Bajo el sofisma del concepto calidad, se oculta la política de control eficientista que mercantiliza la educación desde una postura distante de comprenderla como bien común y derecho humano.
Para el MEN, calidad significa cumplir requisitos atribuibles a hacer las cosas “bien” dentro de parámetros de desempeños establecidos inter-nacionalmente. Para La OCDE, el BID y otros organismos del orden económico mundial la educación es lucro y tras ella esconden el monstruo del poder de la economía como forma de control de la población.
Señora Ministra, no hay nada más confuso y disímil conceptualmente que el término calidad, la cual no equivale a resultados y hoy “premios” similar a la experimentación de condicionamiento operante instrumental de Skinner centrado en estímulo respuesta. Es decir, que ante el estímulo, se produce una respuesta “voluntaria” de las instituciones y sus comunidades educativas. Nada más absurdo en pleno siglo XXI que pensar la educación de esta manera. La calidad así pensada, agencia la política de control de todo orden. Por ello, cotidianamente escuchamos control de calidad, estandarización de calidad, certificación de calidad, gestión de calidad que como finalidad contrariamente a incluir, excluyen a todo el que no cumpla estos patrones de desempeños socialmente “aceptados”.
La consigna es cumplir con los parámetros establecidos, ser competente “hacer sin pensar” porque lo vital hoy es responder al utilitarismo tecnicista instrumental del libre mercado. No siga señora ministra de forma mentirosa y farandulera promoviendo el slogan “Colombia la más educada”, cuando se continua sin esclarecer qué pasa con las mafias y los carruseles de la alimentación escolar, las instituciones oficiales están derruidas, la cobertura nacional es incompleta, la desarticulación de niveles y modalidades es amplia, hay precariedad del servicio de salud para los maestros y niños, bajos salarios, poca dignificación de la profesión docente, entornos institucionales no seguros y saludables, nula existencia de centros bibliográficos y de investigación y bajos presupuestos nacionales, departamentales y municipales para inversión educativa.
A pesar de todo estas prioridades usted se empeña en seguir hablando de calidad y peor aún, todo bajo la centralización educativa absolutista que desconoce los contextos regionales y cree que la calidad se decreta desde Bogotá. Es muy vergonzoso hablar de calidad como política educativa, porque la calidad, desde su mirada carece de pensar la calidad en sentido amplio, es imposible seguir en este sin sentido en un discurso educativo nacional promoviendo confusamente la calidad desde el Índice sintético de “calidad”, día “E”, derechos básicos de aprendizaje o el programa todos a aprender. Sin diálogo y concertación con las comunidades no hay calidad educativa, no hay paz, no hay equidad y obviamente no se alcanza el ideal de ser educado. La calidad educativa es integralidad, autonomía, liderazgo colectivo y sensibilidad para vivir y hacer más humana la educación desde un modelo propio, no extranjero.
Finalmente, le invito ministra a revisar el significado del concepto calidad desde una expedición pedagógica nacional para que vislumbre que la calidad es diversa en su comprensión, teorización y práctica.
@darwinlenis
