La semana pasada fue determinante para el rumbo que tendrá la implementación de los acuerdos con las Farc. Esto, debido a que por fin (después de meses de debate) se pudo aprobar la JEP (Jurisdicción Especial para la Paz), un punto clave dentro del futuro de poder cumplir con lo acordado en la Habana. Lastimosamente, una vez más la clase mañosa que existe en el Congreso le dio un portazo a las víctimas, literalmente, les importó poco el hecho de resarcir con verdad a quienes esperaban escuchar muchas respuestas que ahora solo se quedarán en preguntas respecto al conflicto armado en Colombia. ¿Quién financió grupos paraestatales?, ¿para qué lo hicieron?, ¿cuándo sabremos lo que los grandes cacaos le aportaron al azuzamiento de la guerra en nuestro país.
Muchas personas aún no se dan cuenta de la importancia de la JEP, todo esto por el hecho de que dentro del imaginario de la gente y en la agenda nacional, el tema de la paz ya pasó de moda y dejó de interesar a un grueso de la población. Es por ese motivo que es necesario volverlo a poner en discusión. No obstante, para esto es imperioso que la gente sepa, al menos soneramente: ¿Qué es la JEP?, ¿qué componentes integran la JEP? Podríamos empezar diciendo, y en aras de que la gente conozca un poco, la JEP es una justicia transicional, creada en el marco del final del conflicto con las FARC.
Este marco de justicia contiene unos elementos que lo hacen distar y separarse en muchos aspectos de la justicia ordinaria. Verdad, justicia, reparación y compromiso a la no repetición fueron los elementos que hacían y que le exigían a este organismo un mayor compromiso con su cumplimiento. La Corte Constitucional decretó varios artículos inconstitucionales de este compendio de normas creadas, con el fin de generar componentes jurisdiccionales para poder dar viabilidad al acuerdo. Partiendo de estas claridades, es necesario decir, en primera instancia, que el fallo de la Corte propicia que terceros en el conflicto (empresarios, o agentes externos diferente a la guerrilla y al Estado colombiano) no sean obligados a rendir indagatoria. Eso fue un punto que le preocupaba a varios comerciantes, dado que directa o indirectamente pudiesen haber sido parte fundamental de diferentes organizaciones criminales. La verdad que era uno de los puntos más clave del acuerdo, ya no es una realidad, más bien parece una pesadilla eterna. La verdad sigue en manos de unos pocos. Por otro lado, el hecho de que dentro de esta Jurisdicción no pueda ser compuesta por Defensores de DD.HH, quienes han vivido de primera mano el conflicto, hace que te este acuerdo se esté hundiendo cada vez con mayor marea.
Hoy el país vive un momento extraño. Existe insatisfacción total por los partidos tradicionales. Instituciones como la Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de Estado, entre otras, carecen de una legitimidad grande por el ciudadano de a pie. En esa medida hemos entendido que es necesario canalizar la rabia e indignación de la gente, y dar un paso más allá. Hace más de un año salimos a defender el acuerdo. Por eso el final de este artículo es una invitación a que nos empecemos a reunir en nuestras ciudades (Bogotá, Medellín, Pereira, Cali, Popayán, Armenia, etc) para que tomemos acción con el sueño que hace rato se nos llevaron. En Cali el día sábado nos reunimos 40 jóvenes para construir acciones de impacto mediático y de contenido jurídico, para sentar un precedente. Es necesario hacer algo. La historia debe servir para que la construyan los jóvenes, ¿dónde estamos? ¡Demos la cara!
¡La calle nos espera! ¡Vamos a dar una muestra de indignación, resistencia, esperanza y mucha convicción!
