¿Por qué diablos me gusta si no tiene nada que ver conmigo?

¿Por qué diablos me gusta si no tiene nada que ver conmigo?

Un matrimonio da revuelo en medios porque da cátedra de cómo una relación no se trata de adular al otro sino de comulgar con la diferencia. Lo que nos enseña

Por: Fabián A. Fonseca. C
noviembre 09, 2021
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¿Por qué diablos me gusta si no tiene nada que ver conmigo?
Foto: Pxhere

Mucho se ha mencionado sobre la importancia de que una pareja deba tener o tratar de compartir los mismos gustos y personalidades, esto con el fin supuestamente de generar un engranaje o amalgama justa y a la medida de la misma. Sin embargo, esta utópica tesis no necesariamente ha sido el ejemplo a seguir para muchas parejas, más bien por fortuna ha sido todo lo contrario. Uno de esos ejemplos o antítesis de que los polos opuestos en muchas ocasiones se atraen ha sido el matrimonio de una pareja un tanto dispareja, eso sí lo vemos desde el punto de vista ideológico, ese que en algunas ocasiones ha podido dañar hasta el mismo mármol o roble más prominente en la historia del amor; en este caso hago referencia a la unión de una activista uribista con el que sería aquel gran opuesto y contrario, el hijo del guerrillero asesinado Jorge Briceño, más conocido como el Mono Jojoy.

Esta pareja causó revuelo y dio cátedra de buen ejemplo en un país en donde nos han enseñado que el amor, la amistad y el compañerismo deben ser y estar basados en adular, aceptar y no debatir las diferencias. En donde, por ejemplo, se nos enseñó a callar nuestras posturas. En donde se nos enseñó a pensar y a actuar como el otro. En donde se nos enseñó a buscar o tratar de cuadrar o encajar en nuestros círculos sociales y amorosos, pasando por encima de las opiniones, el discernimiento y la tolerancia de las diferencias políticas e ideológicas. El matrimonio de esta pareja nos lleva a pensar que sí se puede comulgar con la diferencia, por más que esta sea prominente, descarada y hasta atrevida, y más aún en un país como Colombia en donde se convirtió en pecado pensar diferente y amar a lo exacto opuesto de cada uno.

Colombia es un país que por siglos ha pretendido enseñarnos en callar, maltratar, vulnerar y vituperar al opuesto, ese que no opina igual que usted o yo, ese que habla diferente a usted, ese que se viste diferente a usted, ese que no tiene los mismos gustos que usted, ese que se determina en sus diferencias y acepta que no hace parte de la masa, esa que muchos colombianos se acostumbraron, y que han pretendido poner a todos en el mismo costal, haciendo una cacería al contradictor, al que no se ajusta a los lineamientos, a la costumbre y a lo de antemano establecido.

Hoy muchos colombianos con este gran ejemplo de tolerancia, unión y amor, a pesar de las distancias ideológicas, sociales o económicas, han visto este gesto como una oportunidad, esa que tanto le hace falta al país, como la de la reconciliación y la superación de aquellos odios que nos han mantenido como dice la Azcárate, en los "sótanos del infierno" de esos que medianamente hemos querido salir, pero que algunos verdugos han hecho todo lo posible e imposible para que sigamos allí.

Definitivamente, el concepto del taoísmo conocido como el Yin Yang y la ley de la unidad de la lucha de contrarios es más que una realidad innegable, donde el ser humano necesita de una u otra manera del opuesto, necesita de la diferencia para seguir existiendo, necesito de su diferente para ser quien es. Definitivamente somos gracias al que opina y es diferente a mí. Sin el mal no existiría el bien y sin el bien no existiría el mal. Hoy estamos llamados a que sigamos el ejemplo de esta pareja, que a pesar de todo le apostó a eso que seguramente usted niega, eso que se llama la reconciliación.

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