No me quiero jubilar para ser un mueble viejo de la casa

No me quiero jubilar para ser un mueble viejo de la casa

"El problema de pensionarse es que uno estorba en todas partes. Por ese motivo se forman cofradías, como las que se reúnen en la Plaza de Cayzedo de Cali"

Por: Fernando Alexis Jiménez
septiembre 09, 2019
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No me quiero jubilar para ser un mueble viejo de la casa
Foto: Pixabay

No sé si fue un sueño o una pesadilla. Lo cierto es que no quiero que se vuelva realidad. ¿La razón? Me veía junto a mis grandes amigos Álvaro, Yecid y Carvajalito, sentados en la Plaza de Cayzedo. Estábamos por fuera, jubilados. Sin nada que hacer, salvo acompañar a la esposa al mercado, lavar la losa, sacar el perro en la mañana para que hiciera lo suyo y desplazarnos de un lado para otro como mueble viejo, cuando todos en casa pensaban que estábamos estorbando. “Muévase de allí que estoy trapeando… quítese porque voy a limpiar la mesa… recoja esos libros y el periódico o los boto a la basura… levántese de la cama que voy a tenderla”. Y en medio del desespero, ir a la oficina callejera, donde mis amigos, que compartían las mismas cuitas.

Y con ellos, los temas inevitables: ¿cuándo pagan la pensión?, ¿te acordás de Glorita, la buenona de Obras Públicas que nunca se casó y ahora anda presa de las depresiones y con un reumatismo el verraco?, ¿y qué has oído del Gallo Claudio, que renunció para irse a Estados Unidos a lavarle sanitarios a los gringos? Risas, inevitables. Y luego, buscar en el baúl de los recuerdos para encontrar más de qué hablar.

Cayendo la tarde, de nuevo al hogar. Montarse en un bus masivo y esperar que uno de los jóvenes que inevitablemente ocupan los asientos azules para irse chateando se percate de su presencia. Decirle: “Joven, me permite sentarme”. Y encontrarse con su mirada molesta como diciendo: “Viejo toposo, me acaba de interrumpir un chateo importante.”, mientras se levanta resentido.

Y en casa, la cara de sorpresa de la esposa. “Yo pensé que ya no iba a llegar”. Su sonrisa comprensiva a lo que ella responde: “Ahí le tengo el arrume de losa de todo el día, para que se entretenga”. Y el anhelo de que llegue el nuevo día para encontrarse con los amigos y matar tiempo en la Plaza de Cayzedo.

Definitivamente, por ahora no aspiro a jubilarme porque sería como un mueble viejo en la casa…

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