¿Petro puede lograr que Mazzucato aterrice en Colombia?

¿Petro puede lograr que Mazzucato aterrice en Colombia?

La única pista que ha dado Petro sobre su enfoque económico ha sido su deseo de llamar a Mariana Mazzucato como asesora de alto nivel. ¿Cuál es su enfoque?

Por: Daniel F. Niño M.
julio 19, 2022
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¿Petro puede lograr que Mazzucato aterrice en Colombia?

El final de etapa de balance y empalme del gobierno saliente de Iván Duque con el gobierno entrante de Gustavo Petro marca el inicio de la etapa de proyecciones, en la que empezarán a trazarse los lineamientos generales de las políticas públicas que el Ejecutivo Nacional impulsará durante los próximos cuatro años.

El ambiente está tenso por cuenta de la presión que ejerce la oposición al nuevo gobierno para que se garantice que el modelo económico prevalente no se afectará significativamente. Incluso Sarmiento Angulo salió a los medios de comunicación -durante la inauguración de las nuevas obras del Chirajara el pasado 8 de julio- para advertir que “aquí no se viene con el cuentico de que vamos a cambiar todo esto” aludiendo a la reforma agraria que impulsa el nuevo presidente de la república.

En el mismo sentido, la incertidumbre sobre las directrices económicas que regirán el nuevo gobierno también asalta a los sectores más progresistas, pues las noticias sobre la llegada de los partidos tradicionales a la coalición de gobierno y el nombramiento de José Antonio Ocampo en el Ministerio de Hacienda son señales ambiguas que generan suspicacias sobre el futuro del proyecto transformador que abandera Gustavo Petro.

Hasta ahora, más allá de las pinceladas sobre política económica que esgrimió durante su campaña presidencial, la única verdadera pista que Petro ha dado sobre lo que será el enfoque económico de su gobierno ha sido su deseo de llamar a Mariana Mazzucato como asesora de alto nivel en esa materia.

Desde que el presidente electo manifestó esta idea en la primera entrevista que concedió tras su victoria electoral definitiva, las miradas de los expertos se enfocaron en descifrar cuáles son los planteamientos de esta reconocida economista ítalo-americana de 54 años y profesora del University College London (UCL).

El Estado emprendedor y los ecosistemas de innovación y producción de Mazzucato

El libro titulado El Estado emprendedor, de Mazzucato, nutrido significativamente desde su publicación en 2011 hasta su tercera edición de 2017, abarca a mi juicio las principales ideas de su pensamiento por lo menos en las cuestiones que más nos atañen: el papel activo que debe jugar el Estado en la transformación de la economía, la relevancia de las tecnologías verdes y la necesidad de generar ecosistemas productivos simbióticos para arraigar modelos socio-económicos más equitativos y sustentables.

Aunque estas ideas en conjunto han sido catalogadas como revolucionarias (en el contexto de una economía mundial regida por el neoliberalismo a ultranza), en realidad sus planteamientos se circunscriben explícita y estrictamente a la corriente de pensamiento keynesiano.

Según la autora, a pesar de que la literatura especializada ligada con la escuela neoclásica pretende desconocer el potencial del Estado en la transformación de la economía, deslegitimando su accionar e imponiendo el imperio de “la mano invisible del mercado”, la experiencia reciente de los países más desarrollados demostró que sólo “la mano visible del Estado” fue capaz de liderar y asumir los riesgos financieros necesarios para mantener a flote el paradigma tecnológico del capitalismo contemporáneo.

En ese sentido, el libro reseña con detalle los casos de Estados Unidos, Alemania, Dinamarca y China, donde las instituciones gubernamentales fueron determinantes para el desarrollo de nuevas tecnologías y el fortalecimiento de los mercados farmacéuticos, de telecomunicaciones y de tecnologías verdes entre otros.

El Estado puede y debe intervenir para fomentar “el espíritu animal” de la empresa privada, incrementando la competitividad de los mercados preexistentes y dándole forma a mercados emergentes, todo esto superando el enfoque limitado de los “incentivos” y de la “corrección de externalidades” hacia una nueva perspectiva donde el Estado “crea la visión, la misión y el plan” de una nueva economía basada en la innovación y la sustentabilidad.

