¿Por qué en Colombia el voto no es obligatorio? ¿Será porque en Colombia no estamos preparados política ni socialmente para ello?
No, si fuera por esta razón, no estaríamos preparados para nada, porque si es por la obligatoriedad so pena de perder algunos derechos ciudadanos… Estamos obligados a muchas cosas más que son impositivas y hasta punitivas. De modo que esta no sería la razón, ni siquiera alegar que habría que “educarnos” para el voto obligatorio.
Las razones obedecen más a aspectos del manejo de las campañas y el imperio de mas de 200 años de las maquinarias políticas. Veamos por qué:
Colombia es un país pasional y ebrio, por eso vota berraco o por sentimentalismos. Esta es una de las razones por las cuales socialmente se mueve por corrientes u oleajes, y estos a su vez han sido el combustible de los odios, revanchas y venganzas. Es decir, se compite a codazos, porque todos quieren una tajada del pastel.
Si obligan a este pueblo pasional a votar, la primera reacción será votar contra quien lo obligue, en venganza. Entonces los señores feudales no son tan estúpidos.
Otra razón de peso es el marketing político y la forma en la que se hacen las campañas, las cuales son convertidas en una contienda publicitaria. En estas no importan planteamientos o plataformas y se llevan a cabo en medio del insulto, la descalificación del contendor y las acusaciones mutuas, solo buscan arengar el viejo sentido pasional del pueblo.
Todo esto cuesta miles de millones declarados y no declarados, para pagar desde coimas hasta publicidad, pasando por la compra de votos y la promoción de los mismos; pero esto se hace dentro de un margen aproximado del 25% de la población, que son los que inscriben y votan esperando un favor o limosna política.
Si se hace obligatorio el voto en Colombia, las campañas tendrían que alcanzar a toda la población, entonces no alcanzaría dinero para pagar un despliegue tan amplio.
La población abstencionista, que es del 62%, y la que vota en blanco hacen a las maquinarias más fácil su trabajo. Ese porcentaje asegura una mayoría paralitica, invisible y mentalmente impedida para hacer digestión mental.
Sin embargo, el pueblo ignora el poder que tiene, ignora que es el verdadero mandatario, que entrega a los candidatos que se postulan un mandato. El pueblo es el mandatario, no el mandado.
Pero lo ignora, no hace nada, no participa, o si lo hace nombra y renombra sus verdugos, a los cuales le paga para arrodillarse ante ellos suplicando las migajas que caen de la mesa de sus patrones.
O despertamos o nos espera el recrudecimiento de la misma guerra geriátrica de 200 años, con los mismos actores, mismas causas, pero más violenta y despiadada, solo comparable con la guerra que se vive en el Medio Oriente, con la diferencia que el detonante aquí no será el cuncho de la política rentista (petróleo y carbón) mezclada con fundamentalismo y locura.
Acá la lucha será por el control y mayor poder del narcotráfico, con ejércitos armados hasta los dientes y empoderados de un Estado que ya tiene tomado y abonado el terreno mediante la corrupción. ¿Qué esperamos entonces para despertar?
