Seguramente en la radio ha escuchado alguna voz que lo informe, que lo inspire, que le permita continuar su día con cierto grado de entretenimiento o cierta vez un reportaje en televisión expuso una realidad oculta. Estas labores son obra y gracia de un locutor, de un periodista, de un comunicador, profesiones que parecen inexistentes en Colombia.
Para empezar, la locución, acompañada del periodismo y la comunicación social, se encuentran en un imaginario ante la carnetización profesional de las mismas. Esta cronología empezó el 18 de marzo de 1998 cuando la Corte Constitucional deja sin vigor la Ley 51 de 1975, conocida como la ley del periodista, en donde se estipulaba todas las directrices necesarias para reglamentar y oficializar la labor periodística.
Con la Constitución de 1991, dos artículos el 20 y el 26 son tergiversados por medios privados, políticos y hasta por la misma sociedad para menospreciar esta profesión. El artículo 20 dice “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar". Usando estas frases, todo el mundo puede ser periodista, comunicador, ese fue el significado denigrante que muchos dan. Por su parte, el artículo 26 designa: “Las ocupaciones, artes y oficios que no exijan formación académica son de libre ejercicio” y lamentablemente muchos piensan que la locución, el periodismo y la comunicación, por más facultado que estén, son labores que se aprenden en la calle.
Este resumen jurídico termina con este fragmento de la sentencia C-087 de 1998 de la Corte Constitucional, “…los deberes no se originan en la posesión de un título o de una tarjeta profesional, sino en la naturaleza de la actividad que se cumple”, argumento que sustenta más metafóricamente lo dicho anterior.
Ahora ya entenderá por qué hay tanta “porquería” en los medios de comunicación, en donde la presentadora es una modelo; el periodista deportivo, curiosamente no es periodista sino exfutbolista; en las emisoras habladas imperan los abogados con notables sesgos políticos, y si nombramos emisoras musicales, encontramos que no hay locutores, hay dj, cantantes de reguetón y uno que otro exparticipante de un reality show. Y luego las quejas pululan en las redes sociales por alguna declaración que hiere susceptibilidades, sobre ese madrazo escuchado en horario familiar, sobre aquella rectificación por una mala información, entre otros casos. En donde perfectamente estos mismos errores son cometidos por los llamados periodistas de pura cepa.
Es hora de dignificar la profesión y al hacer esto seguramente se brindará una mejor calidad en los medios de comunicación, se otorgarán más oportunidades para aquellos periodistas que duraron 4 o 5 años formándose y se abrirán micrófonos para verdaderos locutores.
