Pacto por la mediocridad

Pacto por la mediocridad

"La educación en Colombia es pobre para los pobres y rica para los ricos"

Por: Alberto Blandón Schiller
julio 31, 2014
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Pacto por la mediocridad
Foto: eafit.edu.co

Urge una discusión sobre la educación: su papel, sus posibilidades. Cómo lograr una educación que responda a las necesidades de la sociedad, a los anhelos de las nuevas generaciones. ¿Qué hay que hacer y cómo lograrlo?

La educación formal vive con intensidad y sin ningún recato un PACTO POR LA MEDIOCRIDAD. Sí, esto no es una frase efectista. Es una verdad constatada en el día a día en los territorios por donde transitamos con nuestro trabajo, allí nos encontramos maestros desmotivados, con una imagen social muy deteriorada, sin nexos con el territorio, y trabajando, en la mayoría de veces sobre la base del “menor esfuerzo”, con sobre carga laboral, y en la precariedad de espacios sin nexos con la vida cotidiana y salpicados de violencia por todos los rincones y una SED impulsando la educación desde la lógica de VIGILAR Y CASTIGAR, instalando cámaras, haciendo de los manuales de convivencia verdaderos códigos de conducta, con marcado acento en la moral. Contribuyendo, en la práctica y como consecuencia de su propia práctica en una educación pobre para los pobres y una educación buena para los que la pueden pagar.

En un medio que pretende híper valorar la experiencia como sinónimo de conocimiento y “sobradez”, preguntarnos por ejemplo si tenemos docentes con 20 y más años de experiencia o docentes con una experiencia que les ha durado 20 y más años, ya fatigados, aburridos y atados a prácticas descontextualizadas y sin sentido. Así mismo el clientelismo que viene haciendo carrera en un sector del magisterio y quienes de manera inconsciente o consiente se han vinculado al pacto por la mediocridad, dando clases pobres, negándose a utilizar los laboratorios, llegando tarde o evadiendo clases o simplemente sentándose en un escritorio del salón de clase y colocando “guías” sin sentido para que los alumnos/as las desarrollen sin ninguna motivación y sin sentido.

Este pacto por la mediocridad busca afanosamente sacar la escuela del universo de lo público, instalándola en el campo de lo privado como bien para producir dinero, como “empresa”. El pacto por la mediocridad es la consecuencia de la “contrarreforma” que se plasmó en la ley 715, en el Decreto 1850, en la “revolución educativa”, en la “educación para la prosperidad” allí es claro el sentido mercantilista de la educación, lo que se evidenció en la propuesta de reforma a la Ley 30 del año pasado y que los jóvenes, los estudiantes a través de la movilización social, con creatividad, con ingenio, con una alta dosis de poesía derrotaron. (De paso evidenciando las limitaciones de la democracia participativa, haciendo de la DEMOCRACIA DELIBERATIVA un interesante ejercicio de organización y confrontación política).

En este pacto por la mediocridad los docentes se encuentran en una profunda orfandad en cuanto a representación y formación. (Es claro que ni las secretarías de educación ni la burocracia sindical les representan), encargados de llenar formatos, de hacer activismo al rededor de temas como la “participación” que termina construyendo en cada colegio un remedo de las instituciones estatales: tenemos personerías, contralorías, gobiernos escolares y un larguísimo etcétera de actividades para remedar la realidad institucional reproduciendo practicas clientelistas y haciendo de la democracia un juego de componendas y sumisiones sin reflexionar sobre las instituciones, las practicas docentes, es decir sin asumir principios básicos de la Educación popular como la lectura de la realidad. Más bien docentes pensados y asumidos como inductores con una supuesta asepsia social.

Si, este es el otro tema central en esta discusión: cómo afrontar la asepsia con que se pretenden definir las dinámicas políticas, hoy en manos de tecnócratas, recordemos que el propio MEN, está regentado por una comerciante, que durante la discusión con la MANE, mostró poca capacidad de compresión y escasísima disposición a la negociación, por no hablar de su manifiesta incapacidad para conversar sobre los temas de la educación superior. Retomando el hilo: la llamada asepsia social se ha instalado en las dinámicas sociales de una manera acelerada y está produciendo un cambio en el sentido común, que es el lugar de las disputas ideológicas; ahora los procesos se miden con indicadores “exclusivos”, “incontaminados”, cual formulas matemáticas, los proyectos funcionan desde la lógica de los contratistas, por ello la fea figura del “operador”, alguien “incontaminado” que hace la intermediación entre los mal llamados usuarios y los contratistas, de esta manera se pretende no contaminar los procesos con posturas políticas, con cargas ideológicas… Esta asepsia no sólo estandariza, también separa, “especializa”, disciplina y evita relacionar, encontrar, aglutinar y construir colectivamente. Todo lo contrario a la educación popular.

En la práctica, en los colegios cada proyecto “transversal” es adjudicado a un área y desde allí se convierte en una “sucesión discontinua de actividades”. Refundiendo las relaciones entre educación y política, entre saber, democracia, aprendizaje y transformación social. Pues cada proyecto, cada tema, cada área, cada intensión va por un camino, separada de los demás, sin relacionarse, sin preguntarse por el sentido.

Esta asepsia nos lleva al mundo de los formatos, una “realidad paralela”, es muy preocupante que la realidad se pretenda reemplazar por formatos. De esta manera se homogeniza, se reduce todo a estadísticas, presupuestos, contratistas y resultados. Y se garantiza la no contaminación, la asepsia.

Pero lo que pasa en “el mundo de la vida”, en el día a día en los territorios no importa. Lo que vale, y se tiene en cuenta, y se re-conoce es el formato, así se planifica, se evalúa, se trazan lineamientos en y desde los formatos, la “realidad virtual,” la realidad del maltrato, de la soledad, de los falsos positivos, de los panfletos, de la desnutrición, de las desapariciones es una realidad “paralela”; esto no existe, salvo como titular de prensa, salvo como justificación para operativos como el que se televisó hace unos años en la comuna 13 en Medellín.

Alberto Blandón Schiller
Educador popular - Director de Crear Jugando - Pedagogía de la Expresión-

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