Ogrodolfo, el loco

Ogrodolfo, el loco

Meterle tiros a quien lo enfurezca, limpiarse con la Constitución, declarar estado de conmoción, subir a 11 las horas de trabajo y otras ideas descabelladas

Por: César Curvelo
junio 09, 2022
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Ogrodolfo, el loco
Fotos: Canva

Le patina el coco. Tiene una teja corrida. Se le aflojó un tornillo...

Meterle tiros a quien lo enfurezca en su posible cargo de comandante en jefe de las FFMM y de policía, haciendo literal y cabal aquello de que "el ejército es una fuerza letal de combate que entra a matar", y “plomo es lo que viene, plomo es lo que hay”.

Tener hojas de la Constitución en el baño a manera de papel higiénico para limpiarse con ellas después de defecarla, cosa que hace hasta por la boca a toda hora que la abre. ¡Ah, y también tendrá hojitas de la Ley 2195 de 2022, de Transparencia, Prevención y Lucha contra la corrupción!

Declarar estado de conmoción interior porque le va a dar su triple hache-pe regalada gana, ¡y al diablo la Corte Constitucional, el Congreso, el Estado social de derecho y todo lo que se atraviese!
Usar su dictadura, a lo “Papa Doc” Duvalier o “Tacho” Somoza para que se enriquezcan más sus nenitos-tachitos. Y él como Rico McPato.

Quitar a Simón Bolívar de las plazas públicas y en su lugar colocar estatuas de main Fiúrer, o sea Adolf Hitler.
Rodear a la madre de Cristo con prostitutas en un tono ramplón respecto a la respetuosa estima que debemos tener por María y las sacerdotisas de Venus.

Regalar estupefacientes “Made in Bacrim” a manos llenas, a ultra diestra y extrema siniestra.
Construir casas en el aire, como en el vallenato de Rafael Escalona.

Filmar de manera secreta a quienes lo visitan para burlarse después de ellos y, claro, publicar los videos para dejarlos como zapatos viejos, en especial si son masoquistas como los hermanos Galán Pachón.

Ordenar a las mujeres quedarse en casita solo barriendo, trapeando, cocinando, lavando y quizás tejiendo, como en épocas feudales. ¿Oíste bien, Marelén?

Hacerse el loco, ahí sí, ante las posturas públicas de AMLO, Boric, Lula, Mujica y otros estadistas internacionales que apoyan a Gustavo Petro.

Vender lotes de 5 x 8 metros cuadrados a precios estratosféricos y ufanarse de que atraca a los compradores, a los que les da el remoquete de “hombrecitos vacas lecheras”.

Demostrar su crasa ignorancia sobre temas económicos, sociales, institucionales, administrativos, comunales, vecinales, internacionales, etc.

Ticktockear idioteces contra todo el que lo contradiga o se burle, con toda razón, de sus barrabasadas.

Administrar mal una ciudad y querer ahora quebrar el país.

Despedir empleadas o empleados porque no siguen sus órdenes arbitrarias de ir contra la ley; o sencillamente porque son provisionales de tendencia diferente a la de él y quiere meter en tales empleos públicos a clientilizados de su Liga “anticorrupción”, quienes deberán entregarle un porcentaje de sus sueldos, dinero que bien puede ir a sus jugosas cuentas en paraísos fiscales.

Atacar a policías de base y medio mundo por sus prestaciones.

Bajar el IVA al 10% sin más allá y sin más acá (¿si sabrá algo de la altísima deuda externa oficial?). Y punto. Bueno, todavía no punto, démosle larga a una de sus más “elaboradas” propuestas: imponer una jornada laboral habitual de unas 11 horas ―desde la seis a.m. hasta las cuatro o cinco p.m., según defecó el tipo por la jeta―, que incluiría solo media hora para almorzar. Veamos.

Hubo una revolución industrial en Gran Bretaña a mediados del siglo XVIII. Una de las reivindicaciones del llamado proletariado fue lograr una jornada laboral menos servil, puesto que era de hasta 16 horas diarias, con semana laboral de 6 días. Hasta para los niños trabajadores, y había muchísimos, por la menor paga a estos.

La jornada de 8 horas fue establecida en países europeos ya entrado el siglo XX. En España y Francia fue establecida en 1919. O sea que por cerca de dos siglos los empleados fueron verdaderos esclavos del mercantilismo. En Colombia rigen las 48 horas semanales. En Europa luchan por 36. ¡Qué flojonazos esos europeos, dirá el orate!

Queremos cambiar las cosas
estamos muy cansados
de trabajar por nada
para sobrevivir a duras penas
sin tiempo para pensar.
Queremos que nos dé el sol,
queremos oler las flores,
sabemos que Dios lo quiere
y por eso pretendemos
ocho horas trabajar.
Unamos nuestras fuerzas
en tiendas y talleres
también en astilleros
trabaja ocho horas
descansa otras ocho
y otras ocho haz lo que quieras.*

Mientras hacía su genial propuesta laboral, la candidata a vice muerta de la R. ¡Dios mío, Dios mío, esa señora del Minuto de Dios, con tantos años que no se ha subido a un Mío!

(*) Letra de una canción obrera antigua. Tomado de Wikipedia: Jornada de ocho horas. Twitter: @CesarCurvelo YouTube: elvesinal

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