¿Por qué Robledo es un candidato presidencial inviable?

¿Por qué Robledo es un candidato presidencial inviable?

"Aunque su papel en la democracia colombiana ha sido fundamental, está encasillado como un senador opositor. No pudo salir y nunca saldrá de esa condición"

Por: Fredy Alexánder Chaverra Colorado
marzo 29, 2021
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¿Por qué Robledo es un candidato presidencial inviable?
Foto: Las2orillas

Dicen que el senador Jorge Enrique Robledo tiene todo para ser presidente: es un veterano de la política con dos décadas de experiencia en el Congreso (al cual llegó en 2002); conoce la estructura del Estado; cada legislatura es graduado como el mejor senador; su capital político combina una opinión concentrada y la disciplinada organización del Moir (ya convertido en Dignidad). Dentro del abanico de candidatos que aspira a reemplazar a Duque es uno de los más preparados; sin embargo, nunca llegará a convertirse en un candidato viable. Su aspiración está condenada a disiparse como ya ocurrió en 2018 y en la práctica (tras anunciar que no buscará su cuarta reelección al Senado) terminará reducido a impulsar las listas al Congreso y garantizarle a Dignidad continuidad como partido político. ¿Por qué Robledo es un candidato presidencial inviable?

El dilema del senador eterno

Robledo llegó al Senado en 2002 como un dirigente con un perfil regional. Poco a poco, se convirtió en un referente nacional, sus debates de control político y conocimiento de la estructura del Estado (especialmente en temas agrarios), progresivamente le permitieron ampliar su plataforma electoral hacia sectores sindicales, agrarios y estudiantiles. Desde 2006 su votación se ha incrementado tras cada elección y con la salida de Petro del Polo en 2010, se convirtió en el principal elector del partido. Al punto, que sin el voto “robledista”, el Polo no hubiera superado el umbral en 2018 y de facto se hubiera extinguido del sistema de partidos. Ese año se convirtió en el tercer senador más votado de la jornada con 229.276 votos, la votación más alta lograda por un senador de izquierda y la quinta más alta en la historia del Congreso. También sería su última elección a nombre del Polo y el cierre de su trayectoria como senador. Tras 20 años en el capitolio, ya “el mejor senador” no va más.

De cara al 2022, con 71 años y medio siglo de militancia política (iniciando en la Unión Nacional de Oposición en 1972), Robledo se jugará su última carta: aspira a convertirse en el candidato único de la Coalición de la Esperanza, arrasar en la primera vuelta como el candidato de la centro-izquierda y ganar en la segunda. En su primer congreso el movimiento Dignidad (que no es claro si tendrá personería jurídica y lo podrá avalar) lo eligió como su ficha en la carrera por la Casa de Nariño. Será su segunda intentona por la presidencia en el ocaso de su vida pública. Poco sorprendió su elección y asume el reto de convertirse en un fenómeno electoral, despertar un tsunami e inclusive generar un impacto comparado al que despertó otro veterano senador que nunca pudo ser una alternativa presidencial, Bernie Sanders. Aunque su papel en la democracia colombiana ha sido fundamental, Robledo está encasillado como un senador opositor. No pudo salir y nunca saldrá de esa condición.

Una aspiración que no genera emoción

A pesar de su gran votación, Robledo sigue siendo un desconocido para el grueso del país. En cada encuesta de intención de voto (desde 2017) siempre se ubica cercano al margen de error y en ningún momento ha estado cercano a los punteros. Tal vez, esos precarios resultados lo convencieron de no insistir en una consulta en marzo de 2018 y cederle, sin mayor reclamo, la candidatura a Fajardo. Poco importó la reventada que ese respaldo podría generar entre sus bases o con dirigentes regionales como el caso del entonces diputado Jorge Gómez Gallego, el más enconado opositor a Fajardo en su paso por la gobernación de Antioquia. Ver a Gómez (quien 2018 dio el salto a la Cámara) haciéndole campaña a Fajardo resulta tan cómico como patético. Una muestra de que la política es dinámica. El caso es que en 2018 la aspiración de Robledo no despegó; no generó emoción entre los jóvenes; no se convirtió en un tsunami de opinión o en un pequeño fenómeno. Nada de eso. Robledo siguió siendo muy desconocido para la mayoría de colombianos. Estoy seguro de que las encuestas terminaron de sepultar su aspiración. Nada más explica que haya decidido prescindir de una consulta abierta como el mecanismo ideal para elegir al candidato de la Coalición Colombia.

Además, demostró que su animadversión hacia Petro (que data de su militancia en las toldas del Polo), estaba por encima de cualquier consenso o del retorno del uribismo. Decidió votar en blanco, apoyando la narrativa de Fajardo de “irse a ver ballenas”, dándole la espalda al país y evidenciando su incapacidad para lograr consensos más allá de sus intereses personales.

Un dirigente funcional al fajardismo

Estoy seguro de que la aspiración de Robledo volverá a ser un fracaso, no despegará en las encuestas y quedará rezagado en intención de voto a sus bases sindicales y estudiantiles. A diferencia de una elección al Congreso, en una elección presidencial el factor de opinión resulta siendo más determinante y en ese sentido Robledo no destaca por poseer un gran carisma o capacidad discursiva. Su perfil no conecta con las nuevas generaciones de electores (así promueva sus agendas) y se percibe como un político partidista, con las características de la izquierda tradicional y poco empático. En la práctica, el peor enemigo de Robledo es él mismo y tras 20 años en la vida pública es natural que tenga un desgaste. Su futuro y el de Dignidad se encuentra en el fajardismo. Porque de algo estoy seguro, de cara al 2022 volverá a impulsar la aspiración de Fajardo. ¿Acaso, lo dudan?

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