Apenas trascurren los primeros meses del año, y a pesar de haber deseado con todas las fuerzas que el virus se convirtiera en un asunto del pasado, y haber fabricado muñecos de año viejo personificando de forma muy creativa el COVID-19, el virus no se ha ido.
Sin embargo, en medio de la crisis es importante resaltar el lado positivo del asunto: el virus es un viejo conocido, y ha sido ampliamente estudiado. Gracias al gran esfuerzo que se ha hecho desde diversas áreas del conocimiento, ya sabemos cómo protegernos para evitar, en la medida de lo posible, su propagación acelerada.
Pero como es costumbre… Colombia ha sido reconocida internacionalmente por el mal manejo de la pandemia, que ha dejado a su paso consecuencias nefastas para la economía y la protección de vidas humanas.
Recientemente, superamos las 56.000 muertes a causa del SARS-Cov-2, y se tituló en medios como CNN, que los decesos por complicaciones del virus superaron en menos de un año las muertes de las peores épocas del conflicto armado.
Encontrándonos en una complicada situación que políticos regionales y locales han tratado de disminuir adaptando medidas como el toque de queda y la ley seca, que disminuyan la curva de contagios, pues el aumento de casos ya tenían al tope los servicios de unidades de cuidados intensivos (UCI). Medellín y Bogotá han sido el claro ejemplo de esto.
Pero dichas medidas se aplican de forma temporal y no son eficaces a largo tiempo, ya que tras la llamada disminución de la curva de contagios, se alzan de forma escalonada las medidas y todo cae en una peligrosa “normalidad” que tarde o temprano desembocara en lo mismo.
Por esto es fundamental que en primer lugar nuestros dirigentes políticos hayan aprendido a tomar decisiones que permitan un balance adecuado entre economía y salud. Y nunca ponga la una sobre la otra, porque su responsabilidad es velar por la estabilidad de ambas.
En segundo lugar también es vital que los ciudadanos no caigan en la idea errada de que el virus es “un cuento del año pasado”, y continúen aplicando las medidas de autocuidado. Que la frase: por favor póngase el tapabocas o permanezca en la distancia adecuada, desaparezca de nuestra cotidianidad, al resultar innecesarias.
Con la distribución de las vacunas una luz de esperanza se acerca a nosotros, y en este caso es primordial tomar conciencia y evitar el esparcimiento de noticias falsas a través de las redes sociales. Al igual que exigirle al gobierno diligencia y transparencia en relación con la compra de las vacunas, y los tiempos en que serán aplicadas a la población colombiana.
Y por último, y no menos importante, ya ha sido bien estudiada la forma en como las enfermedades epidémicas afectan la población y se ha descubierto que nunca nos afecta a todos por igual, pues la situación socioeconómica de las personas influyen en gran medida, por esto es primordial proteger a los más afectados.
Las pérdidas económicas han sido muchas: nuestro país finalizó el año con una tasa de desempleo que alcanzó el 15,9% cifra que comparado con la misma del año anterior aumentó en más de 5 puntos.
Y los efectos económicos son sentidos con mayor impacto en los hogares de estratos bajos que han visto cómo sus fuentes de ingresos han sido bloqueadas por días. Razón por la cual espero que el gobierno nacional por fin escuche las propuestas de una renta económica básica que se distribuya entre los más afectados del país y las pequeñas empresas que registraron pérdidas considerables el año pasado a causa de la pandemia.
