¿Podemos aspirar a que el 'voto realidad' le gane al voto 'anti-coco'?

¿Podemos aspirar a que el 'voto realidad' le gane al voto 'anti-coco'?

No se espera que el voto de ricos vaya por candidatos de las clases necesitadas y no se espera que estas voten por el candidato que garantiza privilegios de pocos

Por: Alonso Cardona Nicholls
mayo 24, 2022
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¿Podemos aspirar a que el 'voto realidad' le gane al voto 'anti-coco'?
Foto: Pixabay

El proceso tradicional de las elecciones sigue el siguiente orden:

Paso 1. Los dueños de los medios de comunicación y sus amigos plutócratas, que se favorecen con el estado de las cosas, deciden quién va a ser el defensor de sus intereses en los siguientes cuatro años (su candidato, su mandadero ejecutivo).

Paso 2. Inventan o resucitan “un coco”, al que hay que derrotar.

Paso 3, encargan a los mayordomos de sus medios de comunicación y propaganda, para que posicionen en la mente de los electores a su candidato, el “anti coco” como el mesías que les va a resolver todos los problemas, pero sobre todo que es el único y el más capaz de defenderlos del bien inflado “coco” de turno. No hay que ponerle mucha imaginación al asunto, está fórmula ha funcionado toda la vida. Basta repetirla con piezas publicitarias rejuvenecidas.

Sin embargo, tal vez la próxima elección presidencial, será la primera en la historia de Colombia, en la que los electores podrán sacudirse del embudo informativo al que han estado sometidos por los grandes medios de comunicación, que no casualmente o por simples índices de rentabilidad directa, están en manos de los oligarcas de Colombia, de los caciques regionales y de multinacionales poderosas.

Gracias a internet, el elector tiene ahora más oportunidades de informarse en distintas fuentes para poder distinguir entre los candidatos más cercanos o los más lejanos a sus intereses personales, familiares, económicos y sociales.

Sin embargo, la propaganda, el engaño, las mentiras y la manipulación también están presentes en Internet, de modo que el ciudadano tendrá que esforzarse para saber dónde está la bolita enfrentándose a los tradicionales trileros de la política, maestros de la confusión y del engaño.

El “voto realidad”, no estará libre de obstáculos en el propio internet. El uso tendencioso de las redes sociales unido al poder de los grandes medios de comunicación ha logrado hazañas tales como que los ciudadanos crean que hay políticos que tienen rayos homosexualizadores, que existen organizaciones internacionales que están conspirando para expropiarle el carro viejo y destartalado que tienen o que hay malignos extranjeros sobrevolando a Bogotá permanentemente para poder invadir su “conjunto” en la primera oportunidad.

La estrategia de los trileros de la comunicación es comprobadamente eficaz. Es fácil ver a pensionados y también, a pre-pensionados votar a favor de los que les han disminuido las pensiones o son promotores y guardianes de leyes que les impiden o impedirán un retiro digno, también es común ver a trabajadores votar por las fichas de los gremios que impulsan la reducción de sus derechos, a amantes de la protección ambiental votando por lobistas de multinacionales mineras, a pequeños y medianos empresarios votar por quienes los ahogan con trámites e impuestos como el costoso e innecesario registro en la Cámara de Comercio, que es un asunto privado y voluntario en los países desarrollados.

El bombardeo mediático, también promueve que ciudadanos de a pie que no quieren votar por su candidato, encuentren como desperdiciar su voto, votando “simpáticamente” por candidatos pintorescos: cuenta chistes, embaladores o como se está viendo en esta ocasión por un candidato vociferante que repite sin descanso cuatro frases, prometiendo cuál sheriff acabar con todo lo malo, sin fondo alguno, repitiendo la efectiva estrategia que utilizaron Chávez y Trump en su momento, aprovechándose de la inmadurez política que toda vía nos domina.

En las próximas elecciones el voto por mantener la situación tal como está, es decir para preservar los privilegios y conservar las desigualdades, provendrá de algunos derechistas de tradición o de reciente conversión como monjas y curas dueños de colegios y universidades caras, gamonales, contratistas, oligarcas de barrio, nuevos ricos que se han levantado en el gremio de los artistas y deportistas que pedían en las calles y ahora desprecian a los que piden, los infaltables herederos psicópatas que abundan en la oligarquía criolla.