Lejos de la anacrónica estatización de la economía, lo que propone Mazzucato es el fortalecimiento de ecosistemas productivos y de innovación, en los que se incentive a los actores privados bajo el liderazgo y la acción de un Estado “atrevido, claro y valiente”.

Según la autora, estos ecosistemas pueden ser simbióticos funcionales cuando la sinergia entre dichos actores genera valor (riqueza) para todas las partes implicadas, o bien pueden ser ecosistemas parasitarios disfuncionales cuando los oligopolios se limitan a afianzar sus posiciones privilegiadas con ayuda de un Estado clientelar.

A grandes rasgos, según la autora, este proyecto ambicioso de reestructuración del Estado en materia económica, implica necesariamente

  1. a) una nueva institucionalidad capaz de evaluar el ecosistema actual y proponer un plan acorde con las necesidades más urgentes en el corto, mediano y largo plazo,
  2. b) un verdadero esfuerzo fiscal para el fomento de la investigación, el desarrollo y la transferencia de tecnologías, garantizando que los beneficios sociales de dicho esfuerzo público retornen mediante un sistema tributario progresivo,
  3. c) una decisión política ejecutiva que priorice las tecnologías verdes para oxigenar el capitalismo contemporáneo,

y d) una actualización y adaptación de la respuesta keynesiana a las crisis en el contexto actual.

Ideas para superar el ecosistema parasitario en Colombia

Hasta aquí, la perspectiva de Mazzucato ha demostrado ser completa, inteligente y bien cimentada con estudios de caso rigurosos, justificando con creses que esta autora sea una de las más opcionadas para ganar el Premio Nobel de Economía que otorga el Banco de Suecia. Sin embargo, dicho enfoque todavía enfrenta muchos desafíos si se pretende adaptar al contexto colombiano.

No se puede esperar ingenuamente que Colombia logre crear un ecosistema simbiótico desde cero, como si en estas décadas no se hubiera arraigado el parasitismo clientelar entre algunos grupos empresariales y el Estado corrupto. Dicho de otra forma, Mazzucato reseña comparativamente las características de los dos tipos de ecosistemas como si fueran caminos divergentes, pero no aportar suficientes ideas sobre cómo transitar hacia la sinergia simbiótica partiendo de un ecosistema parasitario altamente disfuncional.

En efecto, 40 años de neoliberalismo campante redujeron el ecosistema productivo de Colombia a un puñado de terratenientes y un grupo reducido de industriales adversos a la innovación, que, de la mano con los partidos políticos tradicionales, dieron lugar a una gigantesca mafia empresarial dedicada a la captación de rentas del Estado y/o a la elusión y evasión de impuestos.

En la otra orilla del ecosistema solo contamos con agrupaciones sindicales reducidas por la persecución y la estigmatización, universidades que hace muchos años fueron obligadas a priorizar la venta de servicios por encima de la investigación y, eso sí, una importante cantidad de organizaciones sociales que desde su nacimiento fueron relegadas a ejercer la oposición política en medio de la violencia institucional.

Basta con echar un vistazo a las cifras del DANE (participación de los diversos sectores económico en el PIB de 2019) para entender cuáles son los organismos empresariales que predominan en el ecosistema productivo colombiano:

SECTOR O ACTIVIDAD RASGOS DESTACADOS PARTICIPACIÓN EN EL PIB 2019
Actividades financieras, de seguros, inmobiliarias y construcción Presencia de grandes oligopolios financiero que inciden incluso en la construcción de edificaciones residenciales, no residenciales y obras de infraestructura. Según la Superfinanciera, en el 2018 sólo 13 conglomerados abarcaban el 70% del sector financiero con 850 billones de pesos en activos. 19%

 

Comercio al por mayor y al por menor, Transporte y almacenamiento. Predominio de las actividades comerciales (65%) donde cobran protagonismo las grandes superficies y los almacenes agremiados en COMFENALCO (precursores del “día sin IVA”). 14%
Industrias manufactureras Predominio de los sub-sectores:

·productos químicos y farmacéuticos (13%)

·productos de la refinación del petróleo (12%)

·cárnicos y lácteos (9%)

·elaboración de azúcar, panela y bebidas (9%)

Donde cobran protagonismo actores como ECOPETROL, FEDEGÁN y algunas empresas como Colanta, Postobón y Bavaria.

