Música de gaitas, de San Jacinto a Pueblo Santo
Opinión

Música de gaitas, de San Jacinto a Pueblo Santo

Dos álbumes de gaitas están nominados a los Grammy Latinos en la categoría de mejor álbum folclórico: ´Toño García, el último cacique´, e ´Historias cantadas´

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octubre 28, 2020
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Las músicas tradicionales de gaitas y tambores del Caribe Colombiano circulan entre pequeños grupos de fieles que se comportan como una legendaria hermandad.

 

Cuando el 29 de septiembre se anunció que dos álbumes de gaitas estaban nominados a los Grammy Latinos en la categoría de mejor álbum folclórico, solo los miembros de esa hermandad sabían a qué trabajos discográficos se hacía referencia.

El primer anuncio fue para el álbum Toño García, el último cacique de Los gaiteros de San Jacinto, y el segundo, para Historias cantadas de Gaiteros de Pueblo Santo, de Barranquilla.

Gaiteros de San Jacinto es más bien un nombre mito, una denominación de origen cuyo sello es la gaita y una decena de juglares legendarios como el maestro Toño García a quien, en vida, se le rinde un homenaje en ese álbum.

Los gaiteros de San Jacinto dieron a conocer sus gaitas a Colombia con el álbum Hacha, machete y garabato, publicado por el sello CBS en 1968, luego de una exitosa participación en las muestras culturales de las olimpiadas de México de ese año.

Al llegar a Colombia, entraron al estudio Antonio (Toño) Fernández (su apellido era Hernández), cantante, compositor, director, intérprete de la gaita macho; Catalino Parra Ramírez, compositor, ejecutante de la tambora y el llamador. Nacido en Sopla Viento, población sobre las riberas del canal del Dique. Los otros dos integrantes eran los hermanos José de la Cruz Díaz Lara, en el tambor alegre; y Juan Manuel Lara, en la gaita Hembra. Ese grupo grabó Maestros de la Maestranza de 1969, CBS; Barriendo y Los tres golpes, sin años de publicación en las caratulas originales, que debieron grabarse entrada la década del 70.

En 1973 aparece Celestina en San Jacinto, CBS, en la carátula, la frase aclaratoria que decía: canta Catalino Parra. Una frase que marcó la división con el grupo de Toño Fernández. Como una estrategia de mercado, el nombre Gaiteros de San Jacinto se mantuvo, así fueran dos grupos con cantantes, gaiteros y tamboreros diferentes. De hecho, el tema Gaiteros de San Jacinto cayos versos rezan; “Catano que vocaliza, El Goyo que toca el guacho, Guardián toca su tambó, la vaina ya se formó”, ninguno es nacido en San Jacinto.

En 1980 aparecieron dos álbumes Vamos a ve’ pa ve’, (liderado por Catalino Parra) y El negro cabeza ‘e cera, (dirigido por Toño Fernández), álbumes que cierran el periodo de gloria para la música de gaitas, en la que la industria del disco y las emisoras estaban sincronizadas en una cadena de producción y promoción de las músicas del Caribe.

En los años ochenta, momento en que el furor de músicas foráneas penetró con otras estéticas y sensibilidades, la difusión de las músicas de gaitas y tambores se redujo a cortas temporadas de fiestas, asociadas al Carnaval de Barranquilla y a las Fiestas de la Independencia del 11 de Noviembre. La denominación mediática de música carnavalera o música novembrina hizo todos sus estragos hasta nuestros días.

Para 1985, año en que se organizó el Festival de Gaitas de Ovejas, primer Festival de Gaitas de Colombia, las agrupaciones lideradas por Toño Fernández y Catalino Parra, bajo el sello de éxitos de Gaiteros de San Jacinto, ya habían dejado en vinilos una excelsa producción musical.

En esos Festivales como el de Ovejas, el de San Jacinto, el de Guacamayal, o el del barrio el Socorro de Cartagena fue creciendo y curtiéndose Marlon Peroza Martínez, líder de la agrupación Gaiteros de Pueblo Santo y autor de los 12 temas que componen el álbum Historias cantadas. Un relato creado por Marlon Peroza Martínez, en donde vivos y muertos conviven en un espacio de fiestas, donde el llamado Gaitero original entona las melodías que cuentan los sucesos y personajes del pueblo.

 

Nicolás Hernández, Toño García y Juan Chuchita ganaron en el 2007 el Grammy Latino con su álbum
´Un fuego de sangre pura´. Foto: David Lara Ramos

En 2007, el álbum Un fuego de sangre pura, de los Gaiteros de San Jacinto ganó el Grammy Latino. En aquella ocasión los viejos gaiteros Nicolás Hernández, Juan Chuchita Fernández y Toño García fueron los homenajeados, al igual que Rafael Pérez, autor del tema Fuego de cumbia. La historia de ese tema comienza en 1995, momento en que su autor describe una imagen de una rueda de gaitas en Ovejas, luego escribe el tema completo en Sahagún Córdoba, lugar donde residía. El primero en escuchar ese tema fue el médico Nando Coba, quien animó a Rafael Pérez para presentarla en el festival de Cereté. Ganó el primer lugar en el concurso de la canción inédita, 12 años después se incluyó en un álbum que ganó el primer Grammy para la música de gaitas.

 

Marlon Peroza, está presente con varias sentidas canciones
en ´Historias cantadas´. Foto: David Lara Ramos

Relatos parecidos podrá contar Marlon Peroza Martínez de cada una de sus sentidas canciones presentes en Historias cantadas, cuya estructura es la de una obra musical en la que un narrador, Andrés Salcedo, va conduciendo al oyente por la geografía, personajes y territorios de un pueblo donde la gaita es la música para mantener bailando a los muertos y para que los vivos no se mueran jamás.

El investigador y músico Jorge Nieves reconoce que existen músicas “Que han ido perdiendo protagonismos en el mercado o que nunca lo han tenido, como la música de gaitas o de bandas del Sinú y la Sabana Caribe, que se juegan un prestigio en el contexto folclórico del que dependen en buena parte sus contratos futuros”.

Ser nominado al Grammy es sin duda una gran noticia para las músicas de gaitas, más allá de los repentinos brillos mediáticos, no se puede ser tan ingenuo de pensar que aparecerá un nuevo boom como la vivida por los gaiteros de San Jacinto entre finales del 60 y comienzo de los 80. La aspiración es sencilla, atraer a nuevos miembros a la hermandad para armar una gran rueda de gaitas, bien en la plaza de San Jacinto o en alguna terraza fresca de Pueblo Santo.

 

 

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