Neoliberalismo, neofascismo, neorracismo
Opinión

Neoliberalismo, neofascismo, neorracismo

¿Por qué se “delica” el expresidente Gaviria cuando una mujer, negra, de apellidos Márquez y Mina candidata a vicepresidenta, lo trata de neoliberal?

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marzo 30, 2022
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El expresidente César Gaviria se delicó –como dicen los muchachos– porque la candidata a vicepresidenta, Francia Márquez Mina, lo trató de neoliberal. Gaviria puede tener razón, aunque no lo confiese públicamente. Veamos.

El legado histórico de Gaviria se concentra en tres hechos fundamentales para la vida nacional: 1) Favoreció que los colombianos cambiáramos la Constitución clasista, clerical, racista y excluyente de 1886 por la Constitución progresista de 1991; 2) Consolidó el tránsito del modelo de industrialización intermedia y reformismo agrario, hacia un modelo de reprimarización de la economía y rentismo especulativo (neoliberalismo); y 3) Escaló la guerra con las Farc y el ELN, organizaciones que no habían aceptado acogerse a los acuerdos de paz, hasta la tragedia que desembocó en los acuerdos de paz de 2016 pero que aún sufrimos. Este último hecho ha sido menos reconocido por la opinión pública, aunque los historiadores saben que el día de las elecciones para la Constituyente, Gaviria ordenó bombardear Casa Verde y así condenó al país a continuar la violencia. Claro, no todo fue culpa de Gaviria sino también del militarismo fundamentalista de los insurgentes.

Detengámonos en lo del neoliberalismo.

Colombia dejó de ser un país rural, analfabeta, clerical y monoexportador de café, gracias a la política estatal de sustitución de importaciones y promoción selectiva de exportaciones, emprendida desde mediados del siglo XX y hasta el gobierno Gaviria (1990-1994). No obstante, el modelo estatal proteccionista terminó, en los años 70 y 80, agotándose como modelo de industrialización y de mejoramiento en la calidad de vida y de las instituciones de los colombianos. Se había creado un grupo de empresas oligopolistas que pelechaban del control del Estado, no favorecían la innovación tecnológica y mantenían en la miseria a los sectores populares, a los que dominaban mediante clientelismo y represión.

Las élites colombianas, asociadas al sistema financiero internacional, recurrieron entonces al endeudamiento externo como forma de capturar el excedente económico, sacar del país sus capitales y fortalecer los monopolios. Hasta un 40 % de rentas del Estado provenían de los aranceles a las importaciones. Es decir, las élites no pagaban impuestos (renta y patrimonio) y transferían los costos a los consumidores colombianos vía inflación, devaluación del peso e impuestos indirectos (IVA).

En esas condiciones, la tropa de muchachos neoliberales que trajo Gaviria impuso el neoliberalismo como política económica y como ideología.

Los bancos privados que habían quebrado, fueron estatizados y luego entregados a Sarmiento Angulo y al Grupo Antioqueño, entre otros. Las pérdidas se socializaron y las ganancias se privatizaron. En la euforia, otras empresas estatales de servicios públicos e industriales, fueron privatizadas. La seguridad social, las pensiones, la salud, la educación, la construcción de carreteras y hasta el orden público (Convivir) fueron entregados como negocio privado.

La apertura comercial emprendida por Gaviria-Hommes abarató los precios de los bienes importados, inclusive en el sector agrícola, creando una atmósfera de bonanza consumista. Crecieron los centros comerciales y las empresas productoras de bienes industriales e insumos intermedios se convirtieron en cadenas de importadores. Para completar, durante el gobierno de Uribe (2002-2008) se presentó la inmensa bonanza de precios internacionales de petróleo, carbón, cobre y otras materias primas (gracias al crecimiento de la demanda de China e India), divisas que ayudadas por las exportaciones de coca consolidaron el modelo rentista especulativo.

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Dos o tres oligopolios controlan la economía, la política y los medios de comunicación. Para colmo, el cambio climático obliga a Colombia y al mundo a realizar la transición energética

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El problema, ya no para Gaviria y sus muchachos neoliberales sino para Colombia, es que ese modelo consumista-rentista también se agotó. De nuevo se dispararon la deuda externa, el déficit comercial, el déficit fiscal, la inflación, la devaluación y el desempleo. Tampoco ha habido cambios significativos en la innovación y en la productividad de los factores (capital y trabajo). Dos o tres oligopolios controlan la economía, la política y los medios de comunicación. Para colmo, el cambio climático obliga a Colombia y al mundo a realizar la transición energética.

Todo esto lo conoce muy bien César Gaviria y hasta ha llamado a corregirlo. Entonces, ¿por qué se delica cuando se lo dice una mujer, negra, de apellidos Márquez y Mina? Y ¿por qué se despliegan en las redes los insultos de la señora Marbelle y del señor Ghitis contra nosotros, los negros, los indios y los que pensamos diferente? ¿Será neofascismo y neorracismo?

 

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