"No quiero que mi amigo se muera, ayúdeme por favor"

"No quiero que mi amigo se muera, ayúdeme por favor"

Herido por siete personas después de salvar a una mujer, Cristobal se encuentra en la clínica Marly de Bogotá. Un grito de ayuda de su amigo

Por: Manuel Torao Pinzón
febrero 11, 2016
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.

Él es Cristobal. Desde antes de que tuviera memoria él ya era mi amigo. Ya ni siquiera puedo recordar ni cuándo ni cómo fue que empezamos a hablar; luego de años y años de amistad esos detalles pierden importancia. Al lado de él aprendí a dibujar, a jugar basket, a jugar play. Más importante aún, con él aprendí, desde muy chiquito, lo que la verdadera amistad significa; lo que es tener un confidente, un compañero de juegos, un compañero de llantos, un consejero sentimental. Él es mi hermano.

Desde luego que, por diversas circunstancias de la vida, ha habido ocasiones en que nos hemos alejado, en que nuestras charlas no han sido constantes. Sin embargo, los lazos de la amistad de la niñez, cuando nada más importaba, se han encargado de hacernos sentir que siempre contamos el uno con el otro.

A Cristobal no le ha tocado una vida fácil. La situación económica de nuestro país impide muchas veces que las personas con alas puedan volar. Pero es que a él, desde siempre, le he visto unas alas tan gigantescas que ningún problema jamás le ha pesado lo suficiente. Creo que si por algo lo he admirado siempre es por esa capacidad de soñar, de saber que puede trascender. La falta de oportunidades para estudiar no ha sido un obstáculo para que él, hoy en día, sea la persona más talentosa que conozco. Su creatividad, su sentido de la estética, su forma de plasmar el mundo a través de sus dibujos, reflejan la historia de un niño, que aunque tuvo que crecer, aún mantiene inmaculada los sueños infantiles de crear un universo propio con sus manos.

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En su afán por crecer, por mostrarse al mundo, Cristobal ha intentado trabajar y pagar sus estudios de las formas en que le ha sido posible. Siempre usando sus manos. Siempre creando. En esta carrera en contra del fracaso él ha encontrado un sinnúmero de aliados, de amigos, de parceros, que de seguro valoran tanto o más que yo cada una de sus cualidades. Cristobal actualmente es un artista callejero, aprendiz para tatuador, artista de exposiciones. Ha logrado, en la medida que le ha sido posible, cursar algunos semestres de su carrera en arte, de forma intermitente, pero siempre con su meta clara. Actualmente, dadas las dificultades económicas ha tenido que suspender sus estudios que llevaba haciendo en la Universidad del Bosque.

El viernes cinco de febrero, la vida le pondría otro obstáculo a Cristobal. A eso de la media noche de ese viernes, en la cincuenta con séptima, tratando de ser un héroe, de no permitir que otra injusticia se perpetuara en las calles de Chapinero, Cristobal fue herido por siete personas. En su afán por defender a una mujer que estaba siendo atacada, Cristobal intervino, junto con un amigo, sin notar que los agresores estaban armados. Con sevicia ni ningún tipo de piedad, estos siete hombres hirieron a mi amigo en donde más daño le podían hacer: sus manos. Con una botella rota cortaron su cara y sus dos brazos. Su brazo derecho se desangró y perdió sus líquidos por completo, al ser perforada y destruida la arteria.

Gracias a la pronta acción de su compañero, Cristobal pudo llegar a la clínica Marly para que le salvaran la vida. De haber sido un hospital más lejano, yo me hubiera quedado si mi amigo más antiguo. Cristobal tuvo que ser reanimado; le fue practicada una cirugía de cuatro horas para poder cerrar las heridas y re conectar la arteria destrozada.

La mañana del sábado seis de Febrero, sus amados padres, quienes en la medida de lo posible se habían encargado de darle el amor y las alas para que su hijo pudiera volar, tuvieron que enterarse que su hijo podría llegar a perder su mano derecha y con esto la posibilidad de hacer realidad sus sueños.

Afortunadamente Cristobal salió vivo y estable de la cirugía. El domingo toda su familia y su inimaginable número de amigos estábamos ahí para darle apoyo. Los sentimientos al ver a mi amigo así de asustado y disminuido no los puedo describir. Jamás en mi vida pensé que tendría que ver a mi hermano diciendo que sin sus manos no valía nada, que cómo haría para coger un lápiz, que como iba a seguir existiendo sin su arte.

Pese a los lamentos, el dolor, y la incertidumbre sobre su futuro, Cristobal empezó a mostrar signos inigualables de mejoría. Los médicos estaban sorprendidos por su fortaleza y sus ganas de no dejarse vencer. Ya al finalizar el domingo, cuando pude verlo, pudimos reírnos como antes y hacer como si nada hubiera pasado.

Pero sí había pasado. Cristobal no tenía afiliación al sistema de salud en el momento del ataque. Si bien los servicios y la atención de la clínica Marly fueron impecables e hicieron lo mejor para salvar su vida, había una especie de taxímetro que corría de forma desenfrenada, cobrando cada segundo que mi amigo se tardaba en recuperarse. Actualmente hay una cuenta diabólica de $18.000.000. DIECIOCHO MILLONES DE PESOS. Eso le está costando la vida a mi amigo en este momento.

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Todavía queda una cirugía pendiente por hacer. Esa que promete devolverle la sensibilidad en la mano a mi amigo, la posibilidad de que se re encuentre con sus sueños. Sus padres han movido cielo y tierra para conseguir su afiliación al sistema de salud, y gracias a sus esfuerzos esta cirugía será cubierta por la EPS. Sin embargo aún queda la monstruosa cuenta de sus cuidados intensivos, que sus padres no tienen la posibilidad de cubrir.

Yo no soy su único amigo. Sé que tiene miles más, que al igual que yo, están apelando a todos los medios que tienen en sus manos para ayudarlo. Desgraciadamente mi pobre sueldo no me alcanza para asumir todos los gastos de mi amigo y por eso debo acudir a todos ustedes. Con la hermana de él, con todos sus amigos, estamos tratando de reunir todo el dinero que sea posible para lograr que Cristo salga del hospital sin ninguna deuda ni preocupación; para que solo esté enfocado en su cirugía y se ocupe únicamente en recuperar su mano.

Por favor. Por favor. Por favor, ayúdenme a que mi amigo salga adelante. Ayúdenme a pegarle sus alas para que quiera seguir volando. Ayúdenme a compartir este mensaje. Ayúdenme para que todo el mundo sepa que hay alguien que los necesita.

La cuenta en donde estamos haciendo el fondo es 085 25521 4 de Banco de Bogotá. Está a nombre de su hermana: Migdalia Segura. Su número de cédula es 1020803284.
Yo voy a estar en deuda con ustedes para siempre.

Contacto:
Manuel Torao
Teléfono: 3124403617

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