Desde mi punto de vista personal sí. Sí necesitamos a los abuelos porque yo soy abuelo de tres seres humanos (Olivia está que nace en estos días). Creo que mi nieto mayor de cinco años también piensa lo mismo porque afirmó, espontáneamente, que cuando él fuera grande iba a saberse muchos cuentos como yo para contárselos a mis muy futuros bisnietos. Por lo menos para él parezco necesario. Pero estas son opiniones personales de dos seres humanos parlanchines a comienzos del siglo XXI. Evolutivamente es discutible si cuidar frágiles personas en su tercera edad es ventajoso para la especie. Y cada vez va a ser más costoso para la sociedad porque cada día somos más los ciudadanos mayores.
No es una pregunta ética ni propongo de ninguna forma establecer campos de concentración para viejitos. Aunque hago notar que en nuestras sociedades contemporáneas hay a veces como un tufillo de fascismo juvenil: sólo es admirable lo que tiene menos de treinta años, cosas o personas. Quiero considerar por un momento el valor biológico para la humanidad del envejecer desde una perspectiva evolutiva.
Intentar discernir la importancia de ciertas características humanas a la luz de la evolución es falible y hasta peligroso pues no hay una gran Ley de la Naturaleza. La evolución nos puede dejar adivinar como pasaron las cosas pero no nos predecirá con precisión lo que va a ocurrir. Como escribió Kierkegaarden sus Diarios (1843): “La vida debe ser entendida hacia atrás…pero…debe ser vivida hacia delante”. No conoceremos con certeza el valor de los ancianos hasta su desaparición cuando todos seamos permanentemente jóvenes por asistir seis horas diarias al gimnasio con dietas y cirugías rejuvenecedoras. Podemos amenazar a los futuristas como las abuelas: “Un día les hemos de faltar”. Pero ni ellas ni nosotros podemos demostrarlo.
No todos los animales viven tantos años más allá de su vida reproductiva “útil” como los humanos. En principio para la evolución los individuos sobran si han logrado transmitir o extender sus genes a futuras generaciones. Y vale la pena recordar que la evolución no tiene ningún interés en nuestra felicidad individual. Entonces, repito, como especie ¿vale la pena cuidar a los viejitos? ¿Necesitamos a los abuelos?
Entre los mamíferos quienes tienen una longitud de vida posreproductiva más parecida a los humanos son algunas ballenas y las Orcas o “ballenas” asesinas. Ellas cesan su vida reproductiva entre 35 y 50 años de edad viviendo hasta los 60 y 80 años. Es bien interesante que en estos mamíferos y los humanos se aduce una ventaja adaptativa para la especie de las hembras posreproductivas. En ellos y nosotros las abuelitas son útiles para la sobrevivencia de la especie. Esto se conoce en biología evolutiva como la "hipótesis de la abuela".
Ya que los humanos tenemos una vida dependiente de nuestros padres tan larga, hasta la adolescencia o más allá en tiempos como el actual de dificultades económicas, a la madre se le presenta un dilema de sobrevivencia: sale o no a buscar alimento luego del período de lactancia cuando el joven humano todavía no es capaz de alimentarse por sí mismo. En ese momento son cuidadoras y salvadoras del infante las mujeres mayores sin progenie propia que permanecen en el “campamento” porque no son “competitivas” en la reproducción o búsqueda de alimentación. La antropóloga Hawkes de la Universidad de Utah describe como en el pueblo Hazda de Tanzania, que vive todavía de la caza y recolección como nuestros antepasados, las abuelas excavan tubérculos para los niños mientras sus madres salen a buscar comida más lejos.
Me llama la atención que esta antigua situación se repite en nuestros días cuando las mujeres jóvenes salen a trabajar y las mayores se dedican al cuidado de los niños. Esto subraya la ventaja evolutiva de la sobrevivencia de las abuelas en la especie humana. Explicaría también un poco el hallazgo estadístico usual de la vida promedio más larga de las mujeres. A la especie humana le conviene que las mujeres vivan mucho para el cuidado de los niños por las abuelitas. Lo que no me queda claro es por qué los hombres sobrevivimos hasta ser abuelitos si ya hemos repartido nuestros genes.
Parte de la explicación es que los machos humanos somos particulares a la hora de escoger pareja y reproducirnos. Somos distintos a nuestros primos chimpancés: ellos prefieren tiernas y cuidadoras hembras mayores dice Hawkes, los humanos competimos agresivamente por hembras jóvenes siendo padres hasta edades avanzadas. Ellas no siempre escogen al compañero sexual mayor y experimentado prefiriendo frecuentemente uno joven y prometedor causando innumerables conflictos y guerras como la de Menelao, Paris y Helena de Troya. Los abuelos para ser indispensables a la especie deberíamos ser mejores cuidadores que otoñales conquistadores. La evolución lo sugiere.
Nota final: Recordemos sí que el estrés por cuidar nietos puede afectar la salud de los abuelos).
