Para salir de la encrucijada

Para salir de la encrucijada

"Esperemos que la historia cambie y que podamos vivir para contarla, como en los relatos de Gabo"

Por: Manuel F. Jiménez Moriones
mayo 20, 2021
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Para salir de la encrucijada
Foto: Las2orillas / Leonel Cordero

Estos días, con motivo de la convulsionada situación que vive el país, he leído columnas que expresan opines en los tonos más variados, desde los radicales defensores del statu quo, pasando por los críticos que no plantean forma da solución alguna, hasta otros que cargados del humor que nos caracteriza caricaturizan la tragedia. No sobra decir que también hay un grupo de avestruces que pasan de agache, quedándose en silencio o desviando la discusión para que sus privilegios no sean visibles. He decidido hacer mi propia reflexión sobre el tema, asumiendo el riesgo que ello implica.

Empiezo por decir que la situación de marginalidad económica, social y política que vive una inmensa mayoría del pueblo colombiano, justifica plenamente la protesta. Basta decir que somos unos de los países del mundo con mayor inequidad en la distribución de la riqueza, que tenemos una posición de vanguardia en el ranking mundial de la corrupción, que los niveles de nuestra educación son muy bajos de acuerdo con los estudios de la Ocde, que el nivel de participación política en Colombia está entre los más bajos, del mundo y por último, que nuestros congresistas y otros dignatarios del Estado, en todas las ramas del poder, tienen los niveles salariales más altos de Suramérica. Así las cosas, los problemas son estructurales, no se reducen a las molestias por una inapropiada e inoportuna reforma tributaria, en consecuencia, no se resuelven con haberla retirado del Congreso, con el anuncio de matricula gratuita para un sector de los estudiantes universitarios, ni siquiera con la renuncia del inepto presentador que nos gobierna.

¿Qué hacer entonces? A mi entender no existe una fórmula mágica que en el corto plazo encuentre solución a la problemática, es necesario hacer un cronograma de acciones de corto y mediano plazo, que comprometa responsabilidades para los diversos sectores de la sociedad, vale decir gobierno, Congreso, empresarios, lideres sociales y de trabajadores, academia, partidos políticos, etc., de forma que se planteen reformas que mejoren la situación de marginamiento que tiene un amplio sector de la población.

En el corto plazo se debe mantener un reforzamiento de los ingresos fiscales, con una reforma donde la gran empresa y los grandes capitales hagan un mayor esfuerzo tributario, sin acudir a formulas antipáticas y agresivas como el IVA a algunos productos básicos de la canasta familiar o gravar pensiones. Se deben generar apoyos a los pequeños empresarios, para reactivar este grupo que se ha visto gravemente afectado por la pandemia, entre otros, exoneraciones tributarias temporales, créditos blandos y exclusión de obligaciones financiaras onerosas, como las contribuciones a las cámaras de comercio, organismos de carácter privado que bien merecen una reorientación. Otros sectores marginados requieren de apoyos. Pero quizá lo más importante es generar condiciones para reducir el empleo y la informalidad galopante, que va mucho más allá de lo que muestran las estadísticas. Esa inmensa masa que parece no tener nada que perder, necesita oportunidades para incorporarse a la vida económica de modo que se les garantice una vida digna. Si no hay democracia desde la perspectiva económica no se puede hablar de una democracia real.

También se requiere en el corto plazo una reforma al régimen de seguridad social, haciéndolo eficiente y buscando que una mayor proporción de los recursos se reviertan en beneficio de los trabajadores y sus familias y no tanto en las entidades financieras y administradoras del sistema.

En el mediano plazo no encuentro otra salida que barajar de nuevo, a través de una constituyente genuina, sin compromisos como los que tuvo la del 91, que reforme toda la estructura del Estado, empezando el Congreso, que nos devuelva la credibilidad en la justicia, que acabe con algunos privilegios de esa rama y que racionalice las estructuras de departamentos y municipios. Solamente a través de una reforma constitucional se logra una importante reducción en el gasto público, desmontando los privilegios que se dieron los propios congresistas y que extendieron a otras ramas del poder. Este tema no se toca en este momento, el Congreso hace mutis por el foro y desvía la discusión. La excesiva burocracia genera un alto gasto, que de racionalizarse, contribuye al saneamiento fiscal, no es la solución, pero que ayuda, ayuda. Por ahora, parece más fácil que la Iglesia católica acabe con el celibato que el Congreso de Colombia tramite las reformas que el país reclama.

Los dueños de las empresas financieras y del sector de la producción, así como las grandes propietarios de la tierra, deben realizar acuerdos de equidad para mejorar salarios e incentivos a los trabajadores, que se traduzcan en mejoría en la calidad de vidas y disminución en los niveles de informalidad y desempleo. Estos acuerdos se deben hacer con los dueños reales del capital, no con los empleados que ellos tienen en sus gremios

Por último, es preciso que el sector terrateniente del país entienda que sin una reforma agraria equitativa, nunca habrá paz en el campo. En los últimos años lo que hemos visto son apoyos a una mayor concentración de la tierra, eso fue lo que se hizo con el famoso Agroingreso Seguro y con los procesos de neocolonizacion de las tierras del Guaviare por parte de un sector de empresarios. Se requiere que indígenas, negros y campesinos dispongan de tierras fértiles en sectores con vías de comunicación, para que desarrollen su actividad agropecuaria en debida forma. Este es un tema caliente, paro hay que abordarlo, de lo contrario es como tener en la cocina un galón de gasolina sin tapón, en cualquier momento provoca un incendio.

¡¡¡Suerte Colombia!!! Esperemos que la historia cambie y que podamos vivir para contarla, como en los relatos de Gabo.

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