Este es el asunto: hace unos días, el presidente de México, Andrés López Obrador, le dirigió una carta al rey de España y al papa Francisco instándoles a pedir perdón por los crímenes cometidos por España y por la Iglesia católica durante la conquista. La carta desató una tormenta política increíble, muy a pesar de que el mismo presidente López asegura que la solicitud en nada pone en peligro las relaciones entre las dos naciones.
El Rey no ha contestado, pero en el Parlamento español se produjeron toda suerte de pronunciamientos en favor y en contra. La posición oficial de España, desde el Ministerio de Exteriores, parece ser esta: España no ofrecerá disculpas porque, así como otras potencias coloniales no han pedido perdón por los crímenes cometidos en el marco de sus conquistas, España tampoco. La respuesta, por supuesto, es una admisión de culpa, y una salida arrogante e inmoral, pero muy interesante a la hora de suscitar un debate sobre la utilidad, la pertinencia y la importancia de ese tipo de gestos.
A la vez, los mismos hechos generan preguntas sobre las intenciones del presidente mexicano, al fin y al cabo, si bien la propuesta apela inmediatamente al sentimiento nacionalista y ha despertado mucho respaldo popular, podría uno preguntarse por qué el presidente no ha tenido el mismo coraje para, por ejemplo, plantearle algo similar al presidente Trump, exigiéndole que se retracte de todas las imprecisiones y las declaraciones que han desatado una ola de ataques contra su país, así como un cambio muy desfavorable en la situación migratoria de la población mexicana residente (incluso legalmente) en los Estados Unidos.
En el caso del papa Francisco, el portavoz oficial del Vaticano se pronunció diciendo que el papa ya se ha disculpado por los crímenes cometidos por la Iglesia durante la conquista, cuando, en el marco de su visita a Bolivia, el papa expresó: “Pedimos humildemente perdón no solo por las ofensas de la iglesia, sino por los crímenes contra pueblos originarios de América, durante la llamada conquista de América” en el nombre de Dios.
En Estados Unidos se libra un debate sobre los derechos de compensación
por la esclavitud, y en España, sobre las responsabilidades
por la Guerra Civil y la independencia de Cataluña y el País Vasco
Toda esta polémica cobra importancia en Colombia, ahora que algunos pueblos indígenas exigen reivindicación de derechos más allá de los ya reconocidos por la Constitución del 91 como una forma de compensación por la Conquista. En Estados Unidos se libra un debate muy interesante sobre los derechos de compensación por la esclavitud, y en España, ha tenido lugar ya desde hace varias décadas una discusión muy fuerte alrededor de las responsabilidades por la Guerra Civil y la independencia de Cataluña y el País Vasco.
El asunto es especialmente sensible en España, en donde la monarquía pasa por una crisis institucional que ha llevado a que aumente significativamente el consenso social pidiendo su completa abolición y un cambio en el sistema de gobierno, luego de que el caso Noos sacudiera a la familia real, igual que unas supuestas denuncias sobre actos de corrupción en los que habría incurrido el rey emérito Don Juan Carlos de Borbón en asocio con su examante, y gracias a los cuales habría amasado una fortuna extraordinaria. Demandas como las que hace López Obrador en nombre de México obligan al rey Don Felipe a optar por una posición moral que sin duda podría convertirse en precedente a citar en otros casos, y que definirán su legado como rey.
Lo más probable es que en los próximos años, y a propósito de los trabajos de la Comisión de la Verdad, veamos una proliferación de demandas de disculpas públicas al Estado colombiano, a políticos, militares y funcionarios por su papel en el desarrollo de casos emblemáticos en el conflicto colombiano.
Hoy pregunto: ¿Usted cree que España tiene el deber de disculparse por los crímenes cometidos durante la Conquista? Espero sus reacciones.
Twitter @nataliaspringer
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