Por plata no baila el perro, pero sí el humano

Por plata no baila el perro, pero sí el humano

Mientras que los Estados de derecho no sean capaces de estar por encima de los intereses particulares, las consecuencias serán como las que tenemos a la vista

Por: Octavio Cruz González
enero 14, 2021
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Por plata no baila el perro, pero sí el humano
Foto: Leonel Cordero

Seguir ignorando las implicaciones, de toda índole, que tienen los fundamentos de un sistema, como el capitalismo, donde priman y se imponen a la fuerza los derechos de la riqueza material y personal sobre la moral y la ética en general, en los países que lo utilizan como el andamiaje de sus sociedades, además de las consecuencias que genera, por el manejo rentista y utilitarista que se les da a los recursos y al medio ambiente, es como querer mantenerse en la oscuridad, por propia voluntad, sobre los orígenes de todos los males que, como humanidad, y como sociedades, nos están afectando y destruyendo.

Mientras que los Estados de derecho, sean estos políticos, sociales y materiales, no sean capaces de estar por encima de los intereses particulares, ya sean estos individuales o corporativos, imponiéndoles obligaciones y deberes sociales y comunales sobre los demás seres, las consecuencias siempre serán como las que tenemos a la vista, donde hasta ahora han primado los criterios individualistas, de rendimientos financieros sobre los de rendimientos sociales generales, convirtiendo así a las personas en objetos, con un valor intrínseco que depende de su capacidad para rendir en las empresas que los contraten, o si son más ingeniosos, por la posibilidad y capacidad que tengan de aportar ideas que logren transformar en rentable un producto, un servicio o un recurso.

Igualmente, lo mismo está ocurriendo con cualquier tipo de material, sustancia o elemento; a los que queremos sacarles el mayor beneficio, o uso posible, sin medir las consecuencias ambientales, psicológicas o sociales que producen sobre los organismos vivos.

Dicen, las comunidades de especialistas y científicos, que todavía estamos a tiempo de cambiar estas tendencias, en las que hemos estado, hasta ahora, concentrados en este pobre planeta, pero a la par, nos está ocurriendo un terrible hecho, y es que se está concentrando cada vez más todo el capital en pocas manos, convirtiendo a toda la humanidad en simples organismos de un experimento de laboratorio; donde quienes nos están manipulando no saben ni conocen las consecuencias de sus actos ni de sus resultados.

Ante estos evidentes hechos de manipulación y de control sobre la humanidad y los recursos del planeta es que se le debe dar la importancia y la urgencia de que las sociedades entiendan el papel de jueces que tienen, y que deben ejercer, sobre los capitales y sus objetivos.

Y al no hacerlo es seguir empoderando a quienes solo buscan objetivos personales, imponiendo sus visiones y criterios egoístas sobre las mayorías, relegando lo social a meros conceptos teóricos.

Porque, al mismo tiempo, la cruda realidad se ha transformado en la mala vida que se le está ofreciendo a una gran parte de la humanidad, como si fuera algo normal (el que sufran o mueran como consecuencia de una operación financiera o económica), ya que estas, en sus fórmulas matemáticas y de cálculo infinitesimal, como los ejemplos del éxito actual, las tienen y las han impuesto sobre los demás como simples riesgos de esa operación, de un sistema que, hasta el cansancio, nos viene demostrando su inhumanidad.

Por ello es que vuelvo a reiterar que, a estas alturas de nuestra evolución, no tiene ningún sentido tratar de matizar o recalcar a los sistemas políticos y sociales como meras ideologías de derechas o de izquierdas, ya que es algo bastante estúpido, pues la humanidad tiene hoy el conocimiento suficiente para entender que lo que nos estamos jugando es la existencia general del planeta, con todas sus variedades de especies animales y vegetales, y que cuando desaparezcamos lo material no tendrá a nadie que le dé sentido, por más que brille como el oro.

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