¿Por qué se caen los gobiernos de izquierda?
Opinión

¿Por qué se caen los gobiernos de izquierda?

No es tan obvia la interpretación de que subieron porque ofrecían propuestas populistas y caen porque no cumplieron, o reducirla a un problema de ‘corrupción’

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abril 20, 2016
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Es el debate no solo de más actualidad sino el más interesante del momento… siempre y cuando se enfoque desde la perspectiva analítica de entenderlo y buscar la respuesta, y no de usarlo para defender posiciones tomadas con más obsesión que cabeza.

Lo primero: ¿qué se entiende por ‘gobiernos de izquierda’?

Hoy serían aquellos que dan prioridad a las problemáticas sociales y consideran la intervención del Estado y la planeación como el instrumento idóneo para llevar armonía a la sociedad y bienestar al ciudadano, en contraste con los que consideran que el desarrollo económico por sí solo produce esos resultados, y para optimizar el uso de los recursos delega esa función en la eficiencia del mercado y de la competencia.

Y los gobiernos que se están ‘cayendo’ son los que subieron al poder con el primer enfoque (Argentina, Brasil, Venezuela, Bolivia, y un poco menos intensidad suben o bajan Paraguay, Perú, Ecuador, Chile).

La respuesta de los obsesionados de las posiciones políticas extremistas es para unos (la derecha) ‘porque no sirven su modelo y sus propuestas’ en el sentido de ‘no funcionan’; y, en el otro extremo, con el mismo verbo de ‘no sirven’, pero en el sentido de que no les son serviles a los interesados en mantener el statu quo (las elites nacionales, las transnacionales, los medios de comunicación) que por ser los centros de poder logran impedir su éxito.

Ni lo uno ni lo otro es correcto o suficiente.

Y menos el argumento extremo de que “caen por la corrupción de la Izquierda” —que olvida son las personas, y no los modelos, quienes puede tener esa característica—; o el pensar que un ‘corrupto de izquierda’ es una especie de oxímoron, una contradicción en los términos, —como sostenía Carlos Gaviria—.

Acabada la Guerra Fría, y tumbados el Muro de Berlín y la Cortina de Hierro, desapareció la opción de la Dictadura del Proletariado o el Totalitarismo de Estado, triunfando el modelo de la Democracia, y siendo el siguiente paso en la dialéctica histórica la confrontación entre propuestas políticas articuladas alrededor de la forma y la función del Estado en el manejo de la economía. La izquierda con la línea socialdemócrata sería intervencionista, mientras la derecha neoliberal gira alrededor del mercado, la iniciativa privada, y la fe en que el sector privado debe ser motor y columna vertebral del funcionamiento del sistema mismo.

Como herederos del sector vencedor ante el comunismo, desde entonces hasta principios de este siglo ‘reinó’ prácticamente sin contrapeso el neoliberalismo. Pero por el desgaste natural del poder en los respectivos países, y probablemente por sus deficiencias (o simplemente por la tendencia del péndulo), los pueblos votaron por esos gobiernos ‘de izquierda’ que hoy caen.

El que haya bastante simultaneidad en esos procesos de cambio de tendencias debe ser un factor a entender. Si cayeron tantos, y al mismo tiempo, no es tan obvia la interpretación de que subieron porque ofrecían propuestas populistas y caen porque esas propuestas por su naturaleza misma no se cumplieron, o reducirlo a un problema de ‘corrupción’.

El propósito de esos gobiernos no es el desarrollo económico
ni su guía sus macroindicadores, sino producir cambios en la sociedad
en búsqueda de principios de ‘justicia social’

Lo cual lleva a evaluar esa última proposición que siempre va acompañada de ‘fue un fracaso’. El propósito de esos gobiernos, ya se dijo, no es el desarrollo económico ni su guía sus macroindicadores, sino producir cambios en la sociedad en búsqueda de principios de ‘justicia social’, consistente ella en llevar la salud a quienes no les llega, volver obligación del Estado igualar ciertos niveles de educación para todos los nacionales, disminuir la pobreza, y sobre todo reducir la brecha de la desigualdad, etc. Es por lo tanto en función de esos objetivos que se puede medir si fracasó o no, y no de los parámetros que miden lo que se relegó a un segundo plano.

En alguna forma, y en mayor o menor medida y con menor o mayor éxito, es seguro que cambios hubo y que no son reversibles, por lo tanto que caigan los gobiernos no significa necesariamente que hayan fracasado.

‘¿Por qué caen?’ Tiene varias otras explicaciones más validas desde el punto de vista de la Economía Política.

En parte sucede por las mismas razones por las cuales pudieron subir: desgaste del poder, tendencia del péndulo y deficiencias que el electorado cobra.

Pero los efectos de la última catástrofe financiera con el agregado del reciente derrumbe del modelo de bonanza basado en los precios de los recursos naturales, ambos hoy reconocidos como debidos a la naturaleza de ese modelo neoliberal y de derecha anterior, son de mucho más peso: no solo despiertan frustración y pesimismo respecto a falta de expectativas o alternativas de cualquier orden, sino golpearon y golpean duramente el bolsillo y la calidad de vida que hoy tienen las poblaciones.

El punto interesante en ese marco de procesos en el continente, es la interpretación de ¿cómo, por qué y dónde se sitúa Colombia con los casos de Carlos Gaviria, las Alcaldías de Bogotá y las candidaturas de Clara López?

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