11%
Agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca Predominio indiscutido de grandes latifundistas dedicados a la ganadería extensiva y al monocultivo. Es importante tener en cuenta que el 1% de la población colombiana controla el 80% de la tierra cultivable. 6%
Explotación de minas y canteras Predominio de la extracción de petróleo y gas (67%) y la extracción de carbón (20%). Ninguna de estas actividades figura como prioritaria para el nuevo Gobierno Nacional. 6%
Administración pública y de defensa Donde cobran protagonismo la contratación y las compras públicas para alentar el dinamismo de la economía colombiana en el corto plazo. 6%
Educación 5%
Salud y servicios sociales 4%
Alojamiento y servicios de comida 4%
Actividades de servicios administrativos y de apoyo 4%
Servicios públicos 3%
Información y comunicaciones 3%
Actividades profesionales, científicas y técnicas 3%
Otras actividades y factores del PIB. 12%

Fuente de datos Dane 2019. Tabla de elaboración propia.

A simple vista se advierte que

  1. a) los primeros años de esta nueva política económica habrá mucha resistencia por parte de los actores económicos tradicionales ligados a los partidos políticos de oposición a Petro,
  2. b) la economía colombiana está suficientemente diversificada como para posibilitar que sectores no tradicionales aumenten su participación el en PIB mediante actividades ya consolidadas a pequeña escala,

y c) se requerirá una política agresiva de banca pública y solidaria para prescindir de los conglomerados financieros en el fomento de la industria agropecuaria, el emprendimiento industrial, las investigación, desarrollo y transferencia de tecnologías (principalmente verdes), así como en el impulso de la construcción.

De acuerdo con Mazzucato, el empeño de consolidar una economía sustentable con mayor industrialización y menor desigualdad, así como el impulso de políticas anticíclicas que anticipen la próxima crisis global, implicarán necesariamente una reestructuración institucional para potenciar las capacidades del Estado colombiano.

A grandes rasgos, este proyecto debe articular dentro del Sector Central del Poder Ejecutivo a 5 de los 10 Consejos Superiores, 13 de los 18 Ministerios, 4 de los 6 Departamentos Administrativos y 7 de las 8 Unidades Administrativas Especiales, todo esto sin desglosar las entidades del Sector Descentralizado que también tendrán que intervenir.

Es por eso que la propuesta de Petro de reformar el Departamento Nacional de Planeación es urgente y necesaria, ya que cuatro décadas de “Estado mínimo” dejaron al ejecutivo nacional desprovisto de cualquier organismo capaz de intervenir y liderar homogéneamente en materia económica.

Para evitar la disyuntiva de avanzar con las reformas institucionales necesarias o alcanzar objetivos concretos de transformación económica en el corto y mediano plazo, el nuevo gobierno seguramente optará por esfuerzos simultáneos en ambos aspectos (con tiempo limitado y recursos humanos escasos) haciendo que definir los sectores estratégicos y las instituciones priorizadas se convierta en un punto de partida sumamente delicado y definitivo para los próximos cuatro años.

La mejor apuesta para la transformación de Colombia

Del mismo modo como el pensamiento único neoliberal deslegitimó y redujo a su mínima expresión al Estado moderno, también atacó con fuerza y desmontó el sector de la economía solidaria en Colombia.

Como resultado se relegó su papel a pesar de que su promoción tiene rango constitucional, se creó un marco normativo que restringe el potencial del sector cooperativo, y por supuesto, se redujo la institucionalidad de fomento a una Unidad Administrativa Especial de Organizaciones Solidarias (UAEOS) que depende del Ministerio del Trabajo y que desde el principio fue instrumentalizada por los partidos tradicionales.

En la actualidad, la economía solidaria “mínima” está concebida como un paliativo marginal al desempleo y su razón de ser se confunde con la beneficencia y el comunitarismo.

