Protestar, sí. Y de organizar, ¿qué?

Protestar, sí. Y de organizar, ¿qué?

Cambiar una sociedad inequitativa, mal administrada, excluyente y multiproblemática será de verdad una tarea prolongada, titánica, complicada y peligrosa

Por: CÉSAR CURVELO
junio 15, 2021
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Protestar, sí. Y de organizar, ¿qué?
Foto: Las2orillas / Leonel Cordero

Cada quien da lo que tiene en su corazón y puede realizar acciones que aportarían a la causa, como ir a marchas contra el statu quo, por decir algo y poner un ejemplo. Que es cosa que, en efecto, ya se está haciendo a lo largo y ancho del país con el retumbante y masivo concurso de muchas y muchos, en especial de jóvenes de barrios populares.

La primera vez que participé en una marcha fue por allá en 1982, con ocasión de una concentración en el ancho bulevar de Simón Bolívar, en el barrio del mismo nombre, situado al suroriente de Barranquilla. El orador central fue Luis Carlos Galán, quien llegó a la punta este del sector, un lugar donde hoy se levanta una asta alta y gigante en la que ondea una enorme bandera de La Arenosa. Fue así, como decía, que Galán arribó a bordo de un vehículo que comandaba una caravana de autos que se detuvo en el punto indicado, a unas ocho cuadras antes del sitio del mitin. El dirigente político se bajó del yip descapotado en que venía y, en un santiamén, aparecieron cientos de simpatizantes y activistas que se aglomeraron formándose una bulliciosa marcha que terminó en el amplio espacio frontal de la tarima. Recuerdo que intervinieron los amigos Hernando Racines y Edilberto Arévalo, coordinadores de un cercano puesto de votación. Yo era uno de los tantos líderes de las juventudes del Nuevo Liberalismo en el departamento del Atlántico, y como tal era mi deber colaborar en el evento.

De ahí en adelante seguí asistiendo a marchas, concentraciones, mítines y plantones de toda clase y, a decir verdad, lo que ha cambiado a favor del pueblo, en lo esencial, ha sido muy poco. Sin embargo, uno debe ser consecuente con lo que piensa, y continúo razonando que debo cooperar en actividades que puedan impulsar una trasformación radical de nuestra nación. Que zutano, mengano o perencejo se vaya lanza en ristre o pistola en mano contra las peticiones de reivindicaciones sociales, es harina de otro costal. O que a fulano no le dé su regalada gana de respaldar actos en pro de la renovación política, pues vaya y venga: observa que las estadísticas sobre las elecciones nos muestra que casi la mitad no vota.

Dable es resaltar, para seguir hablando del tema, que nos encontramos ante un hito histórico: a la fecha se mantiene viva y coleando una tsunámica ola de protesta, manifiesta en una marejada de marchas y concentraciones que van a seguir dando de qué hablar por buen rato.

Si anhelas un país moderno y quieres responsabilizarte de tu parte, deberás organizar tus ideas con claridad meridiana, reestructurar tu esquema neuroemocional, relacionarte con los demás de manera asertiva y disciplinarte con todas las de la ley. Para ello será importante que veas y escuches las noticias de fuentes alternativas con mentalidad crítica, que leas más libros de los que has leído hasta ahora, y que actúes de forma realmente coherente con el proceso civilizador que proclamas apoyar.

Céntrate desde ya en una misión y visión de futuro, y ve analizando con calma si vas a salir a sufragar el domingo 29 de mayo y quizás el 19 de junio del 2022, de ser el caso, cuando se elija un renovado dúo dinámico presidente-vicepresidente. Te digo esto porque esa señora o ese tipo, que el 7 de agosto del año próximo entrará como flamante inquilino de la Casa de Nariño, podría ser el intrépido capitán Colombia que reduzca la pobreza, el valiente ejecutante de la merma de la corrupción por no repartir mermelada, el director técnico que podría convocarte al equipo tricolor de los soñadores. Se quiera o no, nuestro país es presidencialista, de tal manera que el primer mandatario es jefe de Estado y de gobierno, y por tanto cuenta con la potentísima voluntad de poder para liderar cambios que puedan beneficiar a las grandes mayorías.

Estoy seguro de que crees en ti mismo, en la apertura de nuevos horizontes de vida para tu grupo familiar, en el mejoramiento de la seguridad y el medio ambiente de tu vecindario, en el avance progresivo de tu municipio o distrito, en el desarrollo económico del país y en un mundo más humano y organizado para todas y todos. Ten fe y paciencia. El tiempo vuela y la esperanza es lo último que se pierde.

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