el poder político sin importar el precio, por eso Zhou Enlai y después Deng Xiaoping  líderes chinos supieron discernir que la economía centralizada  y estatista eran un fracaso y tomaron el camino de la economía de mercado, lo que deja  sin argumentos  aquellos que todavía insisten en la discordancia entre el capital y el trabajo.

Los  dogmas económicos y políticos  del señor Karl Marx quedan desvirtuados con lo sucedido en La China y en otras partes del mundo, porque es el colmo de la testarudez que una doctrina que desde  sus comienzos en el siglo XlX fue repudiada por  los trabajadores, pero que mediante la mentira y la violencia se tomó gobiernos en algunos países de la tierra en el siglo pasado, fracasando estruendosamente con la caída del muro de Berlín y  la debacle  de la URSS, todavía  los seguidores de esa  doctrina de manera supersticiosa  insistan en un sistema que para lo único que  sirve es para montar camarillas  genocidas y burocráticas que envilecen a los pueblos mediante el crimen y la tortura, como ocurre en Cuba, Norcorea, Venezuela y Nicaragua.

El denominado “sindicalismo clasista” que tanto promocionan las fuerzas totalitarias marxistas, no es más que una entelequia que pretende  convertir al movimiento de los trabajadores en correa  de transmisión del comunismo quitándole su autonomía, siguiendo las enseñanzas de Marx quien planteaba que los obreros no debían tener ideología sino conciencia de  clase, lo que lleva a que los trabajadores  con sus organizaciones se convirtieran en simples rebaños de las élites comunistas, negando el carácter libertario impreso  desde los albores en  las primeras luchas sindicales, siendo el caso más emblemático el de los Mártires de Chicago en 1886, quienes abrazaban los ideales anarquistas que eran contrarios al absolutismo marxista.

Cuantas veces sea necesario hay que reiterar, que el marxismo jamás puede ser un precepto para la lucha de los trabajadores, ni mucho menos la brújula que guía hacia un mundo mejor, sino que como secta perversa  lo que busca es  subyugar a los pueblos mediante lineamientos totalitarios, que necesariamente conducen a la esclavitud   culmen  del comunismo para avasallar a las naciones, como lo ha demostrado durante su tenebrosa existencia.

No se puede ignorar que en Colombia el marxismo-leninismo con sus bandas armadas ha sido uno de los principales predadores del sindicalismo, asesinando a cientos de líderes  en las ultimas 6 décadas, de ello se han encargado las Farc y el Eln principalmente, pero sin olvidar el magnicidio de José Raquel Mercado en 1976 presidente de la CTC por parte del M-19, quien con este crimen buscaba amedrentar  a los dirigentes sindicales que no seguían las orientaciones del comunismo.

El sindicalismo en toda su concepción tiene que ser democrático y  pluralista, obviando el término clasista.

 

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