Del mismo modo en que la élite política neoliberal cooptó y constriñó el Estado a favor de ciertos grupos empresariales, el sector solidario en Colombia se redujo a una sola confederación de orden nacional, que tradicionalmente se alinea con los intereses de los principales grupos políticos conservadores y se presta para legitimar planes y programas superfluos de la Superintendencia y la UAEOS.

A pesar de ese panorama (similar en todo el mundo) Mazzucato advirtió el pasado mes de junio, durante el 33 Congreso Internacional del CIRIEC realizado en Valencia -España, que “no hay ningún modelo mejor que el cooperativismo para encarar los cambios necesarios en la forma de hacer economía, no es perfecto, pero es un gran ejemplo”. Las razones son múltiples:

  • Al ser organizaciones del derecho privado gozan de independencia respecto a los demás actores del ecosistema productivo,
  • Su autonomía jurídica y económica hace que prevalezcan en el tiempo, incluso a pesar del cambio de gobierno,
  • Al no tener ánimo de lucro se abre la posibilidad de que sus excedentes puedan reinvertirse después de ser beneficiarias de los programas del Gobierno,
  • Al ser de libre ingreso se garantiza el carácter incluyente de la política pública y contrarresta la tendencia oligopólica típica de las organizaciones con ánimo de lucro,
  • Sus diversos niveles de asociación permiten respetar a los agentes económicos más pequeños en la base, así como agregar masivamente sus intereses para mejorar su posición de negociación en el segundo nivel (federaciones) y liderar planes más ambiciosos del orden nacional en el tercer nivel (confederaciones),
  • La estructura de propiedad de la economía solidaria es mucho más acorde con la estructura de propiedad de la tierra que se quiere fomentar a nivel nacional,
  • Al ser organizaciones del derecho privado sin ánimo de lucro, son mucho más proclives a los programas de acompañamiento y asistencia que podrían ofrecer las oficinas gubernamentales de cualquier nivel, así como las universidades públicas e incluso el SENA.
  • Por su origen, las organizaciones de economía solidaria pueden, además de representar sus propios intereses económicos, liderar las respuestas institucionales a las necesidades más urgentes de las comunidades adyacentes.
  • Su estructura económica les permite ser más competitivas que las empresas privadas ancladas al ánimo de lucro, lo cual, a su vez, les da una ventaja competitiva para sacudir los mercados y reanimar aquellas actividades económica anquilosadas.
  • Su versatilidad organizativa (que abarca a trabajadores, consumidores, proveedores, comercializadores, etc) de la mano con una agresiva política pública de fomento, le permite a las cooperativas hacer contrapeso en aquellos nichos de mercado donde los oligopolios amenazan con generar desempleo y desabastecimiento.

Para reavivar la economía solidaria como catalizadora de los ecosistemas productivos y de innovación, el Gobierno enfrenta los mismos desafíos que mencionamos en el aparte anterior:

  1. a) superar o esquivar la presión conservadora que ejercerá la burocracia, tanto pública como privada, preexistente en el sector solidario,
  2. b) liberar y potenciar la banca solidaria para que ella misma pueda asumir los riesgos económicos de su reestructuración y el subsecuente cambio tecnológico,
  3. c) reestructurar las instituciones gubernamentales necesarias para viabilizar una verdadera política pública de fomento de la economía solidaria,
  4. d) apoyar una agenda legislativa que libere el potencial del sector solidario en asuntos como banca financiera, vivienda, acueducto y saneamiento básico, comercio internacional, educación, medio ambiente, desarrollo y transferencia de tecnología, salud, agroindustria y agroecología, entre otros.

Las ideas de Mazzucato representan la síntesis de los principales planteamientos del keynesianimo y el neo-keynesianismo, que alimentaron el desarrollismo en Asia y América Latina en los años previos al auge neoliberal, y que actualmente contribuyen al diseño de políticas anticíclicas en los países europeos que se preparan para una de las crisis económicas y ambientales más importantes de los últimos 20 años.

Estas ideas pueden y deben aterrizar en Colombia de manera urgente, no sólo para resarcir los efectos negativos de las 4 décadas neoliberales, sino, además, para impulsar la verdadera implementación del acuerdo de paz, blindarnos contra los efectos de la crisis mundial que se avecina y darnos la oportunidad de ser un país más equitativo y sustentable.

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