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La muerte de Fernando Del Paso hace volver los ojos sobre la magistral historia de un príncipe de Hasburgo-Lorena, fusilado por orden de un indio zapoteca

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diciembre 18, 2018
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Carlota, emperatriz de México, virreina del Lombardo-Véneto, hija de Leopoldo, rey de Bélgica, prima de Victoria, reina de Inglaterra, nieta de Luis Felipe de Orleáns, rey de Francia, archiduquesa de Austria, loca, Princesa de la Nada, soberana de un reino imaginario, se confiesa. Sesenta años de locura han pasado desde que abandonó, para no volver jamás, el imperio que le ofrecieron sobre un trono de cactus y bayonetas, Napoleón III y Eugenia de Montijo, unos parvenus.

Quien ha derrumbado su sueño y su razón es un indio zapoteca, niño huérfano que ha aprendido el idioma español como su segunda lengua, pequeño y feo, don Benito Juárez. En el Cerro de las Campanas en Querétaro, en 1867, una bala juarista en el rostro de Maximiliano de Austria sella el triunfo mexicano sobre las potencias europeas. Tiene 35 años y su imperio ha durado 1000 días. Carlota los sobrevive a todos. En 1927 en el castillo de Bouchout, le dicta sus memorias de delirio a Fernando Del Paso, quien acaba de morir. Él reconstruye con el rigor del historiador los episodios de la intervención francesa en México y con la imaginación del escritor, la catarata de los recuerdos alucinados de Carlota, para hacer una novela monumental que a la manera de los notarios titula Noticias del Imperio, publicada en 1987.

Lo que cuenta Del Paso, con una prosa inagotable, suntuosa, abigarrada, cargada de erudición, que se regodea en los detalles sobre las costumbres mundanas del Siglo XIX, la pequeña historia de la alta nobleza, la vida cotidiana y el paisaje del México imperial, es un drama íntimo en el escenario del poder. Una combinación de memorial histórico con fantasía barroca que arroja una imagen lúcida del México de entonces.

 

Maximiliano viaja convencido de que el pueblo mexicano lo quiere
basado en  actas firmadas por cientos de ciudadanos de todas las provincias,
cuidadosamente falsificadas (fake news, entonces como ahora)

 

Maximiliano de Austria acepta el trono de México ofrecido por la oligarquía mexicana, con el apoyo de Francia que ve la oportunidad de cobrar unas deudas y construir un imperio americano, opuesto a Estados Unidos. Viaja convencido de que el pueblo mexicano lo quiere basado en el envío de actas firmadas por cientos de ciudadanos de todas las provincias, cuidadosamente falsificadas (fake news, entonces como ahora). Todos los cálculos resultan errados. Napoleón III se equivoca en el número de soldados y en el costo de la campaña, que lo arruina; en la escogencia del Emperador, un hombre apuesto, extravagante e irresoluto, más interesado en la botánica y el protocolo que en el gobierno; en el país, un territorio inmenso que nunca llega a controlar. La aventura es un fracaso estruendoso. Carlota, quien tiene la decisión de que carece su marido para gobernar, se va a Europa a defender su causa. Todo es inútil, le escribe a Max. Ella irrumpe en los palacios, obliga a ser recibida por Pio IX, a quien trata de seducir con el argumento de un imperio católico que detenga la influencia de una potencia protestante como Estados Unidos y por Napoleón III, para recordarle sus compromisos. En vano.

En el interludio pierde la razón, quizás envenenada por un menjurje mexicano o por su abandono. Prusia amenaza a Francia y Napoleón III retira las tropas francesas de México, para usarlas en una guerra que le costará el trono. Estados Unidos reconoce al gobierno de Juárez y amenaza con declararle la guerra a Austria si ésta envía tropas a México. Maximiliano se queda solo con un ejército imperial que es otra ficción. No abdica para salvar el honor de los Austria pero pierde la vida, víctima de su mala estrella.

 

Los emperadores durmiendo sobre una mesa de billar
el día de su llegada a ciudad de México, para huir de las chinches;
la canción de la Paloma, preferida de Carlota…

 

Fernando Del Paso escribe en su libro sobre la leyenda de una historia de amor que los datos históricos hacen improbable. Carlota y Maximiliano no tienen relaciones conyugales desde que llegan a México. A ella unos le atribuyen varios amantes, otros frigidez. Maximiliano le es infiel con la esposa de su jardinero, aunque no falta el rumor de que es impotente. No tienen hijos. La muerte y la locura bajan el telón sobre ese drama de los príncipes de la sangre en busca de un trono que sin el respaldo del pueblo construyen las ambiciones de otros y que los deja al final como marionetas imperiales, sólo como un tema para la literatura.

La muerte reciente de Fernando Del Paso, hace volver los ojos sobre esa historia que él elevó a los altares de la gran literatura latinoamericana. La historia envejece, pero convertida en novela tiene una frescura permanente. Los emperadores durmiendo sobre una mesa de billar el día de su llegada a ciudad de México, para huir de las chinches; el letrero en la entrada del Castillo de Bouchout que advertía a los soldados de la Primera Guerra Mundial que no perturbaran el descanso de la emperatriz loca; la canción de la Paloma, preferida de Carlota, que le devolvía un instante la razón. Los poderosos a merced de los poderosos, por razones de Estado. Un príncipe de Hasburgo-Lorena, fusilado por orden de un indio zapoteca, como un preámbulo de lo que vendría después cuando rodarán tantas testas coronadas.

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