Lamentablemente también provendrán de los trabajadores, bajo el control de los caciques y empleadores, cuya subsistencia y la de sus familias depende del perverso sistema del contrato temporal dosificado y de la figura del despido sin justa causa que se le aplicará si se atreve el día de las elecciones a pensar en lo que le conviene a su familia y no en los intereses codiciosos de su patrón.

Sin embargo, la mayoría de los votantes tienen, esta vez, un camino más amplio para que el día de las elecciones reflexionen y se inclinen por su propia realidad, sacudiéndose de los artificios y trampas mediáticas tradicionales que los han llevado a votar repetidamente contra enemigos imaginarios y a favor de sus enemigos reales y personas y causas que en nada los beneficia.

Debemos reconocer que el “voto realidad” no es un asunto novedoso, de hecho, las elites siempre han ejercido el “voto realidad”. Votan siendo consecuentes con sus privilegios y con sus intereses y además se preocupan activamente para que trabajadores y desempleados, inclusive bajo amenaza, se olviden el día de las elecciones de sus propias necesidades y más bien les cedan (regalen o vendan) su voto y así poder continuar y acrecentar sus privilegios y cacicazgos.

El voto en propia contra, el voto en blanco y la abstención han servido de sustento para todos los males que crecen sin medida en este país. En un informe reciente, el destacado periodista Daniel Coronel nos informa que en las pasadas elecciones 10.000 de los 30.000 potenciales votantes del sediento y hambriento municipio de Uribia en la Guajira, votaron para el senado por un político de Medellín.

Que se sienten a esperar el agua y las soluciones. Ya veremos en los medios de comunicación las repetidas quejas de los guajiros diciendo que los tienen abandonados, al menos deberían saber la dirección postal del político de Medellín para dirigir allí sus reclamaciones.
Igualmente, la abstención basada en repetir y aceptar que todos los políticos son iguales es otra gran herramienta que han empleado por años los políticos que tienen clientela propia para neutralizar el “Voto Realidad”.

Es una manera fácil de perpetuarse con unos cuantos votos bien amarrados. Decir que todos los políticos son iguales, es una extendida disculpa de los ignorantes, los perezosos mentales y de los ciudadanos que no tienen conciencia sobre los efectos negativos directos que les acarrea no votar.

Con el voto en blanco y la abstención se permitió que Duque nos castigara 4 años, atendiera a sus amigotes de colegio y universidad, vivieran a todo lujo y que se lleve una inmerecida y abultada pensión que vamos a pagar por casi todo el resto de este siglo.

Su mayor logró fue su ayuda sumisa al bloqueo a Venezuela, con lo que logró la hazaña de la importación de casi dos millones de pobres, que ahora compiten con los pobres criollos por los empleos precarios y los malos servicios del estado, abriendo, al mismo tiempo, un gran déficit presupuestal, que él no, nosotros todos, debemos asumir castigando todos los días nuestro precario bolsillo. Maduro feliz y aliviado, liberado de las cargas que hoy usted y yo pagamos todos los días sin falta.

¿Será que ya estamos en un nivel de madurez política en el que el “voto realidad” le gane al “voto anti coco”? Ya nos encontramos bien avanzados en el siglo 21 y en gran medida seguimos comportándonos políticamente como en los años 50 del siglo pasado.

El voto realidad se ejerce reconociendo la condición de cada ciudadano. No se espera que el voto de los opulentos se incline por el candidato de las clases necesitadas y así mismo no se debería esperar que las clases necesitadas voten por el candidato que designa la gran rosca para garantizar la continuidad de aquellos privilegios de los opulentos que paralelamente propician la precariedad, la desigualdad y el no futuro del resto de la población.

Es sencillo. Con las nuevas opciones para informarse, esta vez es más difícil decir que los engañaron, disculpa muy de moda en las cocinas y en las salas de las casas al cierre de este cuatrienio.

Reflexión: Me pregunto cómo se comportarán los grandes medios de comunicación cuando gane Petro. ¿Por primera vez en la historia de Colombia habrá una gran prensa opositora? ¿Rápidamente se reacomodarán a su vocación gobiernista, esté el que esté? ¿Mantendrá el presidente de Claro la rabiosa línea antipetrista actual de su noticiero y de su programa Zona Franca?

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