Nati Bedoya y la intelectualidad del uribismo

Nati Bedoya y la intelectualidad del uribismo

"La lógica de la demagogia de derecha es vacía. Sin argumentos ni debates, solo afirmaciones, la mayoría falaces, repetidas una y otra vez"

Por: Emilio Lagos Cortés
noviembre 18, 2020
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Nati Bedoya y la intelectualidad del uribismo
Foto: Instagram @natiibedoya

La más reciente portada de Semana ilustra una realidad preocupante: la apabullante caída de la calidad de la escritura en los periodistas de diversos medios de comunicación; y ni qué decir de la escritura en las cuentas de estos, comenzando por la cuenta en Twitter de la misma revista. Se vive una época en la que la escritura y el respeto a las normas idiomática se empobrecen cada día.

Esa situación empeora dentro del uribismo y sus “intelectuales” y “periodistas”. Aunque el uribismo posee toda una constelación de figuras intelectuales que a diario difunden sus ideas en redes y medios de comunicación, su intelectualidad es precaria. Entre ellas destacan la Cabal y su erudición geográfica, histórica y literaria; Macías y su producción libresca; Jorge Cárdenas y su desbordante capacidad analítica; y el senador Mejía, opps, no, ese no. Y fuera de categoría está, por supuesto, la inigualable Natalia Bedoya, estrella tuitera del uribismo.

Natii, así se identifica en Twitter, es de lo mejor formado dentro del uribismo; se anuncia como abogada, con especialización y con una maestría en proceso. Se puede afirmar que integra la élite intelectual del uribismo. Sin embargo, su escritura no corrobora lo anterior. En su más reciente columna, titulada Día sin carne, muestra serios defectos, comenzando por la puntuación.

Natalia no se ha enterado de la riqueza de los signos de puntuación en el idioma castellano. Solamente hace uso de la coma; no se le ocurre que el punto seguido y el punto y coma son necesarios dentro de los párrafos, dependiendo de la intensidad de la relación entre las distintas oraciones. Para Natalia todas las oraciones de su escrito se relacionan de igual manera, por ello solo usa la coma. Sin duda eso está al nivel de un estudiante en la fase inicial de la secundaria. Incluso en el uso de las comas falla, coloca comas donde sobran.

Lo anterior considera la parte formal de la escritura de Bedoya. Veamos lo sustancial o de fondo. Su tesis (la de la columna, la del pregrado aun no aparece) es que la propuesta de un día sin carne vulnera “…un derecho fundamental como la libertad y el libre desarrollo de la personalidad”, y que causaría un daño irreparable “… para el sector dedicado a la producción y comercialización de carne”. Así, la simple afirmación, sin ningún argumento para respaldarla. ¿Un día sin carro vulnera el libre desarrollo de la personalidad, o causa daños irreparables al sector automotriz?

Es la lógica de la demagogia de derecha. Vacía intelectualmente. Sin argumentos ni debates. Solo afirmaciones, la mayoría falaces, repetidas una y otra vez en distintos medios, hasta convencer a las masas. De esa manera el uribismo se ha impuesto: “los terroristas de la far son los culpables de todo”, “Uribe el mejor presidente”, “castrochavismo”, “prechavismo”, “seremos como Venezuela”, “cuidado con el 2022”, “el que dijo Uribe”, “Tomás Uribe”.

Cuando se cae a tan pobre nivel de difusión de las ideas, se comprende que gran parte de una sociedad pueda creer que Petro es una gente del comunismo soviético o que va a convertir a Colombia en una segunda Venezuela, o que brindar salud y educación pública y gratuita daña a la sociedad, o que hacer una reforma agraria es comunismo.

Para rematar, la última línea de la columna de Natti tiene un queísmo, la omisión indebida de la partícula “que”: “…pero con la diferencia que Jorge Iván Ospina es un hombre racional.”. Y lo dicho anteriormente sobre la escritura de Natalia Bedoya palidece ante la del gran Polo Polo, esa otra insignia cultural del uribismo; pero ese es otro cuento.

Adenda. La crisis de los paperos, así como de la producción nacional en general, se debe al modelo neoliberal que permite el libre comercio que introduce desde el exterior artículos que bien pueden producirse en Colombia. Es imperativo desterrar el modelo neoliberal y reemplazarlo por uno que proteja la producción y el empleo nacional.

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