¿Por qué la vulgaridad es tan celebrada en nuestra cultura colombiana?

¿Por qué la vulgaridad es tan celebrada en nuestra cultura colombiana?

Hace algunos años, expresiones que hoy se han vuelto común, no solo de mal gusto, sino que eran ofensas gravísimas que causaban conflictos muy serios, pero ahora...

Por: Carlos Alberto Cano
diciembre 18, 2023
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¿Por qué la vulgaridad es tan celebrada en nuestra cultura colombiana?
Fotografía: Canva

No hace más de veinte años, el uso de expresiones que hoy se han vuelto común, no solamente eran catalogadas de mal gusto, sino que eran ofensas gravísimas que causaban conflictos muy serios.

Las generaciones que fueron educadas en el marco de manuales como la Urbanidad de Carreño que “enseñaba cómo deben comportarse las personas en ciertos lugares, según fueran públicos o privados, y dependiendo de las circunstancias y el contexto, entendían que una expresión que ofendía al individuo, o incluso a su familia, no se debían usar en ningún escenario, pues quien las empleaba, se entendía que era poco educado, analfabeta o vulgar, centro la atención en este último aspecto, la educación.

En 1964, en Colombia la tasa de analfabetismo en personas mayores de 15 años era de 27.1%; y en 2005, de 8.4%, según el Censo de 2005. En 2018, 5.1% de las personas de esas edades no sabía leer ni escribir, de acuerdo con el Censo Nacional de Población y Vivienda de 2018. Esto nos lleva a las siguientes clasificaciones de analfabetismo:

Analfabetismo absoluto: es la incapacidad de una persona de leer y escribir.

Analfabetismo funcional: es aquella persona que tiene escasos conocimientos en lectura, escritura y matemáticas, por lo que su nivel de comprensión de lectura y de realizar operaciones es bajo, o aquellas personas que han centrado su atención, solo en un aspecto de su carrera y se olvidan de la transversalidad del conocimiento.

Analfabetismo tecnológico: es la incapacidad para manejar y adaptarse a las nuevas tecnologías, desconocer en general el funcionamiento de un celular, un computador, una cámara digital, el internet o cualquier otra herramienta informática.

Aunque, no es justificable, desde ningún punto de vista, normalizar lo que no es norma, incluso amparado bajo la lógica de la ignorancia, o del analfabetismo, se supone, a través de las cifras señaladas que estamos en una sociedad, más educada, en esa lógica, ¿Qué es la educación?  Enrique Muñoz Filosofo de la Universidad Católica de Chile, al respecto dice: “Una persona educada no es solo aquella que tiene un conjunto de instrucciones ni la que solo posee algún grado de experticia, su profesión u oficio, sino que es aquella da un paso más allá de su ámbito de especialización y busca en las artes, en la literatura, en la religión y en la filosofía, una manera de complementar su visión sobre el mundo”.

¿En qué momento fue que empezamos a confundir lo elegante con lo vulgar?

Por otra parte, Paulo Volante señala que “Una persona educada está muy atenta a la intención de los demás y facilita el camino del otro” Al margen de estas definiciones, Emili Avilés considera que “Por lo que a la educación respecta, … algunas causas de esta difícil situación son: insuficiente motivación creadora, poca laboriosidad e inadecuada preparación, que intentan compensarse en muchas ocasiones con agresividad, individualismo y vulgaridad”.

Cuando toca el tema de la vulgaridad, propone que “… vulgaridad, no me refiero exactamente –aunque la rechazo- a la poca finura de los “reality shows” ni a comunicadores-conversadores (¿?) que recurren a la fórmula escatológica y genital para conseguir la risotada fácil y el máximo “share”.

Pero sí, a un clamor animal persistente que nos rebaja en nuestros objetivos y proyectos. O sea, podríamos hablar de la vulgaridad de espíritu, frente a la cual es preciso responder con una educación de mayor nivel, que atienda, desde pequeños y especialmente en la familia, la formación integral, también en virtudes y valores, gracias a un trato asiduo con la verdad, el bien, la belleza…”

Luego, el uso habitual de palabras soeces, no es permisible en personas “educadas” más cuando vivimos en una sociedad con un índice de analfabetismos del 5,1%. Grabe es entonces que esa anormalidad de la vulgaridad, se vea permanentemente en los claustros universitarios, los docentes, que se entiende son los formadores de las sociedades futuras, se han convertido en algunos casos, en parte del problema, pues usan de manera frecuente las palabras ofensivas y fuera de tono incluso, en presencia de sus estudiantes. Entonces ¿hay que reeducar al educador?

Colombia tiene muchos elementos que se conjugan para que la vulgaridad se normalice: las novelas que hacen apología al delito (Escobar, sin tetas no hay paraíso, la reina del Flow, Rosario tijeras, entre muchas otras) o la música de artistas nacionales, que incluso en algunas ciudades son catalogados como figuras representativa y dignas de reconocimiento especial, y que lo que sobresale de ellos es precisamente lo vulgar, el uso y abuso de expresiones verbales ofensivas y fuera de contexto, para dar a entender su contenido, que por lo general es vacío, son poemas sin nada de poesía.

Desafortunadamente, eso es lo que ven y viven los niños, los jóvenes y de lo que nos sentimos “orgullosos”. No podemos pretender un cambio de una sociedad en decadencia, si desde las Instituciones donde se” forman” ciudadanos, no se cuenta con mecanismos de control apropiados para mitigar expresiones violentas, que se han convertido en cotidianas y que afectan las lógicas de la convivencia.

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