"No le disparen al mensajero"

"No le disparen al mensajero"

Esta carta recoge las convicciones del australiano cuya detención la ONU consideró ilegal

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febrero 05, 2016

En 1958 el joven Rupert Murdoch, entonces dueño y editor del diario Adelaide’s The News, escribió: “En la carrera entre la confidencialidad y la verdad, parece inevitable que la verdad siempre gane”.

Quizá su observación refleja la opinión de su padre, Keith Murdoch, quien reveló que las tropas australianas estaban siendo sacrificadas innecesariamente por comandantes británicos en las costas de Galípoli (Turquía). Los británicos intentaron asesinarlo, pero Keith Murdoch no pudo ser silenciado y sus esfuerzos conllevaron la terminación de la desastrosa campaña de Galípoli.

Casi un siglo después, Wikileaks está publicando sin miedo hechos que deben ser de conocimiento público.

Yo crecí en un pueblo de Queensland donde la gente daba su opinión sin rodeos. Ellos desconfiaban del gobierno ya que entendían que éste podría ser corrupto si no era vigilado con cuidado. Los oscuros días de corrupción del gobierno de Queensland, antes de la investigación Fitzgerald, son el testimonio de lo que puede pasar si los políticos amordazan a los medios y no les dejan informar la verdad.

Estas cosas han permanecido en mí. Wikileaks fue creado en torno a ese núcleo de valores. La idea, concebida en Australia, fue usar las tecnologías de internet en nuevas formas para reportar la verdad.

Wikileaks acuñó una nueva clase de periodismo: el científico. Nosotros trabajamos de la mano con otros medios para brindarle a la gente las noticias, pero también para probar que son verdad. El periodismo científico permite al lector conocer una nueva historia y después hacer clic en un hipervínculo para acceder al documento original. De esta forma será el propio lector quien juzgue: ¿Es la historia real? ¿El periodista la relató acertadamente?

Las sociedades democráticas necesitan medios de comunicación fuertes y Wikileaks forma parte de este aparato. Los medios ayudan a mantener gobiernos honestos. Wikileaks reveló algunas verdades duras sobre las guerras de Irak y Afganistán, y primicias sobre la corrupción corporativa.

Hay gente que ha asegurado que  soy antiguerra: para que quede claro, no lo soy. Algunas veces las naciones deben ir a la guerra. No hay nada más equivocado que un gobierno que le miente a su gente sobre las guerras y que después les pide a los ciudadanos que arriesguen sus vidas y que pongan sus impuestos a la orden de esas mentiras. Si una guerra es justificada, entonces digan la verdad y la gente será quien decida si la apoyan o no.

Si usted ha leído alguno de los documentos sobre las guerras de Irak y Afganistán, alguno de los cables enviados por las embajadas de EE.UU. o alguna de las historias sobre las publicaciones de Wikileaks, considere cuán importante es para los medios poder informar estos asuntos de manera libre.

Wikileaks no es el único medio que ha publicado los cables de las embajadas de EE.UU. Hay otros periódicos, como el diario británico The Guardian, el The New York Times, El País de España y el Der Spiegel alemán que han publicado los mismos cables.

Sin embargo, Wikileaks, como coordinador de este grupo, es el que ha cooptado los ataques y acusaciones de parte del gobierno de EE.UU. y sus acólitos (…).

La primera ministra Gillard y la subsecretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, no han tenido ni una sola palabra crítica en contra de las otras organizaciones mediáticas. Eso es porque The Guardian, The New York Times y Der Spiegel son tradicionales y grandes, mientras que Wikileaks es todavía joven y pequeño.

Nosotros somos las víctimas. El gobierno Gillard ha tratado de dispararle el mensajero porque no quiere que revelemos la verdad, incluyendo información sobre su diplomacia y los acuerdos políticos.

Cada vez que Wikileaks publica algo sobre los abusos cometidos por las agencias de EE.UU., los políticos australianos recitan en conjunto con el Departamento de Estado el falso coro: “!Pondrá en riesgo vidas! ¡La seguridad nacional! ¡Pondrá en riesgo a las tropas!”. Y después dicen que no hay nada importante en lo publicado por Wikileaks. No pueden ser las dos cosas al tiempo. ¿Cuál de las dos es?

No es ninguna de las dos. Wikileaks lleva cuatro años publicando historias. A lo largo de este tiempo ha habido cambios de gobierno, pero ni una sola persona, por lo que yo sé, ha sido perjudicada. Pero Estados Unidos, con la connivencia del gobierno australiano, ha matado a miles de inocentes sólo en los últimos meses.

El secretario de Defensa, Robert Gates, admitió en una carta que  ninguna fuente de inteligencia ha sido comprometida por los documentos revelados sobre la guerra afgana. A su vez, el Pentágono aseguró que no hay evidencia de que las filtraciones dieran lugar a que alguien se viese perjudicado. De igual manera, el portavoz de la OTAN en Kabul le dijo a CNN que no había encontrado una sola persona que necesitara protección (…).

Pero nuestras publicaciones han ido mucho más allá de lo “poco importante”. Los cables diplomáticos estadounidenses han revelado algunos hechos de primera plana:

Estados Unidos les pidió a sus diplomáticos robar material personal e información a los oficiales de la ONU y algunos grupos de Derechos Humanos incluyendo: ADN, huellas dactilares, escáner de iris, números de tarjetas de crédito, contraseñas de internet y fotos de identidad; violando así los tratados internacionales. Al parecer los diplomáticos australianos también habrían sido víctimas (…).

Oficiales de Jordania y Bahréin quieren detener el programa nuclear iraní de cualquier forma.

La investigación británica sobre Irak buscó proteger los “intereses de EE.UU.”.

Suecia es un miembro encubierto de la OTAN y el intercambio de inteligencia con Estados Unidos ha sido mantenido alejado del Parlamento.

Estados Unidos trató de cualquier manera posible que otros países acepten asilar a algunos detenidos de Guantánamo (…).

En su histórico fallo en el caso de los papeles del Pentágono, la Corte Suprema de EE.UU. dijo: “Sólo una prensa libre e irrestricta puede exponer efectivamente el engaño de un gobierno”. La tormenta que hoy se ha desatado en torno a Wikileaks refuerza la necesidad de defender el derecho que tienen todos los medios a revelar la verdad.

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